Texto:
Joan Ramon Santasusana Gallardo. Fotografías:
Joan Ramon Santasusana Gallardo y Esther Ortega López.
Fecha: 21 de febrero de 2016. Lugar: En algún lugar de la comarca del Garraf, provincia de Barcelona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 98. Total fotografías publicadas: 67.
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Visité Jafra (también conocida como Jafre) por primera vez a finales de los años ochenta, cuando aún vivía en Vilanova i la Geltrú. En aquellos años, un grupo de cuatro amigos fuimos a visitar este pueblo abandonado que se halla en el centro del Parc Natural del Garraf, atraídos por las historias y leyendas que se contaban del lugar, que tenía cierta fama de estar maldito. Ya no recuerdo exactamente que historias que habíamos escuchado, pero algunas de ellas hacían referencia a un fantasma que aparecía al lado de un pozo que había en el interior del pequeño cementerio del pueblo, otras hablaban de ciertas psicofanías grabadas en un enorme edificio adyacente a la iglesia y, finalmente, ¡cómo no!, se rumoreaba que en el lugar se celebraban misas negras y otras celebraciones satánicas.
Sea como sea, lo cierto es que pasamos una noche de vivac en este pueblo abandonado, y realmente nos sucedió algo extraño, aunque para nada ligado a ninguna de las historias o leyendas que habíamos escuchado, ya que, durante buena parte de la noche, una criatura indeterminada que nunca llegamos a ver, estuvo aleteando constantemente sobre nosotros, llegándonos incluso a perseguir cuando huíamos de ella. Por el ruido de su vuelo, siempre sospeché que podía ser una especie de libélula o langosta, quizás incluso, un murciélago, aunque para ser sinceros nunca llegamos a ver que era ni entender el motivo por el que estuvo aleteando toda la noche por encima de nuestras cabezas, a no ser que la criatura se sintiese atraída por la luz de nuestro pequeño campamento.
Bueno, anécdotas aparte, lo cierto es que siempre quise regresar a este lugar, y casi treinta años después, por fin volví al pueblo maldito de Jafra, aunque desde aquellos tiempos lejanos que lo visité, muchas cosas habían cambiado.
Actualmente, y en primer lugar, las ruinas del pueblo son mucho más accesibles de lo que eran antaño, ya que es posible llegar hasta esta pequeña aldea abandonada en coche (hay incluso un parking a no demasiados metros de ella), cuando, años atrás, uno sólo podía llegar allí con un tractor o a pie, siguiendo lo que yo siempre he llamado caminos y senderos de cabras; esto es, caminos pedregosos y empinados de difícil tránsito.
En segundo lugar, me sorprendió descubrir que el perímetro de la mayor parte de los edificios estaba vallado y el acceso al interior de la iglesia era difícil, ya que la puerta de ésta estaba cerrada, y sólo podía accederse a ella a través de un hueco de difícil acceso en una de sus paredes.
Y por último, debo reconocerlo, me sorprendió no ver ni una sola pintada en las paredes de ninguno de los edificios haciendo referencias al diablo o Satán, ya que cuando visitamos esta aldea en mi juventud, en el lugar habían muchas de ellas, especialmente dentro del edificio adyacente a la iglesia, hoy en día invadido de zarzas.
Lo que sí es cierto, es que Jafra es un pueblo maldito, no tanto por las leyendas que circulan alrededor suyo, que son muchas más que las que yo he mencionado, sino por la austeridad y la dureza del clima y del lugar donde se halla situado, un terreno pedregoso y seco como pocos, típico de casi toda la zona del Massís del Garraf.
Efectivamente, el pueblo siempre tuvo pocos habitantes, y su población fue oscilando a lo largo de los años, despoblándose y poblándose sus tierras continuamente, hasta que fue abandonado totalmente hacia la década de los años sesenta del siglo XX.
Sin embargo, Jafra ya aparece documentado el año 1139, y en el año 1143, Ramon Guillem legó el lugar de Jafra a su hijo Pere. Para el año 1332 se menciona un “Castell de Jafre”, aunque no me consta que realmente existiese un castillo en esa población, por lo que es posible que el castillo se hallase en otro lugar. A principios del siglo XIV, el señor de Jafra ya poseía el título de barón y en un censo de ese mismo siglo se habla de un solo fuego o hogar, en la población (el equivalente a una sola familia). En el año 1413 se indica que la iglesia de Santa Maria de Jafra ya no tiene razón de existir porque en el pueblo no queda nadie con vida.
A pesar de ello, en el siglo XVII, los barones de Jafra deciden dar un nuevo impulso al pueblo y nombran un alcalde (Francesc Mercer, el 1683), restaurando también la iglesia. Finalmente, en el año 1819 Jafra pierde por fin su último alcalde y queda incorporado definitivamente al relativamente cercano pueblo de Olivella, posiblemente debido a sus vínculos parroquiales.
Hasta entonces, la economía de Jafra se había basado en la leña y los pastos, intensificándose el cultivo de la vid hacia el siglo XVII; sin embargo, con la llegada de la plaga de la filoxera en Cataluña (1879-1880), que fue un desastre a todos los niveles, empezó el declive y progresivo abandono de Jafra y las masías de sus alrededores, aunque hacia el año 1960, el pueblo aún tenía un censo de 19 habitantes.
Actualmente, del pueblo solo quedan ruinas: algunos muros de la casa del barón, la casa de los masoveros, la casa del rector y la iglesia de Santa Maria de Jafra. Y naturalmente, su recuerdo, el recuerdo del pueblo maldito.
Hay tantos pueblos que han corrido similar destino en España, y cada uno con una historia similar, llena de sueños, ilusión y esperanza, pero también resignación, impotencia y remordimientos.
ResponderEliminarHermoso articulo y fotos, Joan Ramon. Yo soy de una zona que ha vivido la despoblación en carne propia y sé perfectamente lo que las piedras esconden. Puedes ver el artículo que acabo de colgar en mi propio blog sobre los despoblados del Sobrarbe, en Huesca (texto en inglés pero con fotos): http://gonzalobroto.blogspot.com/2016/08/towns-that-were-or-language-of-stones.html
Un artículo excelente Joan Ramon. Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
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