viernes, 21 de febrero de 2014

CUMPLEAÑOS (verdaderamente) FELIZ... y radicalizándome, que es esdrújula.

Sobre cumplir años y algunas disquisiciones personales sobre la felicidad y la libertad que ni siquiera sé si vienen a cuento...


¡Pues va a ser que sí! Va a ser que éste va a ser un cumpleaños verdaderamente feliz.

No soy adivino, y en veinticuatro horas pueden pasar muchas cosas, pero hoy puedo decir que éste promete ser, posiblemente, el cumpleaños más feliz que he celebrado en mucho, mucho tiempo... ¡y eso tirando corto! ¡Qué los años pesan, es cierto! Pero no pesan tanto por la edad como por el hecho de que cada vez recaen sobre uno una mayor cantidad de responsabilidades y grilletes sociales no deseados. Pasan los años, y cuando uno debería ser más libre, precisamente por haber luchado para conseguir esa libertad, descubre que se halla más preso. Ése es un destino con el cargué durante mucho tiempo hasta que decidí empezar a cortar ataduras. Por mucho que nos hablen de deberes y obligaciones, deberíamos recordar que el principal deber y obligación en este mundo es hacia uno mismo. Si queremos ser felices, debemos ser quienes verdaderamente queremos ser, vivir como verdaderamente queremos vivir. No se trata de lograrlo, sino simplemente de hacer lo que esté en nuestras manos para conseguirlo, para intentar lograr que ello sea así. Si recorremos otros caminos que nos alejan de ese objetivo, nos alejamos de la felicidad. Nos alejamos de nosotros mismos.

No. Lo cierto es que muchas de estas “responsabilidades” con las que otros nos cargan y nos hacen más presos, pueden evitarse. Del mismo modo, algunas de las cadenas que nos atan y esclavizan en un modo de vida que no es el nuestro, también pueden eludirse. Vivimos en una sociedad donde cargamos con cadenas de todo tipo, muchas de las cuales están adornadas y bañadas en oro y piedras preciosas que nos ciegan, y nos paseamos con ellas alegremente sin darnos cuenta que la misma belleza que nos cautiva es la belleza que nos apresa. Es el mundo del materialismo, de la imagen, de la apariencia, de la tecnología, de la autocomplacencia... Una prisión enmascarada como algo hermoso: ésa es la peor de las trampas; una cárcel de la que uno no quiere salir. Sin barrotes. No hacen falta barrotes cuando uno mismo no quiere escapar. La mejor prisión es aquella que no necesita muros, porque los muros los construimos nosotros mismos.

Bueno, puede que después de todo, por mucho que predique, yo mismo aún esté atrapado en esa prisión, atrapado por muchas de las cadenas que crea esta sociedad alrededor de cada individuo. Tampoco me voy a engañar, lo sé, eso es así. Aún estoy atado a muchas cosas. Pero en muchos aspectos hoy me siento más libre que años atrás, porque sé que después de mucho tiempo al menos me he liberado de buena parte del peso de algunos de esos grilletes, y continúo luchando para buscar la verdadera felicidad, que nace de uno mismo y del propio mundo que uno crea a su alrededor. Para ser libre lo primero que uno debe hacer es aprender a renunciar de lo innecesario. Rebelarse ante lo establecido es el primer paso para el cambio. El espíritu, y con ello me refiero al espíritu libre, es el combustible del corazón que alimenta los sueños e ilusiones. En definitiva, mis prioridades han pasado a ser aquellas que me hacen sentir más libre y feliz, más en consonancia con el mundo y los míos.

Si no estás conforme con el mundo, cámbialo. Pero no cambies el mundo: los mayores cambios siempre empiezan por uno mismo. Cambia tú, y el mundo empezará a cambiar a tu alrededor. O puede que el mundo realmente no cambie, pero sí la percepción que tienes de él. A partir de ahí, las cosas empiezan a hacerse y a funcionar de otro modo, y por la misma ley, las cosas realmente empiezan a cambiar. No se trata de una cuestión de voluntad, sino simplemente de sincronía.

Sé que alguien se estará preguntando a que viene tanta filosofada en motivo de un cumpleaños más... Ni yo mismo lo sé. Escribo esto dejándome ir… Es un modo de liberar mis pensamientos, de analizar lo que pienso.

Los mayores cambios, ¿pasan por cambiarse a uno mismo, o por aceptar verdaderamente lo que uno es? Uno puede intentar cambiar y adaptarse, pero quizás el modo de encontrar la felicidad sea no intentar complacer a todo el mundo, y por una vez complacerse a sí mismo. Y el mejor modo de que uno empiece a complacerse a sí mismo es haciendo lo que uno verdaderamente quiere, no lo que a uno le han dicho que debe hacer o debe querer. A veces, mientras menos somos y menos tenemos, más comprendemos que es lo que verdaderamente nos hace felices, qué es lo que verdaderamente queremos.

Supongo que en algún punto del camino todos hemos ido algo perdidos.

Después de tantos años, aunque lo suyo me ha costado, cada vez sé más cuales son mis prioridades, eso lo tengo claro. Mis prioridades no pasan por el trabajo, ni por ningún país ni ningún gobierno; no pasan por ninguna ideología que no sea la propia, aunque ésta pueda beber de distintas fuentes, ni pasa por ninguna persona o grupo de personas que me diga lo que debo o no debo hacer. Tengo mis propios valores morales y, para ser sinceros, creo que son mucho más justos que cualquiera de esos valores que nos intenta imponer cualquier sistema político, religioso o social que, como individuos, nos disminuye. Un mundo que cada vez nos vuelve más individualistas, pero menos personas, menos individuos. Contradicciones de un sistema fallido en un mundo de egoístas… Sé que puede sonar contradictorio, pero el individuo, más que no el individualista, se preocupa de sí mismo, pero también se preocupa de los suyos, de su mundo, y del intento de equilibrio y harmonía con todos ellos… ¡Y a eso voy! Hacen falta más individuos, y menos individualistas que al final sólo son títeres de un sistema que se sirve de ellos y son piezas de su juego.

No, no creo en el poder ni en el orden establecido a través de unas leyes rígidas. En ese sentido siempre fui un anarquista. Y no nos engañemos, por mucho que se hable de democracia (que la idea de base es buena), en nuestro mundo los sistemas mal llamados democráticos hacen aguas por todos lados. Al final sólo creo en la gente de a pie, porque una dictadura democrática y corrupta como la que vivimos ya no es democracia ni es nada. Tan sólo un engaño más de los muchos en los que vivimos.

Y así, como digo, a esto han pasado mis prioridades: a que sean mis aficiones quienes dicten mi vida, y mi gente, la gente a la que quiero, el motivo que me impulse. Lo demás, refiriéndome únicamente al mundo de los hombres, ya no va conmigo. Otra cosa es el mundo natural, con el que sí me siento identificado, quizás porque mi libertad no es tanto la que predican tantas ideologías o políticas, como la libertad de la que puede gozar, por entendernos de algún modo, un animal, que se limita a vivir. Esa es la verdadera libertad, vivir nuestras propias vidas.

A día de hoy alguien importante ha entrado en mi vida. El trabajo que me da de comer es un mero trámite. La política, la religión o la historia me la sudan, no porque no me importen, sino porque no significan nada para mí salvo algo curioso, de lo que se puede aprender, pero que no tiene ningún valor práctico. El pasado no marca necesariamente el presente, porque el presente es el instante en que nosotros mismos podemos decidir cambiarlo todo. No siento que deba nada a ninguno de “mis” países, porque no me siento identificado con ellos, y si le debo algo a alguien en un sentido geográfico, es únicamente a mi mundo, a la Tierra, en todo su conjunto, con toda su totalidad biológica, pero no al hombre ni a nada que los hombres delimiten con sus fronteras, sus creencias o sus ciencias. Bueno, puede que al fin y al cabo al hombre como especie también le deba algo, pero no, jamás, a aquellos individuos que gobiernan o dictan lo que está bien o lo que está mal. Soy libre, y creo que nadie debería gobernar a nadie salvo cada individuo a sí mismo.

¡Sí, hoy cumplo años! Y puede que con la edad haya madurado, y haya aprendido mucho, pero en mi aparente calma, también me he radicalizado. Mis pensamientos se han radicalizado más si cabe que en mi juventud, quizás porque muchos ideales han muerto al ver lo corrupto que es el sistema y lo corruptos que son aquellos que se sirven de él, o lo esclavos que se convierten aquellos que lo siguen ciegamente. Hay un modo de vivir correcto, y se basa en el respeto, pero cada vez tengo más claro que la gente que dicen gobernarnos no respetan a nadie salvo a ellos mismos y los de su calaña.

Respeto… Siempre me encanto esa frase: vive, y deja vivir. Que sencillo sería todo si tan sólo siguiésemos esa premisa.

El mundo puede ser medido, estudiado, ordenado, dividido y cortado; puede ser estructurado y delimitado... pero ante todo, el mundo debe ser vivido. Y se debe vivir, dentro de lo posible, evitando vivir a costa de los demás.

La vida es un don precioso, y los cumpleaños no dejan de ser una medida del ciclo de la vida, un ciclo solar por cada año celebrado. Debo mi vida a la naturaleza, no a los comerciantes de dinero, poder o avaricia. Debo mi vida a mi familia, insisto, no un gobierno ni a un país.

Hoy creo en la libertad más que nunca, pero no porque crea un una ficticia “democracia” sobre la que esa libertad se sostiene, no. Creo en la libertad porque yo mismo he decidido que hacer con mi vida y que es lo que me conviene y que es lo que no. Mis leyes las dicto yo mismo y sólo las dicto para mí. Seré productivo en la medida en que eso me beneficie o me aporte algo útil, o aporte algo útil a los demás, pero no en la medida en que eso beneficie “a los de arriba”. Ni políticos, ni bancos ni empresas para los que la vida humana es tan sólo una pieza para sus trampas y trapicheos o sus riquezas corruptas por la avaricia y la ambición. Parásitos…

Mi libertad está en brazos de mis sueños. Mi vida se ve alimentada por las ilusiones de mis momentos más felices. Muchas de las personas que conozco forman parte de ellos. Más allá de eso, vivo mi vida.

Hoy cumplo años para los míos, y que así sea por mucho tiempo más. Porque al final de eso trata cada cumpleaños, de recordar que has vivido.

Sólo me queda dar las gracias a todos aquellos que me han acompañado o apoyado en ese camino. A todos los que de algún modo me han convertido en lo que soy.

Gracias y, ¿por qué no?, ¡os quiero!

¡Por cierto! ¡Hoy cumplo 43 años!


2 comentarios:

  1. feliz cumpleaño y ademas te felicito por este excelente blog

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  2. "ni todo errante anda perdido ni a las raíces profundas llega la escarcha". J.R.R. Tolkien.
    ¡Felicidades, Ramón! Que 2014 sea para tiun año de plena felicidad. Yo también cumpliré 43 en un par de meses. Se te echa de menos por SteampunkSp.
    Saludos.

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