Texto y fotografías:
Joan Ramon Santasusana Gallardo.
Fecha: 23 de agosto de 2015. Lugar: En algún lugar del Baix Empordà, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 57. Total fotografías publicadas: 92.
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Es tradición en Navidad, en algunas localidades, especialmente en pueblecitos pequeños, celebrar el tradicional pesebre viviente, en el que algunos de los habitantes de la localidad representan el tradicional Belén de Navidad con figurantes vivos. En estos pesebres vivientes, los participantes representan pequeñas escenas del tradicional pesebre navideño, que incluyen el propio pesebre donde nació Jesús, con María y José, incluyendo en algunas ocasiones al buey y al asno, y en otros puntos del recorrido uno se puede encontrar con la ciudad de Belén, con algunos de sus edificios, con habitantes incluidos, y en las afueras, grupos de pastores, incluyendo aquel que recibió, según la tradición, la anunciación de la llegada del Mesías a través de la aparición de un ángel.
Bien, el caso es que estos pesebres vivientes suelen estar escenificados en mayor o menor medida con sus participantes, pero también con algunos decorados más o menos elaborados según sea el caso. Así que, cual no sería mi sorpresa cuando, siendo verano, y paseando por las afueras de un pequeño pueblecito cuyo nombre no mencionaré, de repente me encontré con una pequeña barraca, y luego otra, y una cabaña, y... Al principio me sentí algo descolocado, creyendo que quizás eso eran los restos de un pequeño parque temático abandonado, y después pensé que acaso fuera el decorado de alguna feria o mercado medieval, ya que recientemente, visitando Francia, me encontré un viejo mercado de feria medieval abandonado (cuyas reportaje fotográfico quizás publique en un futuro), pero a la que recapacité un poco me di cuenta de que me hallaba con algo distinto.
El caso es que como siempre llevo conmigo una pequeña cámara fotográfica, empecé a hacer algunas fotografías, y a medida que fui avanzando por el camino de tierra que conducía nuestros pasos, me di cuenta que me hallaba ante el escenario abandonado de un viejo pesebre viviente, un pesebre muriente, si acaso, ya que carecía de vida.
Aquí os dejo algunas fotografías de aquel breve recorrido, en el que de paso, y aún siendo mes de agosto, también pude recoger un puñado de espárragos trigueros, que sin duda había salido de la tierra debido a las recientes lluvias. Pero bueno, eso ya es otra historia... ¡Vean y pasen, señoras y señores, a la solitaria visita del pesebre muriente!
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