BESOS ROBADOS

Hacía tiempo que no besaba a nadie así. Con amor. Con ternura. Sabiendo que, después de tanto tiempo, sentía de nuevo una calidez en mi corazón.

Así me sentí yo también, allí, en el interior de aquel coche mal aparcado. Sentí que aunque con miedo, a alguien le importaba. Que me quería. Que sentía ternura hacía mí. Puede que amor.

Recuerdo el roce de su piel. Las caricias de sus dedos. El olor de sus cabellos. La profundidad de sus ojos.

Las caricias poco a poco hicieron caer las barreras del miedo. Yo no entrego mis besos al azar. No lo hago a la ligera. No los besos de amor.

Quizás debí haber esperado. Quizás fue demasiado pronto. Ahora temo que ella se haya alejado de mí. Nunca antes besé a nadie en mi primera cita. Nunca, hasta esa noche, había sentido esa necesidad.

Sólo fueron besos y caricias, pero para mí tuvieron tanto significado... Me pregunto que significa el silencio después de lo que sucedió. ¿Significa que eso no significó nada? ¿O significa que esos besos significaron algo? No lo sé, quizás sólo quiere pensar. Aclarar sus ideas. Quizás quiere huir por miedo a que alguien, otra vez, le haga daño. Quizás no significaron nada. Sé que ella tiene otras muchas preocupaciones en su cabeza.

Siento ser tan egoísta.

Quizás no debí correr. Quizás no debí besarla. Pero era lo que sentía. No quería apartarla de mí. La quería. Lo supe en el instante en que la vi. Lamento que aquella noche los nervios no me permitieran ser quién soy. Que mis diálogos resultaran inconexos o forzados. ¿Como se puede conservar la calma cuando alguien te gusta así? Yo no puedo.

Yo no entrego mis besos a la ligera. No los de verdad. Los que se sienten en la piel y que queman el alma.

No sé si yo robé sus besos, o ella robó los míos.

Pero sí sé que robó mi corazón.

Y ahora sólo queda el silencio...

Quiero pensar que eso no fue un final. Quiero creer que sólo es el principio. Que sólo necesita tiempo.

No entiendo nada, aquí, en la soledad. Sin leer siquiera sus palabras.