Porque hay verdades que ofenden...
¡Ya estoy harto! ¡Me dais asco! Lo siento, pero es así...
A lo largo de este verano, yendo en coche, he visto varias veces la misma escena repetida: un brazo surgiendo de la ventanilla de un coche o una furgoneta que, de repente, con un gesto desmañado e indiferente, lanzaba una colilla encendida hacia el aire, la cuneta o el asfalto.
Poco ha importado que, ante ese gesto, yo me arrojara hacia ellos haciendo sonar el claxon, ni que les hiciera señales o les increpara para que comprendieran lo malo de sus actos a través de su retrovisor. La mayoría de ellos han echado una mirada y se han hecho los sordos u ofendidos, pero nunca he visto en ninguno de ellos ni un gesto de arrepentimiento o de culpa. ¿Para qué? Si pasa algo, otros pagarán sus actos. Fumadores patéticos e irresponsables, o descerebrados que no dudan en arrojar toda su basura a través de la ventana de un coche.
Pero muchas más han sido las colillas que he visto rodando por la carretera, aún encendidas, arrojadas por vete a saber que otro vehículo, mucho más adelante, que iban rebotando y recorriendo el asfalto lanzando chispas al aire al son de las corrientes de aire creadas por los coches que después de ser arrojada han pasado sobre ellas. Algunas de éstas acababan pisoteadas por los neumáticos, otras finalizaban en la caída de un arcén de cemento de la carretera, otras sobre la hierba, dispuestas a encontrar las condiciones idóneas para prender su llama.
¿Tan gilipollas somos? ¿Tan desinformados estamos? Me cuesta creer que a día de hoy, alguien sea tan inocente como para creer que arrojando un cigarrillo encendido en la carretera, no vaya a pasar nada.
Conductores en la carretera que, indiferentes a todo, lanzan los restos de su asqueroso vicio y su desidia por una ventana. Voy a deciros lo que pienso: ¡Putos, sois unos putos inconscientes descerebrados! ¡Sois unos monstruos degenerados de estupidez supina! Peores que la mierda que arrojáis indiferentemente con vuestra inteligencia obtusa, que no os sirve para nada más que para regodearos en vuestro propio egocentrismo egoísta. A pocos centímetros de la carretera, la basura y la hierba seca y agostada se acumula y espera a que el calor y el viento, de una pequeña colilla ayude a prender la llama...
Pero poco importa que vuestras colillas estén apagadas o no, cualquier otra basura siempre será susceptible de ser arrojada a través de las ventanillas de vuestros coches. Basura que no deja de ser similar a la basura y miseria que anida en vuestras almas.
Ensuciáis, contamináis y afeáis vuestro entorno. Y encima, más tarde, muchos de vosotros aún tenéis la osadía de quejaros, protestar y reclamar zonas naturales y libres, playas limpias y buenas carreteras. A reclamar derechos que no merecéis, porque sois incapaces de respetar nada. ¡Caraduras, os diré! Miserables, que no es merecéis nada, salvo las desgracias que os caigan encima a causa de vuestros propios actos.
Y ya no se trata sólo de la gente –sean conductores o sus acompañantes- que desde un vehículo sobre ruedas arrojan las colillas de sus cigarrillos u otro tipo de basura desde las ventanas, no. He llegado a ver un autoestopista que en el arcén de una carretera, daba una profunda calada a su cigarrillo, para echar una exhalación humeante y, así sin más, sin apagar el cigarrillo ni mirar atrás siquiera, con un gesto descuidado lanzaba su colilla encendida sobre la hierba seca que había a sus espaldas.
Y yo os digo... ¿Qué os importa si un bosque prende? ¿Qué os importa si árboles centenarios mueren? ¿Qué os importa si quemáis toda la cosecha que un hombre, con su sudor, ha trabajado? ¿Qué os importa si ciervos, ovejas, conejos, ardillas, reptiles, anfibios, insectos o nidadas enteras de pájaros, entre otros muchos otros seres vivos, arden entre llamas? ¿Qué os importa nada? Vuestro gesto declara que no amáis la vida, vuestra falta de empatía, vuestra incapacidad para sentir el dolor de otros, vuestra ignorancia... refleja vuestro propio egoísmo, la mierda que sois, menos que nada... E insistiría de nuevo que sois menos que nada si no fuera porque con vuestro modo de pensar -o no hacerlo- y vuestros actos, podéis causar más daño que nadie, destruyendo parte de un mundo bello donde claramente vosotros sobráis.
Y a día de hoy estoy harto de oír aún a mucha gente decir que es prácticamente imposible que una colilla prenda. Difícil, quizás, ¿pero imposible? ¡No seáis tan frívolos, por favor! No seáis imbéciles, gilipollas... ni pretendáis hacerme creer que sois de mente tan simple. ¿Cuántos de vosotros os arriesgaríais a meteros en un charco de gasolina y que os fueran arrojando colillas a vuestros pies? Algunas se apagarían, es difícil que una colilla arrojada a un charco de gasolina prenda, pero más tarde o más temprano alguna acabaría por prender.
Me dais asco, ¡sois basura! Vuestros cigarrillos, los apaguéis antes o no, poco importa, llenan las cunetas de las carreteras, los senderos de campo, los bosques y las playas. Vuestras sucias colillas, que antes pasan por vuestras sucias bocas, llegan a los lugares más apartados, insospechados y alejados, como suele pasar con toda la basura humana.
Pensad un poco de una puñetera vez, utilizad vuestra sesera, procurad cambiar, mejorar y ser más cívicos. Intentad respetar vuestro entorno. No sólo hablo de carreteras, sino de las ciudades, las calles, los parques y las plazas. Hablo de los bosques, el campo, el mar, las playas... Haced de este mundo un lugar mejor, y ayudad a limpiar toda la basura arrojada. En serio, procurad ser mejor personas, respetar a los otros, hombres, animales y plantas...
En el fondo todos somos culpables: cigarrillos, plásticos, papeles encerados, botellas, latas de refresco, toallitas de fibra, tampones, compresas, aerosoles y mucha más mierda arrojados en la carretera o flotando en el agua... Cada uno debería hacerse responsable de su propia mierda o, al acostarse, encontrarse toda esa mierda metida en su propia cama.
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