miércoles, 27 de noviembre de 2013

HIBERNACIÓN

A los que hibernan y se sienten cómodos en su hogar cuando llega el frío.


Llega el frío y con él, mi estado de apalancamiento e hibernación.

Creo que si realmente está sociedad no nos obligase a vivir este ritmo contra natura en el que vivimos los humanos, en el que ya no se respeta ni el ritmo de las estaciones ni el de las horas, realmente entraría en un estado semi letárgico de hibernación o de dormancia. ¡Bueno, quizás exagero! ¡Jajajajaja! No, no es que crea que realmente durmiese todo el invierno, pero posiblemente las horas que pasaría en la cama aumentarían, y allí me pasaría la mayor parte del día, abrigado, dormitando, y si acaso, en los momentos más lúcidos, me sumiría en mis pensamientos, aún en ese estado de semiletargo más típico del cansancio o el absoluto bienestar, despertando brevemente para comer una frugal comida o hacer alguna actividad cubierto por el calor del hogar. En ese estado, no necesitaría más. Una chimenea de leña, quizás, y alguna buena lectura para pasar las horas frente al calor de las llamas. Sería tiempo para escuchar historias y crear dentro de cuatro paredes y bajo un techo.

Cuando se habla de hibernación, ésta puede entenderse en un sentido muy amplio. Cierto es que los humanos no hibernamos, pero en invierno la actividad metabólica desciende en casi todos los seres vivos, y el cuerpo humano lo nota por igual; es algo biológico. Aunque desde la época de la industrialización, simpre movida por la economía, y con el apoyo que ésta siempre ha recibido desde las “altas esferas”, eso ha cambiado.

Antiguamente, cuando no existía la electricidad, los días de invierno eran días de estar en casa. Se reservaban para esta estación muchos de los trabajos que podían realizarse dentro del hogar: el curtido de pieles, la fabricación de diversos enseres para el hogar o el campo -ya fueran cestas, ropa, yugos, sillas de montar o bridas, cubiertos de madera o juguetes para los niños, apaños para las herramientas de labranza; se realizaban diversos trabajos de carpintería y algo de herrería si uno disponía de las herramientas necesarias en casa. Era tiempo de la matanza de algunos animales con la que se fabricarían embutidos y otros encurtidos y de los cuales también se salaría su carne. Era la época de hacer las conservas con frutas almibaradas o secadas, pescado en vinagre o salazón, queso en aceite... Era tiempo de contar historias reunidos alrededor de la hoguera del hogar, y de acostarse al poco de la caída del sol, tan sólo iluminados por las llamas de una chimenea, velas o un candil. Con la llegada de la luz de gas, y posteriormente con la electricidad, las cosas ya empezaron a cambiar, y la industrialización hizo el resto al imponern a los hombres unos nuevos horarios de masas que ya no seguían los ritmos de las estaciones ni el ciclo de las horas de luz, y nos convertimos así, de nuevo, en esclavos.

Reconozco que soy parco y austero, y me gusta sufrir los rigores del invierno tan solo para recordar aquellos tiempos en el que el hombre se regía por las estaciones, y no intentaba cambiar el devenir de éstas en su hogar como se hace en la actualidad. Hay momentos en que me gusta sentir el frío en casa y abrigarme bajo el calor de una manta, o sentirme envuelto en un buen jersey de lana, quizás con unos guantes agujereados bien dispuestos y una buena gorra para la cabeza. También es mi modo de decir "¡NO!" a las grandes empresas energéticas que en estos tiempos nos explotan con precios abusivos por tener la calefacción en marcha, y de ello se aprovechan.

Y así, estúpidos de nosotros, hoy en día no es extraño ver a la gente sufrir calor en pleno invierno en el interior de sus casas, donde se mueven en manga corta mientras en el exterior hace un aire frío, o genter eternamente resfriada debido a los grandes contrastes de temperatura a los que nos vemos sometidos constantemente bajo esas condiciones. Pero no, no es extraño el gran derroche energético al que nos han acostumbrado las grandes empresas de energía. Nos han enseñado a hacerlo, nos han enseñado a consumir, nos han enseñado a pagar, todo ello más allá de lo necesario. No es extraño, para nada, y así, en algunos hogares uno va más destapado que en verano, sin entender ya nada de ciclos estacionales.

El invierno, antaño, era una época de descanso. Se trabajaba en las casas, sí, pero era tiempo de compartir, era tiempo de familia, tiempo de estar recogido, y de no salir demasiado del hogar. Ir a cortar leña o salir a cazar alguna cosa, si acaso. Ir a vigilar el bienestar de los animales en sus establos o disfrutar de la compañía de los nuestros o quizás de la soledad. Era tiempo de contacto, de sentir cerca a los tuyos, o disfrutar del calor del cuerpo y el alma de los demás. Ahora son muchos los que, llegados a ese punto, ya no son capaces ni de disfrutar de eso.

Si pudiera, hibernaría. En otoño empezaría ese lento proceso en el que uno va recogiéndose en su nido, a medida que las horas de luz se acortan, y así haría hasta caer en el sueño hibernal. Y dormiría como duerme la tierra y el bosque durante las noches frías, compartiendo las pocas horas en que estuviese activo con los míos o en la soledad, acompañado de la lectura de un buen libro, frente la chimenea del hogar.

lunes, 25 de noviembre de 2013

FOTOGRAFÍA POST MÓRTEM: LAS FOTOGRAFÍAS DE LOS MUERTOS.

La fotografía post mórtem, también conocida como fotografía de difuntos, memento mori o retrato memorial, fue una práctica fotográfica habitual durante el buena parte del siglo XIX y principios del siglo XX. Esta práctica consistía en vestir el cadáver de un difunto con sus ropas personales y fotografiarlo en un último retrato grupal junto a sus familiares, amigos o compañeros, o bien en solitario. Para entender este tipo de retratos -que en la actualidad a menudo son considerados como morbosos o, incluso, de mal gusto-, hay que comprender el momento histórico en que fueron realizados y el significado solemne que estas fotografías tenían entre los parientes más cercanos del fallecido, ya que éste, a menudo, se convertiría en el único recuerdo visual que dispondría la familia del fallecido y que permanecería entre ellos, en una época en la que, en el mejor de los casos, cada familia disponía tan sólo de unos pocos retratos o fotografías, o no tenía ninguno en absoluto hasta la muerte del difunto.


PRESENTACIÓN

Aunque el retrato memorial aún continúa vigente hoy en día, en la actualidad éste se aplica, en su gran mayoría, únicamente a fotografías hechas en vida del difunto. Actualmente, la mayor parte de personas tiene a su disposición todo tipo de retratos y fotografías hechas a lo largo de su vida, y éstas, gracias a la fotografía digital, incluso han pasado a ser y formar parte de nuestra vida diaria. Sin embargo, años atrás, especialmente antes de la aparición de la fotografía automática, un retrato o una fotografía era algo excepcional y valioso, reservado para las ocasiones especiales, y no era extraño el hecho de que una familia sólo se dispusiera de una única o unas pocas fotografías, o de ninguna en absoluto. Las fotografías, entonces, solían ser enmarcadas y expuestas de manera solemne y memorial, ya que su carácter y significado no era tan mundano como hoy en día, en el que algunas personas sacan fotos hasta de su desayuno diario. En este contexto, pues, puede entenderse claramente el valor sentimental que podía llegar a tener el retrato de un difunto, especialmente, en el caso de los bebés y niños de corta edad, cuyas fotografías post mórtem serían, posiblemente, las únicas imágenes disponibles de ellos.


Por otro lado, en la actualidad, aunque se habla mucho de la muerte y ésta se muestra constantemente a través de imágenes diversas, reales o no, a través de los noticiarios, la prensa, los documentales o las películas de ficción, hoy, más que nunca, el hombre está alejado del verdadero concepto o significado de la muerte, de la que ocurre a nuestro alrededor, hasta el punto que nos negamos a ver incluso la muerte de los mismos animales que consumimos, sacrificados en mataderos, sin pensar ya en ellos como seres vivos, sino como simple carne de consumo producto directo de los supermercados. La muerte se ha banalizado, la vemos en todas partes, pero la muerte real, la que nos es cercana, se ha convertido en algo tabú. La muerte, por lo común, ya no ocurre en el seno familiar, sino en lugares apartados, fríos, asépticos –llámense asilos, residencias, clínicas u hospitales-. La persona muere apartada de su grupo familiar, del propio hogar, y ya apenas se lo vela. La visión de su cuerpo suele ser evitada a los niños, mientras que en otros tiempos esto era algo que formaba parte de la vida diaria, e incluso los niños estaban acostumbrados a la visión de los muertos.


Así pues, es en su contexto histórico donde la muerte puede ser entendida en toda su solemnidad.

SITUÁNDONOS EN EL CONTEXTO HISTÓRICO

La fotografía post mórtem floreció especialmente durante las primeras décadas de la fotografía, en la que los familiares de un difunto preferían capturar la imagen de un ser querido fallecido, antes que no tener ninguna imagen suya en absoluto. Esta práctica alcanzó enorme popularidad a finales del siglo XIX y se extinguió cuando la fotografía instantánea se volvió en algo común.


Para entender la fotografía post mórtem, hay que situarse y entender el contexto histórico en que este tipo de retratos se realizan: una época en que la muerte era algo más familiar, ya que ha menudo ocurría en el seno de la misma familia y el muerto moría rodeado de los suyos, y en la que un retrato era considerado algo excepcional, al contrario que hoy en día, en que éstos abundan incluso para la cosa más intrascendental. Las fotografías post mórtem servían como recuerdos para recordar al difunto. Esto era muy común, especialmente, en el caso de bebés y niños de corta edad , ya que las tasas de mortalidad infantil en la esos tiempos eran muy altos , y una fotografía post mórtem posiblemente era la única imagen del niño de la familia conservaría.


PRECEDENTES

La fotografía post mórtem nació, prácticamente, con el nacimiento de la fotografía en 1839, pero su concepto ya había tenido diversos precedentes en algunos ritos funerarios y en el arte. Desde la momificación a la fabricación de máscaras mortuorias, pasando a los retratos y pinturas renacentistas del barroco, a la obtención de moldes de escayola de los difuntos para recordar sus rostros, existía un largo recorrido histórico que pretendía guardar una memoria visual de los seres fallecidos. No sería hasta el siglo XVII, sin embargo, que el retrato pintado como tal cobraría especial relevancia durante el Barroco, con el tema  del memento mori y las pinturas de vanitas, como primeros ejemplos de retratos pintados (que no fotografías) post mórtem.


MEMENTO MORI: "RECUERDA QUE MORIRÁS"

Las representaciones de difuntos en la historia del arte suele entrar dentro de la categoría de arte conocida como memento mori. Memento mori es una frase latina que significa “Recuerda que morirás”, e intenta recordar al ser humano su propia mortalidad y la fugacidad de la vida. Efectivamente, la pintura de bodegones, que surgió en Europa con los libros religiosos ilustrados, cumplió en esa época la función de persuadir de la vanitas de la existencia. Vanitas es un término latino que puede traducirse por vanidad, entendiéndose como tal no en el sentido de soberbia u orgullo, sino en el sentido de vacuidad o insignificancia. El mensaje de este tipo de arte era claro: la naturaleza se descompone, mas el alma es inmortal; el espíritu habita brevemente en cada cuerpo, pero luego lo abandona y el cuerpo muere.


El detalle que a menudo revela la presencia de una pintura de vanitas es la presencia de un cráneo humano, generalmente acompañado por otros símbolos alusivos a la temporalidad de la vida y la inutilidad del esfuerzo humano: flores caídas, frutas podridas, relojes de arena, etc. En muchos cuadros de vanitas se agrupan los elementos que representan la actividad humana (libros, instrumentos científicos) y los placeres humanos (pipas, instrumentos musicales, etc.) que marcan la futilidad de lo material en una vida tan corta. La vejez y los cadáveres dejan su marca, frecuentemente, en el memento mori. La pintura de bodegones simboliza lo que serán los seres humanos cuando han abandonado el escenario de la vida: vanitas.


Y es en este contexto en que aparecen los primeros retratos de difuntos. Retratos pintados que a menudo representaban a nobles y religiosos fallecidos.

EL NACIMIENTO DE LA FOTOGRAFÍA POST MÓRTEM

Con la invención del daguerrotipo, el 19 de agosto de 1839, en París, Francia, la práctica del retrato se convirtió en algo mucho más común, ya que muchas de las personas que no podían permitirse el lujo de pagar la comisión de un retrato pintado a mano, podían, al menos, gracias a este invento, permitirse el lujo de hacerse una sesión fotográfica que inmortalizase su imagen, proporcionando, a su vez, un medio para memorializar a sus seres fallecidos más cercanos. Así pues, la fotografía de difuntos o fotografía post mórtem se inició poco después del nacimiento de la fotografía, extendiéndose rápidamente hacia otros países.


En ese tiempo la fotografía mortuoria no era considerado algo morboso. Debido a la ideología social de la época, la muerte se concebía como algo con un aire mucho más sentimental, llegando a ser vista, en algunos casos, como un privilegio (una idea derivada del Romanticismo).


La práctica del retrato o fotografía post mórtem consistía en vestir el cadáver de un difunto con sus ropas personales y hacerlo participe de un último retrato individual o grupal, junto a sus familiares, amigos o conocidos, empleando para ello distintas técnicas y composiciones fotográficas, que serán descritas a continuación.


TÉCNICAS Y CATEGORÍAS

Las primeras fotografías post mórtem solían ser planos de la cara del difunto, a modo de busto, o fotos completas del mismo, esto es, a cuerpo completo, aunque en estos casos raramente se mostraba el ataúd y el sujeto solía representarse como yaciendo en un sueño profundo, a veces en su mismo lecho de muerte, otras veces en un sofá, como si estuviese reposando, disponiéndoselo para que pareciera lo más realista posible, en una posición más o menos natural; también se los mostraba sentados en sillas o apoyados en marcos especialmente diseñados para ello. Los niños, en estos casos, solían mostrarse reposando en un sofá o una cuna, a menudo junto a su juguete favorito u otro juguete, y tampoco era raro que aparecieran junto a uno o varios miembros de la familia, siendo lo más frecuente que apareciera en brazos de la madre. En ambos casos, las flores eran también un motivo común de la fotografía. Con el tiempo, los retratos irían haciéndose más elaborados, empleándose distintas técnicas para ello.


Posteriormente, se emplearía un menor esfuerzo en mostrar una apariencia natural del difunto, ya que a menudo se mostraba al sujeto en un ataúd. Algunos ejemplos tardíos de este tipo de fotografías muestran al fallecido en un ataúd rodeado, a veces, de un gran grupo de asistentes funerarios. Este tipo de fotografía fue especialmente popular en Europa, pero menos común en los Estados Unidos. Una variación de este último tipo de retrato memorial implicaba fotografiar a la familia en una capilla dedicada a los fallecidos, que incluía un retrato del difunto cuando aún estaba en vida.


Algunos retratos póstumos se caracterizan por los variados artilugios de los que se servían los fotógrafos para embellecer la imagen y despojarla de la crudeza de la muerte, intentando algún tipo de arreglo para mejorar la estética del retrato. En algunos casos se maquillaba al difunto y, tras obtener la fotografía o daguerrotipo, se coloreaba la copia a mano. Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico del siglo XIX, debido a los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas fotográficas de aquella época (que podían durar alrededor de 5-10 minutos). La toma del daguerrotipo era tan larga que, cuando se trataba de fotografiar a personas (estuviesen vivas o muertas), se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera. Precisamente éste es el motivo por el cual, en los retratos en que aparece un difunto junto a sus familiares, suele reconocerse fácilmente al difunto: por la nitidez de su imagen.


Las fotografías de difuntos los podían mostrar “cenando” en la misma mesa con sus familiares vivos; los bebés difuntos estaban en sus carritos junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; los abuelos fallecidos se mostraban con sus trajes elegantes, sostenidos por su bastón. A veces, añadían elementos icónicos -como por ejemplo, una rosa con el tallo corto vuelta hacia abajo, para señalar la muerte de una persona joven, relojes de mano que mostraban la hora de la muerte, etc. Los militares, los sacerdotes o las monjas eran, por ejemplo, usualmente retratados con su vestuario característico. La edad del pariente que acompañaba al difunto era el hito temporal que permitía ubicarlo en la historia familiar. Los deudos que posaban junto al muerto lo hacían de manera solemne, sin demostración alguno de dolor en su rostro, incluyendo a los niños.


Llegados a este punto, podemos decir que los retratos mortuorios privados podían encuadrarse en tres posibles categorías según la manera en que se retrataba al sujeto:

  • Simulando vida. En un intento por simular la vida del difunto se los fotografiaba con los ojos abiertos y posando como si se tratara de una fotografía común, por lo general junto con sus familiares. No es difícil notar cual es la persona sin vida ya que -entre otras diferencias-, al no tener movimiento alguno durante la exposición fotográfica su imagen sale muy nítida en la imagen y no así la de sus familiares. Las tomas se solían retocar a mano usando distintos tintes para dar color a la mejilla del difunto o pintando los ojos sobre los párpados cerrados.
  • Simulando estar dormido. El difunto reposa en una cama, acostado en un sofá o incluso reclinado en un sillón o sobre algún familiar. Por lo general este tipo de fotografías se realizaba con los niños. Se les toma como si estuvieran descansando, y en un dulce sueño del cual se supone que despertarían. En algunos casos los padres los sostenían como acunándolos para aportar naturalidad a la toma.
  • Sin simular nada. Se les fotografiaba en su lecho de muerte, o incluso en el féretro o ataúd, a veces en una capilla. En este tipo de tomas se agregaban flores como elemento ornamental, que no existían en el resto de las fotografías post mórtem. Ese tipo de fotografías también se les tomaban a los niños.



LAS FOTOGRAFÍAS POST MÓRTEM DE NIÑOS

La figura del niño muerto ha sido objeto de culto en las diferentes culturas que existen, ya desde la antigüedad. Este tipo de culto ha variado dependiendo de la época y la cultura con la que tratemos, pero en muchas de ellas era normal que a los niños se los enterrase con juguetes u objetos de uso cotidiano, y se les otorgase un lugar privilegiado debido a su “inocencia”. En la Europa medieval, además de monumentos funerarios, se colocaban epitafios con notas biográficas y frases que expresaban la pesadumbre y el deseo de perpetuar la memoria del niño muerto, invitándolo a tomar su lugar en el coro de ángeles. Por eso, en las fotografías post mórtem de niños, a partir del siglo XIX, a los niños se les llamó “angelitos”.


Debido el alto índice de mortalidad infantil de dicha época, siglo XIX, la mayor parte de cuyos fallecimientos se debieron a los escasos recursos médicos en esos tiempos, así como las condiciones de pobreza y miseria en los que en muchos casos vivían, existe una importante cantidad de fotografías post mórtem de niños, o fotografías de “angelitos”, como se las llamaba. Era normal que una familia común sumase entre 8 y 10 hijos, de los cuales, debido a las condiciones precarias en las que veces vivían, solían fallecer la mitad. Tomando en cuenta ese contexto, las fotografías de los niños fallecidos junto a sus padres y/o hermanos, o simplemente el niño muerto, estaban comprensiblemente aceptadas.


LA FOTOGRAFÍA POST MÓRTEM EN LA ACTUALIDAD

Con la llegada de la fotografía instantánea, decreció la demanda de retratos post mórtem poco a poco. Si en un principio un retrato o una fotografía podía ser algo excepcional en el seno de una familia, con la fotografía instantánea, que requería menor exposición y resultaba mucho más barata, esto era algo que estaba casi al abasto de cualquiera, por lo que la gente empezó a retratar más momentos de la vida, y recuerdos mucho más alegres. ¿Quién podía desear tener la foto de un familiar muerto, cuando podía tener un retrato de momentos más felices compartidos junto a él? A medida que la práctica de la fotografía post mórtem iba cesando y desapareciendo en gran medida en los llamados países occidentales (entiéndase Europa y Norteamérica), poco a poco empezó a ser visto como algo vulgar, morboso, sensacionalista e incluso con ciertos tintes terroríficos o macabros.


Este hecho, este cambio de actitud llama la atención si tenemos en cuenta el marcado contraste de belleza, sensibilidad y serenidad percibida y transmitida en la tradición fotográfica post mórtem más antigua, que en el fondo no reflejaba nada más que el intento de hacer pervivir en la memoria el recuerdo de un ser querido.

Esto marca un cambio cultural y social que indica el malestar cada vez más amplio que genera el concepto de la muerte cuando ésta está cercana dentro del propio núcleo familiar. Se ha deshumanizado a la muerte, que actualmente está presente constantemente en la prensa, la televisión o el cine, mientras que antiguamente se la solía humanizar. Los seres queridos solían morir cerca de los suyos, en su propia cama, mientras que ahora mueren alejados de su hogar o núcleo familiar, en camas ajenas que pertenecen a un hospital o un centro geriátrico. La diferencia cultural entre la vida y la muerte queda así patente en este nuevo siglo frente a siglos anteriores.


Más allá de todo esto, y hablando del retrato memorial, que ya no post mórtem, en la actualidad algunas funerarias continúan ofreciendo la posibilidad de la fotografía memorial, aunque al contrario que en otros tiempos, éstas son fotos hechas del difunto cuando aún estaba en vida. En este caso, puede limitarse a una simple foto, o a un álbum fotográfico mostrando y recogiendo parte de la vida del difunto. Del mismo modo, algunas funerarias ya ofrecen la posibilidad de pegar un código QR en la tumba de un fallecido, de modo que éstos códigos, vía móvil, nos pueden conducir a enlaces que recogen imágenes o videos donde se muestra imágenes del fallecido cuando vivía, así como escenas de su vida.


Las fotografías post mórtem ha pasado a engrosar también la obra de varios artistas contemporáneos, que intentan implicar ciertos mensajes e intenciones en su obra. Desde la controvertida serie “Cadáver” del fotógrafo estadounidense Andrés Serrano, que presenta fotografías de víctimas de muerte violenta en forma de retratos embellecidos, pasando a las fotografías de tabloide del mexicano Enrique Metinides, conocido por sus austeras fotografías de la, a menudo, espantosa vida en la Ciudad de México, con documentos de víctimas mortales en la escena del crimen, con una estética de composición que ha hecho que su obra haya sido expuesta en respuesta a la crítica positiva en galerías de todo el mundo, pasando por otros artistas como el estadounidense Joel-Peter Witkin, o el irlandés Maeve Berry, que encuentra un compromiso estético mediante la captura de las brasas de los cuerpos en el crematorio funeral, y muchos otros.


lunes, 18 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ LOS HOMBRES IGNORAN A LAS MUJERES?

Escrito por: Joan Ramon Santasusana Gallardo, en colaboración con Marga Muñoz Martos.


“- Me habla, me ilusiona, me olvida... Me extraña, me vuelve a hablar, vuelvo a caer, me vuelvo a ilusionar y se repite la historia...” Estas palabras resumen, en esencia, la historia que me han contado varias amigas durante estos últimos meses, esperando que les diese una mágica respuesta a la pregunta de por qué algunos hombres ignoran a las mujeres. No sé refieren, por supuesto, a hombres que las han ignorado ya de entrada –si un hombre sencillamente no se fija en ti, es que no le interesas-, sino más bien al caso de hombres que han aparecido repentinamente en su vida –ya sea en el mundo real o en el mundo virtual- mostrando lo que parece un genuino interés por ellas -ya sea para trabar conocimiento, una relación o un simple encuentro-, y después de mucho charlar y hablar durante horas y horas, o días y días, cuando por fin han obtenido una respuesta positiva por parte de ellas, de repente han desaparecido sin explicación alguna ignorándolas por un tiempo indeterminado, para más tarde reaparecer volviendo a mostrar su interés como si nada hubiese pasado, e iniciar de nuevo ese ciclo, que se puede repetir sin cesar, si la chica en cuestión no sabe ponerle fin. Aunque en la actualidad evito actuar como psicólogo sentimental de nadie, la cuestión planteada me parecía lo suficientemente interesante como para reflexionar sobre ella, indagar, intentar analizar y contestar a la pregunta de “¿Por qué los hombres -a veces- ignoran a las mujeres?”-y viceversa-, y escribir un pequeño artículo sobre ello.


INTRODUCCIÓN

Antes de empezar este artículo en cuestión, quiero que nos situemos y planteemos el caso de entrada. Por lo que he ido averiguando, este caso, aunque con distintas variantes, claro está, ocurre a menudo, por lo que no está de más hacer un breve repaso de la situación:

Un día cualquiera, una mujer conoce a un hombre en algún lugar -una boda, un pub o a través de alguna red social-, y como quién no quiere la cosa se establece un diálogo entre ellos. Inicialmente parece haber cierto feeling o conexión entre los dos o, al menos, cierto interés por parte del chico u hombre en cuestión, que parece querer conocerla mejor o volver a quedar en otra ocasión. A veces se da el caso de que, de entrada, la chica no tiene más interés por él del que podría tener por cualquier otra persona, pero ante la perseverancia de éste, poco a poco va bajando la guardia y empieza a interesarse por él. Sea como fuere, lo cierto es que a partir de cierto punto se establece entre ellos cierto feedback, cierta retroalimentación. En la mayoría de estos casos de los que he sabido, suele haber cierta distancia que los separa; nada excesivo, pero hay unos kilómetros de por medio, eso es algo también a tener en cuenta: ello hace que ha menudo empleen las llamadas telefónicas o más frecuentemente utilicen los medios virtuales –mensajes a través de internet, whatsapps, etc.- de una manera regular. Si inicialmente se conocieron a través de una red social, en la mayoría de casos se establece una primera cita que la mayoría de veces se lleva a cabo... Y es en este punto, cuando la chica ya siente un genuino interés por esa persona en cuestión, y parece que la cosa empieza a ir a algo más, cuando de repente todo parece torcerse.

De repente, sin una explicación precisa, el hombre parece ignorarla, parece olvidarla, se muestra distante o no responde a sus mensajes; si se habla de quedar de nuevo, va poniendo trabas o impedimentos sin dar demasiadas explicaciones o, al menos, si las da, aunque puedan parecer racionales, no son demasiado coherentes con lo que dicen sentir. Súbitamente parece mostrar un desinterés repentino o desaparece, dejando a la chica sumida en un mar de dudas y un maremágnum emocional de sentimientos conflictivos: dudas, miedos, tristeza, sospechas, desolación... un mar de sentimientos rotos.

Después de esto, la mujer herida puede sobreponerse rápidamente, o necesitar un tiempo para digerir toda esta situación; eso ya depende de cada persona y de experiencias previas. Lleva un tiempo superarlo, pero poco a poco se hace, y cuando ya todo parece superado u olvidado, repentinamente, el personaje en cuestión vuelve a aparecer y el ciclo se inicia de nuevo. Vuelve a escribirle, llamarla o decirle que la echa de menos, le habla del interés que siente por ella, y todo vuelve a empezar. A no ser que se le pare los pies, cosa que en la mayoría de casos no sucede de entrada debido a los sentimientos, todo empieza de nuevo, y puede ir sucediendo una y otra vez. Tanto da si la persona herida vuelve a caer o no; en el mayor número de casos, surgirá una nueva oleada de sentimientos contradictorios, dudas, preguntas, miedos o rabia, que girarán alrededor de esa persona y el porqué de sus repentinas apariciones o desapariciones, si realmente dice estar tan interesada en ellas. El no entender que está pasando realmente creará un verdadero conflicto emocional.

Este hecho puede suceder de otros muchos modos y con otras variables: a veces, después de haberse conocido, estas personas desaparecen del mundo real, pero no del mundo virtual, donde continúan escribiendo y mostrando un aparente interés hacia ellas, que sin embargo se contradicen sus actos; así, cada vez que se habla de quedar de nuevo en persona, sólo se ponen impedimentos o vagas excusas, la mayor parte de las veces sin consistencia, para no quedar. Todo se convierte en un puedo y no quiero,  o un quiero y no puedo, pero sin dar ninguna explicación clara del porqué de todo ello. Sea como fuere, el caso es similar. ¿Qué demonios está sucediendo?

ANALIZANDO

Antes de dar una respuesta a este hecho tan frecuente, tendremos que analizar distintos factores. Evidentemente, el caso aquí expuesto puede ser extrapolable al caso contrario: lo mismo que preguntamos “¿Por qué los hombres ignoran a las mujeres?”, podríamos preguntar “¿Por qué las mujeres ignoran a los hombres?”. Los motivos de unos y otros pueden muy bien ser diferentes, de hecho, a menudo lo son, la psicología de los hombres y las mujeres a menudo funcionan de un modo distinto, pero también puede ocurrir que los casos sean similares. Así pues, creo que lo que diga aquí, en este artículo, puede ser perfectamente extrapolable tanto a las mujeres como a los hombres que se encuentren en un caso similar.


Las causas que pueden llevar a ignorar repentinamente, o relativamente rápido, a una persona por la que supuestamente se sentía interés, pueden ser múltiples y variadas; más tarde nos extenderemos sobre ello. En este artículo no pretendo dar con una causa que explique todos los casos. Creo que cada persona debería ser capaz de sacar sus propias conclusiones según sea su propia experiencia, aunque cuando se trata de sentimientos mucho me temo que la mayoría de seres humanos tienen la tendencia a escuchar más al corazón que no a la razón (aunque la experiencia nos enseñe lo contrario), cerrando los ojos ante hechos que a veces son evidentes, y por mucho que se diga, uno a veces no actúa en consecuencia hasta tropezar varias veces en la misma piedra, o hasta haber sufrido algunas malas y amargas experiencias que, en definitiva, le enseñarán a actuar de otro modo. Lamentablemente, este camino sólo suele tomarse cuando uno ya está emocionalmente deshecho.

Antes de empezar a dar una respuesta a por qué los hombres ignoran a las mujeres, quisiera dejar claro que aunque lo cierto es que éste es un hecho que ha venido pasando desde siempre, los medios virtuales -ya sea a través de internet y sus redes sociales o de los móviles y sus diversas aplicaciones-, han abierto una puerta más amplia que invita a que este tipo de historias ocurran más a menudo. Los sentimientos virtuales a menudo son una proyección de la mente de uno mismo, que desde la distancia idealiza o mitifica a la otra persona, y no funcionan del mismo modo que los sentimientos que puedan desarrollarse en una situación normal hacia una persona real. Personalmente, cuando se trata de relaciones virtuales, aconsejaría conservar la mente tan fría como se pueda, y dejar las emociones para un punto donde ese conocimiento entre ambos se haga más real.

EL RIESGO DE LOS SENTIMIENTOS "VIRTUALES"

La verdad es que las relaciones a distancia siempre han sido difíciles, a nos ser que ambos lados de la ecuación tengan ciertos aspectos inherentes a este tipo de relación muy interiorizados y asumidos, y posean además cierta fuerza de carácter y personalidad, que a menudo implica también bastante independencia a nivel emocional. Más allá que una simple relación a distancia, sin embargo, aquel tipo de relaciones que nacen y básicamente están plasmadas a través de la red u otros mundos virtuales, ya sea a través de conversaciones vía red social, vía móvil, o vía chat, suelen sustentarse en una débil columna de apoyo, al no ser reforzadas de forma regular con hechos reales. Las miradas, las caricias, el olor, el calor humano del contacto humano directo refuerzan las relaciones mucho más que las simples palabras o imágenes.


Es cierto que, cada vez más a menudo, los mundos virtuales abren nuevas puertas para conocer a más y más gente, y que de ahí surgen amistades, parejas y otro tipo de relaciones, pero tal como crean nuevas relaciones, las nuevas tecnologías también las destruyen, o destruyen relaciones anteriores ya establecidas, a veces por un simple encaprichamiento al sentirse escuchado por personas que en realidad nos son ajenas. A través de la red, mucha gente se esconde o huye, ya sea de la soledad, la monotonía, de sí mismos, o de una situación emocional que les resulta insostenible, pero de la que no saben como escapar, olvidando que a veces el primer paso para salir de un bache emocional es el diálogo directo con las personas cercanas. Intercambiar unas palabras por estas vías virtuales puede ayudar en momentos puntuales de bajón emocional o de baja autoestima, pero no es la respuesta. A veces es más fácil expresar lo que uno siente a un desconocido que a alguien cercano. Pero de ahí a pasar a la dependencia emocional o enamoramiento virtual, a veces hay un paso, una fina línea que a menudo se basa en ilusiones y fantasías que, en el caso que nos ocupa, la otra persona puede alimentar conscientemente con un propósito determinado. Sentir admiración, aprecio o amor hacia alguien a quién ni siquiera se ha conocido en persona puede ser un camino peligroso y tortuoso que, a menudo, desembocará inevitablemente al desengaño.

Las personas que se involucran demasiado emocionalmente a través de los mundos virtuales suelen llevarse muchas decepciones en ese sentido. No se sienten atraídas por un individuo en sí mismo, sino por una idea, una imagen distorsionada e idealizada, una perspectiva imaginaria que idealizan en la mente. Crean una ilusión óptica, un espejismo de lo que esa otra persona verdaderamente es. Buscan, en el fondo, llenar un vacío emocional o sentimental propio, pero lo hacen de un modo desacertado. Las verdaderas relaciones humanas se basan en la proximidad y el contacto físico. La amistad, la confianza, las muestras de cariño, la complicidad, la compañía y un sinfín de cosas más, aunque son posibles de emular, son imposibles de transmitirse o recibirse a través de los mundos virtuales, que se basan más en las palabras y las ideas.

El mayor riesgo, pues, es encapricharse o sentir apego por esa idea que se tiene de una persona, ya que al enfrentarse al individuo real, todas las ilusiones pueden desaparecer de golpe, con el inevitable desengaño. Esto puede suceder sólo a uno de los individuos que hay a cada lado de este tipo de relación, o puede ser recíproco en ambos casos; es decir, que la otra persona de la ecuación también se haya encaprichado de la idea que se hace de la otra persona, y sean dos los desengañados al enfrentarse a la realidad.

Más allá de eso, otro de los riesgos virtuales en este tipo de relaciones, está en la necesidad, a veces, de pasarse horas y horas perdidas en charlas virtuales que las atrapan, y que de algún modo las alejan de la realidad, incluso de parte de sus obligaciones, de sus amistades, u otras aficiones que enriquecen su vida, hipnotizadas por la magia de las palabras de la otra persona. Pero las palabras sin actos en los que apoyarse, apenas valen nada, ésa es la realidad. Esto puede ser muy evidente cuando uno se pasa horas y horas delante de un ordenador de forma continuada o pendiente del móvil de una manera regular, esperando recibir un mensaje o una llamada de la persona en cuestión. Volviéndose, en definitiva, en dependiente. Se crea así, una dependencia emocional y una dependencia hacia las nuevas tecnologías, cada vez más frecuente.

DOS SON DOS, Y NO UNO

Cuando se habla de por qué un hombre ignora a una mujer (o viceversa), lo primero que tenemos que observar es que hablamos de una cuestión que involucra a dos individuos, y no uno solo –en el caso del que hablamos, nos referimos a una mujer y un hombre, aunque en realidad la variable puede ser mucho más amplia-. Puede resultar muy fácil y cómodo pensar que la causa de esa situación depende únicamente de la otra persona, y eludir toda responsabilidad de dicha situación. El caso es que uno mismo no puede eludir su propia responsabilidad.


El hecho de que una persona se sienta ignorada por otra no significa, de entrada, que ella no tenga que ver nada en esa situación. Si una mujer cree que está siendo ignorada repentinamente por un hombre, quizás debería pensar sobre por qué el hombre ha decidido ignorarla o desaparecer de repente. Puede que simplemente necesite espacio, un tiempo para pensar; puede que debido a algo, repentinamente, la persona en cuestión no esté interesada en ir más allá, y no se atreva a planteárselo para no herir sus sentimientos; puede que simplemente no tenga nada claro y haya optado por desaparecer; puede haberse sentido herido por algo que se ha dicho o ha hecho y la otra persona no sea consciente; o puede haber muchos otros motivos de los que ya hablaremos. ¿Por qué ha decidido desaparecer? Los motivos pueden ser ajenos a la persona ignorada, pero ella también puede ser la causa de que la otra persona haya optado por el camino de la ignorancia o por desaparecer. En estos casos, cuando hay dudas, lo mejor es el diálogo, pero si no hay diálogo, si no se habla, si la otra persona no responde, lo mejor es pasar página y empezar la vida de nuevo. No es infrecuente que algunas de estas personas vuelvan a aparecer, y entonces den una explicación más o menos pausible, según el caso. Lo que deberían entender ambas personas, en estos casos, es que la situación, entonces, habrá cambiado a muchos niveles y difícilmente volverá a ser la misma que era en el punto en que se dejo. Ambos serán responsables de haber llegado a esta situación. No hablamos de culpa, sino de como se ha reconducido todo desde el principio.

JUGANDO CON LOS SENTIMIENTOS

Los sentimientos y emociones humanos son algo complejo, y pueden ser heridos y manipulados más fácilmente según la sensibilidad de cada persona o la medida de control que uno tenga sobre todo ello, especialmente en los casos de personas demasiado crédulas hacia todo lo que oyen (o leen) o demasiado dependientes de un apego emocional, que a veces no se asienta siquiera en una base real.


No es raro que las personas que tienen una baja autoestima, sufren algún tipo de inseguridad o buscan llenar algún tipo de carencia o vacío emocional, busquen consuelo o apoyo en otras personas, al fin y al cabo todos somos humanos. Sin embargo, esa es una moneda de dos caras: mientras que algunas personas buscan cubrir estas carencias a costa del sentimiento o las emociones que crean en los demás, y por lo tanto se convierten e unos manipuladores de emociones, otras personas se vuelven en demasiado dependientes de las atenciones que las otras personas le proporcionan, ya que así obtienen cierta cobertura emocional, a costa de rendir su propio yo.

Ciertamente, algunas personas actúan empleando las mentiras y las falsas ilusiones, aunque puede que ellas mismas se las crean, porque a menudo ellas mismas tienen la autoestima por los suelos y necesitan sentirse deseadas, sin importarles como pueda sentirse la otra persona en realidad. No les importa tanto lo que siente en verdad esa otra persona, como la reacción de sentirse deseada que es lo que eleva su autoestima. Puede que ni siquiera se den cuenta de ello. Otro de los motivos porque esto sucede a veces es que estas personas no saben quererse ni ellas mismas y precisan de personas de su entorno que cubran esa necesidad de autoestima, a base de palabras y palabras, o de mentiras, mentiras y más mentiras. Se mienten a ellos mismos y mienten a los demás, y, finalmente, esas mentiras acaban saliendo a la luz, aunque llegados a este punto puede ser que ellos mismos sean incapaces de verlo o aceptarlo.

Evidentemente, también habrá personas que utilicen eso de otro modo. Algunas personas no están enamoradas ni tienen sentimientos de apego alguno, pero son capaces de liar emocionalmente a alguien sólo por el mero hecho de obtener algo -una evasión a su soledad, un escarceo sexual, información...-. En estos casos sería mejor decir las cosas claras y que la otra persona decida si accede o no a lo que se le pide. Ser sincero, en definitiva.

Y hay gente, en definitiva, que juega con los sentimientos y emociones de los demás simplemente porque no sabe que hacer con los suyos propios. Una actitud, ésta, que daña a los demás, al jugar con los sentimientos de otros tan solo para sentirse mejor consigo mismo. En base a eso, estos individuos acaban liando emocionalmente a otras personas, hasta el punto de plantar sobre ellas todo tipo de ilusiones, inseguridades, dudas… en un proceso que puede volverse muy ambivalente, incluso destructivo, hasta el punto de dañar emocionalmente a la otra persona, en mayor o menor, aunque este puede ser grande si la persona en sí ya estaba herida emocionalmente de algún modo.

Las personas tienen un límite, y cuando uno llega a ese límite, o se derrumba o pone los pies en el suelo, analiza, pasa página, cierra el libro y si hace falta clausura toda la biblioteca, siguiendo con su vida. Aunque posiblemente, para cuando lo haga, los sentimientos estén tan heridos y dañados de tal modo, que sus sueños e ilusiones queden rotos, hasta el punto que ya no le afecta nada de lo que le pase o alguien le diga después. Es en ese punto en el que los sentimientos están tan dañados, se puede generar una desconfianza generalizada hacia los otros hombres, desconfiando ya de cualquier otra persona que pueda mostrar un interés genuino hacia ella. Tristemente esto es algo que sucede a menudo.

El hecho es que a veces esto es algo que puede ocurrir en ambos sentidos. Una persona puede decidir ignorar a otra por el simple hecho de que antes se ha sentido ignorada o poco valorada. En el punto en que una persona decide ignorar a la otra, es cuando ésta se da cuenta de lo que valoran a la persona que ya se aparta o desaparece, pero entonces ya es tarde para aproximarse de nuevo. El interés debe demostrarse a su debido momento, nunca cuando ya es tarde. Utilizando una metáfora que me pusieron de ejemplo, es como  cuando arrugas un papel o lo rompes, y un rato después de haberlo hecho te das cuenta de que ese papel era útil; por mucho que intentes desarrugarlo o lo pongas entre las páginas de un libro, por mucho que intentes unirlo con cinta adhesiva, es imposible que vuelva a su estado inicial. Lo mismo pasa con los corazones, una vez que los dañan, una vez que los rompen, por mucho quese haga , jamás volverá a ser el mismo. Algo habrá cambiado irremediablemente.

ALGUNAS POSIBLES EXPLICACIONES... ¡PERO NO TODAS!

A continuación dejo una lista de varias de las razones o las explicaciones que se pueden dar del por qué un hombre puede ignorar una mujer. Evidentemente en esta lista no se enumerarán todas las posibilidades, porque éstas pueden ser múltiples y variadas y pueden existir muchas razones por las que esto suceda e, incluso, unas razones pueden solaparse unas con otras o cambiar con el tiempo. Algunas de estas explicaciones las he sacado de la simple observación, análisis de algunos de los casos que me han comentado o del mismo sentido común; otras las he obtenido a base de preguntar entre hombres y mujeres por igual. Aún así, como digo, cada caso es un mundo y creo que debería ser analizado independientemente. Sea como fuere, aquí quedan algunas de esas explicaciones, y que cada cual medite si su caso puede englobarse en una o más de estas categorías, algo subjetivas eso sí, pues no pretendo hacer de esto un estudio científico ni sociológico. Aquí queda la lista:

Hay otras. Existen otras personas, otras posibilidades, no eres la única. El hombre en cuestión simplemente puede estar hablando contigo porque quiere conocerte, como a una más; porque está tanteando o explorando el terreno, como puede hacer con otras; porque le gusta flirtear con unas y otras, o porque busca sexo con quién pueda. Si no miente al respecto, no hay problema, pero puede que pretenda hacerte creer que eres la única cuando no es cierto. Sin embargo, también es evidente, que una persona con cierto criterio y sentido común, debería entender que en ciertos sitios o redes sociales, una persona entra para conocer a gente, y por lo tanto, de entrada, no será la única persona en que esa persona pueda estar interesada, si no se dan los pasos oportunos para que así sea. Otra posibilidad es que esa persona ya tenga algún tipo de relación con alguien, y hable con la persona en cuestión únicamente para escapar o eludir ciertos problemas. Esto último suele ser frecuente en las personas que se sienten incapaces de establecer un diálogo abierto con sus parejas, o el diálogo con ellas resulta imposible. "¿Intentar conocer a unas y otras personas es lícito?", se puede preguntar. Evidentemente sí, siempre que no se juegue con una doble moralidad o con los engaños. Sin embargo, cruzada cierta línea, ir más allá ya es jugar con los sentimientos o creencias de esas personas, utilizando directamente el engaño, si se les quiere hacer creer que son las “únicas”, cuando realmente no lo son. Todo conocimiento de alguien involucra conocer a esa persona en distintas circunstancias. El interés hacia una persona puede crecer o decrecer según el interés que esta persona nos genere. Sin embargo, si el interés hacia una persona es verdadero, a medida que este interés crezca, decrecerá el interés hacia otras personas. El cambio puede ser súbito y radical, o puede suceder lentamente. Sin embargo, el conocimiento genuino de alguien debería significar no jugar con los sentimientos de esa persona, ni jugar con ella, ni mentirle. Demasiados hombres y mujeres dicen establecer una relación especial con alguien, sin dejar, sin embargo, de tontear o coquetear con otras personas, yendo a la deriva, o peor, haciendo que otros vayan a la deriva por sus simples antojos egoístas.

Simple sexo. La persona en cuestión busca simple y llanamente sexo, pero en vez de decirlo claramente y con educación, habla de sentimientos y emociones que verdaderamente no siente como una manera para atraer a la otra persona, embaucarla, haciéndole creer que sus intenciones o interés van allá, cuando en realidad no es cierto. En el momento en que ve que no obtiene lo que desea, o sea, sexo, el hombre simplemente desaparece... aunque puede que más adelante vuelva a aparecer para intentarlo de nuevo.

La distancia. La distancia tiene un peso dentro de cualquier relación, no nos engañemos. Es una dificultad añadida dentro de las dificultades que ya existen de por sí en cualquier relación, como podrían serlo también la edad, las creencias religiosas o algún tipo de enfermedad. Todas esas dificultades pueden superarse, no hacen imposible una relación, por supuesto, pero es un plus añadido. El hecho de que exista una distancia entre dos personas puede significar un alejamiento progresivo o inmediato de una persona respecto a otra, tanto a nivel físico como emocional, especialmente si en un momento dado medita la situación, y ésta puede optar por desaparecer.

Esperar demasiado. Hay mujeres que esperan mucho a través de una relación virtual, cuando ésta, por si sola, no vale nada. Si en la realidad no se mueve pieza en el mundo real, ¿por qué debería hacerlo la otra persona a través del mundo virtual, o continuar siquiera hablando en ese mundo cuando ha planteado mover pieza en el mundo real y la otra se ha decidido no hacerlo? Si se decide no dar ese paso, es muy posible que la otra persona, que sí está interesada, decida desaparecer. Perder el tiempo chateando a través de un ordenador o enviándose mensajes a través de un móvil, en estas situaciones, así como hablar de sentimientos a través un mundo virtual (por muy reales que éstos nos puedan parecer), no tiene demasiado sentido cuando la otra persona no responde o avanza hasta cierto punto.

Acomodamiento. Hay gente que se mueve a distintas velocidades, y eso puede hacer que la velocidad de una relación vaya más o menos lenta según el caso; si las velocidades de una y otra persona no se adaptan, o no se adapta la paciencia del que va más rápido al ritmo del que va más lento, posiblemente la relación no llegué nada, o a causa de forzar la situación, ésta se resienta. Sin embargo, hay gente que simplemente se acomoda a una situación, y llegados a un punto, ya no tienen intención de ir más allá porque ya están bien como están. En otros casos, una situación se estanca, aunque los dos no se acomoden, y por una serie de problemas es imposible ir más allá. Son dos casos distintos, aunque el resultado final suele ser parecido.

No saber ni lo que uno mismo quiere. Hay personas que no saben ni lo que ellas mismas quieren o lo que buscan, y en su búsqueda aleatoria y sin sentido acaban jugando con los sentimientos de otras personas, porque las acaban liando con sus cambios súbitos de intereses, palabrería, o apariciones y desapariciones constantes. Cuando eso sucede, lo mejor es dejar que uno se aclare, o de lo contrario hay muchas posibilidades de que la cosa acabe mal para los dos, o al menos para uno de ellos.

Cansancio, estrés o hastío. Una persona puede ignorar a otra persona por cansancio, estrés o hastío, no debido a la persona en cuestión, sino a causa de la vida de general. Algunos temas personales lo mantienen desganado, con ganas de desconectar de todo (lo que en este caso, incluye a la chica, aunque ésta le interese), tanto física como mentalmente. Hay momentos en que la persona se siente más activa y  puede desear hablar o hacer cosas, y otros momentos en que se siente cansada y con ganas de desconectar de todo y desaparecer, y puede que lo haga sin previo aviso. Pero lo cierto, es que en estos casos, lo mínimo que debería hacerse es dar una explicación. Si no se da una explicación, ¿para que debería siquiera la otra persona dignarse a esperar?

Flirteos, los justos. Hay hombres no están para perder el tiempo con tonterías, en juegos o flirteos que no llevan a ninguna parte. No es infrecuente que algunas chicas entren en este tipo de juegos como un modo de subir su propia autoestima a través de las palabras que esperan de otros o el tiempo que éstos les dedican, o como un juego, simplemente porque les gusta. Demasiada gente, por cierto, entra en estos juegos incluso teniendo pareja, y a sabiendas que no quieren nada con la otra persona que se encuentra al otro lado de la ecuación. En ese sentido, es mejor no participar en esos juegos que a menudo son inmaduros e infantiles. Algunos hombres, pues, no están dispuestos a entrar en ese tipo de juegos, o en caso de meterse en ellos, alargarlos demasiado, a sabiendas que los flirteos, cuando se alargan demasiado, no llevan a ninguna parte.

Desinterés ante el desinterés. Creo que en buena parte el desinterés que conduce a acabar ignorando a la otra persona, nace de cierto desinterés recíproco, o bien de falta de conexión, de conectividad, o de comunicación. Nace del mucho decir pero poco hacer, o del hecho de que a veces dice, habla o escribe pero lo hace de un modo vacío, superficial, sin decir ni mostrar nada de sí mismas. Personas que al hablar o escribir sólo buscan cierta autosatisfacción personal, cierto consuelo al saberse escuchadas. Y no son pocos los que escriben y dicen mucho de sí mismos, esperando ser escuchados pero escuchan poco a los demás. Cuando una persona percibe cierto desinterés por la otra parte, puede acabar desinteresándose ella misma de la otra persona.

Reciprocidad. La imagen o la percepción de reciprocidad que uno tiene en relación al otro, es importante. Si no es la misma, eso puede acabar desmotivando al que percibe que da más de lo que recibe, y finalmente el interés desaparece o, aunque no desaparezca, la persona en cuestión puede optar por desaparecer, esperando que sus sentimientos desaparezcan a su vez con el tiempo.

Otras prioridades. El hombre tiene otras prioridades. La chica en cuestión no es lo único que existe, o puede que estas prioridades puedan ser más importantes o no, según sea el caso que ella. Así, hay prioridades ineludibles (trabajo, familia...) y otras que no lo son tanto, pero que ahí están (ejercicio, ocio...). A pesar de ello, el hecho de que uno hable o no hable de estas prioridades con la otra persona también puede decir mucho del tema. Si el hombre no habla de estas prioridades o las esconde por algún motivo... ¡malo!

Supliendo la autoestima. Un modo habitual de suplir la baja autoestima, es buscando la atención de los demás. A mayor atención prestada por los demás hacia uno mismo, mayor autoestima. Con las tecnologías virtuales, algunas personas refuerzan su autoestima en base a los mensajes vía móvil, chat u otras redes sociales que reciben, y en base a ello, también con las personas les dedican mayor o menor tiempo hablando. Sin embargo, que hablen más o menos con ellos no significa que realmente estén interesados en esa persona, sino que más bien están interesadas en el refuerzo de autoestima que éstas les reportan. Uno de los motivos de que esto suceda es el hecho que mucha gente utiliza las palabras hacia otras personas para elevar su propia autoestima viendo las reacciones que provocan; no se preocupan tanto de los sentimientos que desencadenan en esas personas como de las reacciones que ellos mismos causan, que es de lo que realmente se alimenta sus ego o su autoestima. Desear sentirse deseado por otro, es lo que hace elevar esa autoestima, que a veces tiene, incluso un punto de vanidad mal escondida.

Falta de interés real. Puede que realmente lo que suceda es que haya una falta de verdadero interés. La mujer, las conversaciones con ella, pueden ser sólo un mero entretenimiento, un pasatiempo, un modo de pasar el tiempo cuando no se sabe que hacer, o una simple fantasía que se alimenta con las palabras. Lo que no significa que la persona en cuestión, aunque sólo sea vista como un pasatiempo, no acabe enviciando a la otra a pasarse las horas y horas hablando, o enviando mensajes o pequeños detalles, funcionado a modo de estímulo-respuesta. Pero a pesar de todo, el interés mostrado puede no ser real, sino simples ilusiones que se alimentan pero no pretenden ir más allá del placer obtenido en este tipo de relaciones.

Princesas, sólo en los cuentos. Una persona tiene que hacerse valer, pero de ahí a considerarse “princesas”... Hay chicas (y chicos) que se creen tan especiales que son de la opinión que la gente les deben algo simplemente por ser como son o ser quienes son, que tienen que irles detrás y desvivirse por ellas, cuando, curiosamente, en muchos de los casos ellas mismos ofrecen poco a cambio. Si quieres ser tratada de un modo especial, aprende a tratar a los demás igual. La simple belleza, situación social o categoría no te convierten en mejor persona.

Y se podría seguir... Pero más o menos aquí quedan englobados los casos más frecuentes que una persona puede hallar cuando no hay respuestas evidentes de por qué un hombre decide ignorar a una mujer.

PARA TERMINAR...

Como decía una amiga mía en una ocasión, “las cosas, de entrada, tiene que ser fáciles”; cuando ya no lo son de entrada, malo. Si las personas se antojan demasiado lejanas o complicadas, llegar a su simple conocimiento es un proceso que se alarga demasiado o se entra en extraños jueguecitos, lo mejor sería olvidarse del asunto. Aunque como digo, cuando hay verdadero interés, los problemas no son problema. Entendámonos, sí que puede haber problemas, igual que muchas otras cosas, pero son problemas que si hay verdadero interés se pueden llegar a hablar y a salvar, aunque eso sí, soy de la opinión que para que esto sea así, al menos ha tenido que haber un encuentro previo y real entre ambas personas. Si todo continúa en el mundo virtual, la base de esa relación es muy débil. Si se trata de una persona que se ha conocido a través del mundo virtual, lo mejor es no hacerse nunca demasiadas expectativas ni demasiadas ilusiones y, llegados el caso de que las cosas tiren hacia adelante, dejar que éstas fluyan con naturalidad. En caso contrario, si el tema parece llegar a un punto estancado, aconsejaría, ponerse unos límites a sí misma, y a la otra persona de la ecuación en cuestión.

Y acabado todo esto, uno, simplemente se acaba haciendo otra pregunta más: ¿Por qué algunas mujeres se interesan en los hombres que deciden ignorarlas?

¡Ahí queda esa pregunta!


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sábado, 16 de noviembre de 2013

VISIÓN POST-APOCALÍPTICA DESDE LA VENTANA DE MI ESTUDIO

Un retrato fugaz creado por mi imaginación al contemplar el mundo exterior desde la ventana de mi estudio...


Me asomo a la ventana y esto es lo que hoy contemplo: es un día gris, con un cielo gris, lleno de nubes grises. Son unas nubes que se mueven rápidamente por el cielo cambiando y mutando en cuestión de segundos: se forman, se rompen, se recomponen, se deshacen de nuevo... Parecen los jirones podridos de la mortaja de un muerto, dispuestos a deshacerse al más leve toque... Los árboles de la calle se mecen, la mayor parte de sus hojas ya caídas... El sol ya no parece el sol amarillo y agradable al que estoy habituado: su color es de un blanco brillante que recuerda al gris azulado del acero frío. Es un sol que ilumina, pero no calienta... El aire es frío, frío. Recorrido por el viento, el aire se me antoja gris como el cielo, blanco como el sol... Un cielo gris, frío, pero que después de mucho tiempo parece limpio por fin. Miro, y veo un mundo helado, pero sin hielo ni nieve... Observo el gran patio interior lleno de grava del edificio donde vivo, ahora cubierto de restos de las obras que se están haciendo en la fachada del edificio; todo ello parece abandonado. Grandes mallas de tela fina recubren el andamio que rodea el edificio, y se me antojan como gigantescas telarañas abandonadas que cubren la edificación entera. Todo ello, todo, tiene un tono post-apocalíptico. Redes, obras que parecen medio abandonadas, juguetes de niños quemados por la luz del sol tirados por el suelo, sus colores apagados... No se escuchan voces, ni motores, no se ve rastro de gente alguna... La imagen post-apocalíptica sólo se ve rota por el ocasional canto de un pájaro o el vuelo de alguna gaviota que se desplaza rápidamente arrastrada por el viento a través del cielo gris. Este parece ahora un mundo sin humanos, un mundo frío, pero aún con vida. Y en el misterio de esas ruinas, contemplando esta imagen desoladora desde mi ventana, que sin embargo transmite calma, acaso yo soy el único superviviente de la raza de la orgullosa especie humana, que en su vanidad quizás fue la causante de su propio fin, de su propia extinción. Si fuese así, si fuese el único superviviente humano, o me creyese tal, hoy cogería mi mochila y saldría a explorar después de ir a regar mi pequeño huerto urbano, alojado en ese mismo patio vacío que ahora contemplo. Hoy saldría a explorar en busca de más víveres, e previsión del invierno que se acerca, y con la esperanza de encontrar a otros supervivientes.

Contemplo este paisaje desolado desde la ventana de mi estudio, y me doy cuenta que todo esto no ha sido más que otro sueño de mi fugaz fantasía. El paisaje hoy está de acorde con mi estado de ánimo: frío, gris, pero limpio y dispuesto para un nuevo principio, una nueva aventura, lejos del mundo de los hombres.

Joan Ramon (16 de noviembre de 2013)

jueves, 14 de noviembre de 2013

AMIGO...

Per tu, que vas ser el meu millor amic…


Hoy me enterado de la muerte del que fue uno de mis mejores amigos. No sólo uno de mis mejores amigos: de hecho, durante muchos años fue mi mejor amigo. ¡El amigo! Aquella persona con la compartí tantos y tantos cómics y con la que hablé tantas veces de que haría si fuese un superhéroe, con el que hacía campanas o novillos en la época del instituto para irnos de tapas, con el que tuve tantas y tantas conversaciones filosóficas y pseudo-filosóficas, con el que compartí tantos buenos momentos y alguno de malo, junto al que estuve trabajando durante años en un guardarropa durante las fiestas de carnaval de Vilanova mientras veíamos al resto de la gente divertirse, el amigo que me acompañó y llevó hasta casa en alguna loca noche de borrachera, aunque él mismo nunca bebía, el que aguantaba mis chistes malos o mis penas amorosas de adolescente, el que me oyó cantar tantas canciones con mi mala voz… Era un amigo que me vio reír infinitas veces y llorar unas pocas en que lo necesité… Y yo, yo también lo escuché, sabía cosas que jamás compartió con nadie, excepto conmigo, al que también llamó su mejor amigo varias veces. Sus fantasías, sus sueños, sus amores…

La noticia me ha pillado de sorpresa. Es una de esas noticias que te llegan, la digieres, la pareces asumir, pero no te la acabas de creer. Sé que necesitaré unos días. Ahora mismo escribo esto, y aún no sé que creer. No sé si estoy en estado de shock o qué, simplemente, pese a hacer años que no nos veíamos ni hablábamos, me cuesta asumir que alguien que significó tanto para mí, ya no está. Pero es la realidad de la vida. Trabajo en una clínica forense, veo esto casi cada día… La muerte nos llega a todos.

Podría decir que tengo muchos amigos, pero sinceramente mentiría, porque para mí la palabra amigo tiene un significado muy íntimo. Amigos amigos, amigos de verdad, creo que puedo contarlos con los dedos de mis manos; puede incluso, que con los dedos de una mano me basten. Y hoy uno de esos dedos ha desaparecido. Da igual que hiciera años que no hablábamos, porque en mi interior el jamás había dejado de ser el amigo que fue.

Fue un gran amigo mientras nuestra amistad duró. Como digo, durante mucho tiempo, fue mi mejor amigo. Entonces, un día, sin entender demasiado cómo ni por qué, se fue alejando de mí. Me evitó. Desapareció. Nunca supe sus razones. No diré que no me importó…Me importó y me dolió que eso sucediera, pero son cosas de la vida, a veces esas cosas pasan, y tú no sabes el motivo. Lo acepté. Sin odio, sin rencor, porque esas cosas pasan. Así es la vida…

Pero jamás lo olvidé, ni creo que lo olvide. Era, fue, un amigo de ésos que verdaderamente te tocan el alma, una buena persona, un tipo que siempre guardaré en la memoria. Su recuerdo siempre permanecerá y aún de vez en cuando pensaré en él.

Hoy las letras no me podrán librar del dolor...

lunes, 4 de noviembre de 2013

REGALOS DIRECTOS AL CORAZÓN – Una pequeña mirada retrospectiva.

Es curioso el valor que le damos a veces a las cosas. Después de un año que empezó del peor modo posible, he pasado a vivir una época extraordinaria como la que hacía años que no vivía. Ha sido un año que ha ido paso a paso, avanzando lentamente al principio, pasando de lo peor a lo mejor, y aunque no ha sido un camino exento de problemas, éstos se han ido superando uno tras otro, simplemente ordenando a mi espíritu, mente y cuerpo que se pusieran de acuerdo e impusieran cierto orden en mi vida. Un período de duelo, un período de vencer la ansiedad, un período de meditación, de buscar mi yo, las cosas que me gustan y motivan, y un manos a la obra…


No controlo tanto mi vida, que dejo que transcurra tal como las cosas vienen, pasan y van, como he dejado que ésta fluya con naturalidad, dejando que las cosas lleguen solas, pero a la vez haciendo cosas para hacer posible que éstas sucedan. Me siento feliz, noto como si me faltase algo, pero a pesar de ello me siento feliz. Es, como yo digo, como un pez que fluye en un río. El río pasa a través de él, fluye a través de él, y el pez fluye con el río, pero fluyendo con él, con toda naturalidad, es como avanza, aún yendo a contracorriente.

Sí, es curioso el valor que a veces tienen las pequeñas cosas, los pequeños detalles, los pequeños regalos que, sin embargo, siendo pequeños pueden llegar a convertirse en tesoros de un valor incalculable, no tanto por su valor real como por lo que significan. Lo mismo que a veces sucede con los pequeños momentos que dicen tanto de nuestra vida, como pueden ser un simple roce, un beso, un abrazo, una caricia…

El principal regalo de todos, este año, ha sido recuperar mi vida.

Y quiero agradecérselo a todo el mundo, por el tiempo que algunas personas me han dedicado, ya sea por amistad, por compañerismo o simple compañía. Ha sido, en definitiva, el calor humano que me ha impedido encerrarme en el cascarón en el que quizás me hubiese metido. Me he sentido querido, estimado e incluso amado, aunque yo no haya podido corresponder a ese amor. Sin todo eso, sin todo ese cariño, amistad o amor, la vida es vida, pero se ve de otro color. Es la diferencia entre un yermo gris y un fantástico paisaje lleno de color y vida.

El otro regalo ha sido el tiempo, tiempo que yo reclamaba, y que, de habérseme otorgado cuando lo pedía, hubiese podido marcar un presente totalmente diferente a éste. Soy una persona que conoce sus límites, y aunque puedo sobrepasar estos límites, forzar la maquinaria más allá de éstos nunca ha sido prudente, ya que se cobra un precio en base al desgaste sufrido o a la tristeza nacida por ese desgaste. Si no traspaso esos límites que conozco bien soy todo luz, si los sobrepaso, mi luz poco a poco se va apagando a medida que se me exige o yo mismo exijo más.

Teniendo de nuevo el tiempo de mi parte, mi vida se endereza, mi mente se aclara. Puedo volver a parte de mis aficiones, y a través de ellas siento de nuevo la ilusión, la creatividad y los sueños que llegan. Pero todo ello a su ritmo, sin forzar nada, haciendo del tiempo un aliado, sin intentar abarcar más allá de lo que el tiempo me permite abarcar. Tiempo, tranquilidad, calma… Cada cosa siguiendo su latido, despacio, poco a poco, pero llegando.

Y en cierto punto de este camino, un día notas que las cosas no sólo están cambiando, sino que de hecho ya han cambiado. Vuelvo a sentirme completo. Vuelvo a sentirme yo. En este punto puedo volver a abrir mi corazón al mundo.

Es verano. Un verano en el que no me he alejado demasiado de casa pero en el que se me han abierto muchas puertas. Por un lado me llegó el regalo del descubrimiento del urbex, de la exploración urbana. Un mundo en el que me introduje de la forma más casual, a través del creativo fotógrafo David White.

Esa misma semana, una chica muy especial procedente de Rusia, cuya historia ya expliqué en una ocasión, vuelve a estas tierras catalanas, y durante un día, un solo día, exploramos juntos algunos paisajes y pueblos de la provincia. Mientras comemos en un restaurante  en el centro de la población medieval de Besalú, me regala una matrioska, una khokhloma, un bombón ruso y una rosa de papel hecha con sus propias manos. Sus regalos me encantan, pero esa rosa de papel me llega de pleno al corazón. Cuando se va, sé que la echaré de menos, pero me siento muy feliz. Poká, Tatiana! Tselúyu!

Llega el 28 de septiembre, y con ese día, la EuroSteamCon 2013 y la I Feria Steampunk de Barcelona. Sé que será un día en el que me reencontraré con unos pocos amigos y muchos conocidos, y que será un día en que conoceré a nueva gente. Todo es relativo, en realidad me veo atrapado casi todo el día en el puesto de los Cazadores de lo Oculto, en la búsqueda ficticia de un nuevo miembro entre todo el público asistente. Duncan Trisquel, uno de los Cazadores de lo Oculto, es el que ha montado casi todo el tinglado que ha girado alrededor de ese puesto. Mía pudo ser la idea, pero él es el que la ha llevado a cabo, el que la ha convertido en algo posible. Y estando ahí, es cuando me hace un nuevo regalo inesperado, aunque ya me había mencionado alguna cosa en verano. Visitó Asturias, y conocedor de algunas de mis debilidades, entre ellas mi amor por los cuentos, las leyendas y los mitos tradicionales, me entrega un libro: Mitología Asturiana.

Es un día un poco estresante, no lo negaré, no puedo ni visitar la feria, la gente va pasando y pasando sin parar. Y entonces aparece ella: ¡Lily Kamui Evans Stark! ¡Casi cuatro años de charlas virtuales, y por fin la conozco en persona! Eso, de por sí, ya es todo un regalo. Quedo prendado de ella, porque es de ese tipo de personas que cuando la conoces ves que es tan genuina, o más, que la persona que conociste por internet. Sin máscaras, sin disfraces, sin engaños. Genuina. Charlamos hasta donde nos lo permite el día, ya que tengo que estar por la gente que practica puntería en nuestro puesto, y también ando haciendo algo de teatro. Pero ahí está ella, es real. Y como recuerdo me deja un pequeño colgante de un dragón que debe ser mágico, pues cada vez que me lo pongo me vuelve su recuerdo. Espero de todo corazón que nos volvamos a ver, aunque sé que en estos días no he estado muy comunicativo con nadie, encerrado en mi propio mundo o en mis propias historias.

El día se acaba, he estado muy ocupado, pero también ha sido un día intenso, de emociones fuertes. El día se acaba, pero aún no se ha acabado. Aparecen en nuestro tenderete dos misteriosos y extraordinarios personajes con los que ya hemos hablado e incluso compartido la comida, son los profesores F.W. Klauss y Jason Roger Burrows, miembros de la Ars Obscura, adversarios naturales (que no enemigos) de los Cazadores de lo Oculto. Y sin embargo, aparecen y, como caído del cielo, aparece otro regalo inesperado. Nos hacen entrega de una caja de pistolas de duelo musical, como agradecimiento por haber expuesto parte de su obra en nuestra tenderete. Después de hablarlo durante un rato, yo me convierto en el poseedor de una de las extraordinarias armas, la creada por el profesor Jason Roger Burrows, mientras que la caja de pistolas de duelo y el arma creada por el profesor F.W. Klauss pasan a manos de Duncan Trisquel. Un modo apoteósico de acabar el día, y un arma que ha pasado a formar parte de la repisa de mi comedor donde tengo expuestos algunos de mis objetos más especiales…

Y aún hay más, porque entre todo ello, también quiero expresar mi agradecimiento a toda la gente que he conocido en estos últimos meses, y algunos que estaban allí mucho antes, a través de sesiones fotográficas, encuentros medievales y steampunk, en largos paseos por el campo o exploraciones urbex, o simples citas casuales que he tenido buscando conocer a gente nueva. Sé que con muchas de estas personas volveré a coincidir, otras puede que nunca las vuelva a ver. Pero sé de cierto que algunas despiertan en mí la curiosidad, mi deseo de saber y conocer más de ellas; otras, motivan mi vena creativa; otras, mi cariño, porque con ellas puedo expresarme no sólo con palabras, sino con abrazos, besos o ternura. Creo, sinceramente, que en realidad sois todos vosotros, a los que he conocido, el verdadero regalo que en verdad aprecio. Lamento no poder dar nombres, porque nunca acabaría, pero creo que más de uno o una se sorprendería... ya fuera por oír su nombre, o por descubrir mis motivos por considerarlos como regalos que he recibido, que la vida me ha dado.

viernes, 1 de noviembre de 2013

STEAMPUMPKIN: STEAMPUNK JACK-O’-LANTERNS AND PUMKINS WITH HATS (o, Steampumpkin: Jack-o’-Lanterns steampunk y calabazas con sombrero)


Fotografías, calabazas y atrezzo steampunk obra de: Joan Ramon Santasusana Gallardo.


¿Steampumpkin? ¿Y por qué no? Aprovechando el hecho de haber fabricado unos cuantos Jack-o'-Lanterns o calabazas de Halloween en motivo de la celebración de la Noche de Difuntos, me decidí a atrezzar algunas de estas criaturas con parte de mis complementos steampunk y mis sombreros, y el resultado, cuando menos, ha sido curioso. Aquí dejo algunas fotografías que dejan constancia de ello... ¡Son los steampumpkins, las calabazas vivientes alimentadas por fuego místico e infernal proveniente del interior del corazón de los Jack-o'-Lanterns!

Steampumpkin? And why not? Taking advantage of the fact that I made ​​a few Jack-o'-Lanterns or Halloween pumpkins for the celebration of the Night of the Dead, I decided to transform some of these creatures with my steampunk accessories and my hats, and the result at least, has been curious. Here, I post some pictures that record it ...They are steampumpkins, living pumpkins powered with the mystic and hellish fires from the inside of the Jack-o'-Lantern's hearts!