La ansiedad (del latín anxietas, “angustia”, “aflicción”) es una respuesta emocional de carácter adaptativo cuya función está relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Suele aparecer en momentos puntuales de la vida y, en cierto modo, puede considerarse una respuesta adaptativa al medio frente a ciertas amenazas o cambios. Sin embargo, cuando la ansiedad perdura, podríamos hablar de problemas o trastonos de la ansiedad. En la actualidad existen diversos trastornos de ansiedad que se estima que afectan entre el 20-25% de la población mundial.
La
ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes: a través de síntomas
fisiológicos, cognitivos y conductuales. Éstos hacen referencia a tres niveles
distintos, los cuales pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas
cognitivos pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y éstos a su vez disparar
los síntomas conductuales. Cabe notar que algunos síntomas de la ansiedad suelen
parecerse a los de padecimientos no mentales, tales como la arritmia cardíaca o
la hipoglucemia.
En las
sociedades avanzadas modernas, esta característica innata del hombre se ha
desarrollado de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos
que constituyen los denominados trastornos de ansiedad: fobias, trastornos
obsesivos-compulsivos, trastornos de pánico, agorafobias, trastornos por estrés
postraumático, trastornos de ansiedad generalizada, trastornos de ansiedad
social, etc.
En el
caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive
como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo
sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.
Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los
que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de sus ideas
interiorizadas acerca de sus problemas.
La
ansiedad normal se presenta en episodios poco frecuentes, con intensidad leve o
media y de duración limitada, ante estímulos previsibles y comunes y con un
grado de sufrimiento y limitación en la vida cotidiana acotada. En cambio la
ansiedad a niveles patológicos se caracteriza por sucederse en episodios
reiterativos, de intensidad alta y duración excesiva, con alta y
desproporcionada reactancia a la amenaza, provocando gran sufrimiento y notable
interferencia en la vida diaria.
Los
síntomas de ansiedad son muy diversos y tal vez los más comunes consistan en
hiperactividad vegetativa, que se manifiesta con taquicardia, taquipnea,
midriasis, sensación de ahogo, temblores en las extremidades, sensación de
pérdida de control o del conocimiento, transpiración, náusea, rigidez muscular,
debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la
comunicación, pensamientos negativos y obsesivos, etc.
20 CONSEJOS PARA VIVIR SIN ANSIEDAD
1. APRENDER A RELAJARSE
Un buen
modo de combatir la ansiedad es mediante el uso de técnicas y prácticas de
relajación. Para ello es aconsejable practicar diariamente técnicas de respiración
diafragmática y relajación muscular. Técnicas como el yoga, el tai chi o
ejercicios gimnásticos ligeros (especialmente los que trabajan la flexibilidad)
pueden ayudar a ello. Del mismo modo, una atmósfera adecuada puede contribuir
también a una mayor relajación: música ambiental, incienso o aceites
aromáticos, una iluminación natural... Si puedes disfrutar de una sesión de
masajes relajantes, mejor que mejor.
2. DORMIR LO NECESARIO
Hay que
intentar dormir unas 8 horas diarias y procurar no acostarse tarde (esto puede
variar según los casos). Si la persona es de hábitos nocturnos, hay que
procurar que sus ritmos circadianos se adecuen a su actividad diaria. En
verano, si apetece y es posible, es aconsejable hacer una pequeña siesta que no
se alargue demasiado (alrededor de media hora). Por la noche hay que procurar realizar
actividades relajantes antes de ir a dormir (leer, escuchar música
tranquila...), evitando otras actividades tan comunes hoy en día como ver la
televisión o, peor aún, estar conectado delante de la pantalla de un ordenador
hasta momentos antes de acostarse; éstas dos actividades no contribuyen
demasiado a conciliar el sueño fácilmente.
3. EVITAR EXCITANTES
Hay que
evitar el consumo de drogas, así como tomar té u otras bebidas excitantes.
Moderar el consumo de tabaco y alcohol; un cigarrillo o una copa de vino pueden
relajar en un momento dado, más, pueden llegar a cargar.
4. AMBIENTES AGRADABLES
Huir de
los ambientes estresantes y cargados. Hay que procurar que el entorno sea lo
más relajante posible, sobre todo en el trabajo; del mismo modo, en casa hay
que evitar ver aglomeraciones de trabajo acumulados (ropa amontonada sobre la
cama, platos sucios en el fregadero...). Paseos por el campo o la playa pueden
ayudar notablemente a mejorar el bienestar general. Prácticas tan holísticas como
abrazar a un gran árbol, tumbarse en la hierba fresca para contemplar el cielo,
caminar descalzo por la arena de un litoral marino o remojar los pies en un río
fresco y cristalino, también mejoran notablemente el bienestar general.
5. ORGANIZARSE
Hay que
planificar las actividades con antelación, organizándolas para que no se
superpongan una sobre otras. Hay que procurar dejar algunos huecos entre
actividades para posibles imprevistos o para improvisar en un momento dado si
es necesario, y de este modo se ahorran preocupaciones, sobresaltos y olvidos.
6. PRIORIZAR
No
intentar hacerlo todo, el día tiene un límite. Hay que aprender a priorizar
entre las actividades que hay que realizar y seleccionar las más importantes,
dejado el resto para otro momento, o bien delegando parte del trabajo o
actividades entre otras personas, ya sea a nivel de trabajo o a nivel doméstico.
7. SOLUCIONAR PROBLEMAS
Se debe
aprender a afrontar los problemas, no evitarlos o esconderlos. Cuando uno se
enfrenta a un problema, es más posible que halle o dé con una solución que no
cuando lo evita esperando que la solución llegue sola o el problema simplemente
pase. Cuando la persona vea que es capaz de solucionarlos, se sentirá mucho
mejor y, en un futuro, se sentirá más predispuesto a enfrentarse a ellos.
8. TOMAR DECISIONES
A la
hora de buscar soluciones o tomar decisiones hay que seguir un proceso lógico.
Plantear el problema, buscar posibles soluciones, analizar pros y contras de
cada una de ellas y elegir las mejores. Hay que tener claro que no existe una
solución perfecta. Ha veces, para dar con una solución o respuesta hay que
aprender a renunciar a parte de lo que uno quiere. Una vez tomada una decisión,
no hay que volver a dudar, ya que eso generaría más ansiedad.
9. NO SER CATASTROFISTA
La
ansiedad que nos provoca una situación depende de las consecuencias que
preveemos; si preveemos que las cosas vayan mal, esto generará más ansiedad.
Por lo tanto no hay que hipervalorar la posibilidad de que todo salga mal. No vale
la pena sufrir por un problema que aún no existe.
10. NO COMPLICARSE MÁS LA VIDA
Ya lo
dice una frase popular: “En épocas de tempestades, no hacer mudanzas”. Hay que
procurar no añadir nuevas dificultades a la vida. Si uno lo está pasando mal
por algún motivo, ése no será un buen momento para dejar de fumar, hacer
mudanza o cambiar de trabajo, ya que son situaciones que podrían generar más
anisedad.
11. HACER EJERCICIO
El
ejercicio es un buen modo de combatir la ansiedad. Practicar algún ejercicio de
forma moderada pero regular nos ayudará a centrarnos en nosotros mismos. Andar
30 minutos al día puede ser suficiente. Hay que evitar la actividad física
extenuante. Hacer algún deporte en compañía también puede ayudarnos.
12. CUIDAR LA ALIMENTACIÓN
En
momentos de ansiedad es un buen momento de comer sano y cuidarse, ya que las
situaciones de ansiedad suelen generar la pérdida de apetito o la ingesta
compulsiva de comida. No hay nada malo en perder un poco de peso (o ganarlo),
es normal. Aún así, éste sería un buen momento para aficionarse a la dieta
mediterránea y vigilar más que es lo que comemos. Aprovechar el momento de la
comida para desconectar y olvidarse de las preocupaciones, intentando disfrutar
de él.
13. PRACTICAR EL OCIO
Dedicar
los fines de semana y las vacaciones a descansar y cultivar las aficiones,
perparándolas por adelantado si es preciso, pero con calma, disfrutando del
proceso. En los momentos del ocio, desconectar del trabajo, dejándolo aparcado
aparte.
14. FOMENTAR LAS RELACIONES SOCIALES
Cuida a
las personas del entorno más próximo y deja que te cuiden. No es momento para
sacar a flote problemas del pasado. Evite los conflictos y confrontaciones e
intenta disfrutar de su compañía.
15. MINIMIZAR EL PROBLEMA
Nadie
está libre de problemas emocionales, de un modo u otro, en un momento u otro,
todo el mundo los padece. No dejar que la ansiedad domine nuestra existencia.
Cuando sufrimos ataques de ansiedad tenemos que ser conscientes que ni estamos
peligrosamente enfermos ni nos estamos volviendo locos, aunque por un breve
tiempo tengamos la sensación de haber perdido el control de nuestras vidas. Pasado
cierto tiempo, descubriremos que volvemos a controlar perfectamente la
situación.
16. OLVIDARSE DEL “¿QUÉ DIRÁN?”
Actua
con naturalidad. No te preocupes por lo que los demás puedan pensar de ti o de
tu problema, o las soluciones que intentes poner ante ese problema, ni del qué
dirán. Las cosas volverán a su cauce.
17. APRENDER A DECIR NO
Cuando
no te apetezca hacer algo, o hacerlo te haga sentir mal, permítete el lujo de
decir no, si así lo deseas. Simpatiza y sé amable con tu interlocutor pero dile
que no directamente y sin justificaciones. Si quieres ayudarle, hazlo de una
manera que sea acceptable para ti, sin dejar que se imponga.
18. DEJARSE AYUDAR
Hay
mucha gente dispuesta a ayudar (amigos, familiares, compañeros de trabajo,
médicos... ¡a veces incluso desconocidos!). Hay que aprender a llamarlos y
pedirles ayuda si es necesario. No debemos preocuparnos de que ellos mismos
tengan problemas y querer evitar molestarlos. La gente siempre tiene problemas,
pero ello no significa que no estén dispuestos a compartir su tiempo contigo o
a echarte una mano.
19. SUPERAR LOS MIEDOS
Haz una
lista de las cosas que te producen temor, miedo o ansiedad y afróntalas. Empieza
con las más fáciles y hazlo poco a poco. No dejes que un miedo irracional te
limite o te cree dificultades impidiéndote disfrutar de la vida. Poco a poco
verás que vas superando una cosa detrás de otra.
20. PREMIARSE
Reconoce
tus avances, felicítate por los progresos que consigas y prémiate de algún modo
cuando consigas tus objetivos. Nunca menosprecies los logros, por pequeños que
sean. Cada paso es un avance.
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