Este mundo es demasiado pequeño para los dos.
Volveré cuando tú no estés. Te lo dejo todo para ti, y marcharé a lamerme mis heridas.
Me lo distes todo y al final me quedé sin nada. Vacío, convertido en un ser hueco...
Ya no sé que hacer con los sentimientos que te di, que hiciste nacer en mí. ¿Conservarlos? ¿Abandonarlos?
Ya no sé quién soy...
Contigo al lado me sentí fuerte, y sin ti, mi fuerza se fue.
Yo abandoné este mundo, porque sin tu calor yo ya no tenía sentido en él. Perdida la esencia de la esperanza, todo era un espejismo. Escapé, pero no pude huir de tu recuerdo. Nadie puede escapar de uno mismo.
Odio cuando pienso en ti y contemplo mi cara transfigurada, llena de tristeza, delante del reflejo de un espejo donde voy a limpiarme las lágrimas. Mis lágrimas derramándose. Ya no me veo; tan sólo observo lo que dejaste y me pregunto donde está el resto de lo que fui.
Huir ya no me sirve de nada. Conservo tu rostro en esa parte del cerebro que algunos llaman memoria y te llevo grabada en mi corazón. Allí donde mueren los sueños de algunos hombres, los míos permanecen con vida, y lo que una vez fue todo el amor que te entregué, ahora es el dolor que alimenta mis pesadillas.
Con cada palabra escrita por mi mano minimizo el dolor. Éste desaparece con cada letra. Pero aún no he logrado limpiar la herida del todo. Vivo en la oscuridad en la que me sumergí, sin saber como escapar de las sombras. Pero hace ya un tiempo que entre las sombras diviso una luz. Huidiza se esconde y reaparece, pero poco a poco encuentro mi camino.
Sé ahora que jamás perdí la fuerza. Que tú no te la llevaste. Que aún estaba dentro de mí.
El dolor que alimenta mis pesadillas poco a poco se consume, sin ser renovado, y las pesadillas se extinguen.
Al final es cierto que el tiempo todo lo cura.
Volveré a este mundo. Te he olvidado. Estoy curado de ti.
Volveré...
... cuando tú no estés.
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