jueves, 10 de febrero de 2011

SIN DESTINO


¿Donde empiezan los sentimientos? Allí donde acaban las mentiras. Engañarse a sí mismo es el peor de los delitos.

Escondidos tras disfraces de autocomplacencia la mayoría de los hombres se dedican a contemplar su ombligo creyéndose en su vago narcisismo el centro de su propio mundo. No sienten, murmuran, creyendo que son lo que no son, que desean lo que en realidad no necesitan, y que aquello que en realidad necesitan es superfluo frente a sus vanas necesidades, creadas, únicamente para alimentar su ego a través de sus sentidos físicos que los adormecen.

Hedonistas que se han olvidado que es verdaderamente amar, encerrados en su amor propio. Egocéntricos que babean al contemplar su propio reflejo distorsionado.

Amarse a sí mismo es necesario para amar al resto de los hombres, y aún os diré que al resto del mundo. Pero cuan fácil caen algunos en la trampa, y acaban amándose únicamente a sí mismos, perdiendo entonces de vista la hermosura del resto del mundo. ¿Quién deshace la madeja? ¿Quién sigue el hilo?

A veces una gran tristeza me embarga, perdido aquel sueño en que confié y que viví por un tiempo. Yo amé, sentí y amando me sentí vivo. ¿Qué soy ahora? Sólo un hombre perdido, una sombra de lo que fui, buscando su camino. Un rumbo fijo, pero con el norte perdido, siguiendo adelante sin saber a donde me van a llevar mis próximos pasos.

Voy persiguiendo aquel hilo que perdí, buscando formar un nuevo ovillo. No hay refugio en la luz, donde todos quedamos expuestos. No hay refugio en la oscuridad, donde nada vemos. Pero prefiero mostrar mis heridas, dejar que éstas se curen bajo la luz del sol, que esconderme en las tinieblas reparadoras. Nadie es del todo libre si no sabe por donde navega.

Se equivocan los que dicen que al final sólo nos tenemos a nosotros mismos. Recuerdo una vida en la que no existí jamás y un mundo en el que no estuve. Hay un lugar para el todo y un sitio para la nada.

Lo siento, pero a pesar de todo, te amo, mundo. Sé que te quiero, y que aquí, en este tiempo y este espacio está mi sitio. Mi lugar es éste, aunque ande perdido y desorientado. Éste es el sitio y el lugar en que nazco día tras día, perdido en mis pensamientos, intentando encajar las piezas de un puzzle cuyo dibujo no sé ver.

Y en el sin sentido de todas mis palabras que ahora te escribo, está el sentido de lo que soy y de lo que siento. Porque al final lo que importa no son las palabras, sino los sentimientos.

Contemplaré tu naturaleza y me dejaré cegar por tu belleza, perdido, caminando, avanzando... sin destino.

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