martes, 21 de noviembre de 2017

SOBRE MIS PADRES: 50 AÑOS - BODAS DE ORO DE JOSEP Y REMEI


El 17 de septiembre de 2017 mis padres celebraron sus bodas de oro. Quise dedicarles unas palabras que recogí en un pequeño libreto que hice a mano, que transcribo a continuación, traduciéndolo del catalán a castellano...


¡50 años desde que se casaron! ¡Uf!

A veces, cuando uno piensa en los padres, cuesta recordar que cada uno de ellos, como todos nosotros, tiene toda una historia personal detrás, conformada de alegrías y tristezas, de felicidad y desengaños, de ilusiones y miedos... Creo que buena parte de nuestra vida la conforman estos sueños e ilusiones que nos hacen seguir hacia adelante, y de la felicidad que conseguimos cuando algunos de estos sueños incluso se cumplen. Nadie no conocerá nunca del todo quienes somos como individuos, quizás ni nosotros mismos, pero realmente en la vida de todos nosotros siempre habrá personas que se acercarán más a este conocimiento de quienes somos realmente, que llegarán a tocar nuestra alma, ya sea por la convivencia, o porque con ellos nos podemos mostrar tal como somos. Pareja, familia, amigos...

Hoy querría hablar de mis padres, pero no como padres, sino simplemente como los individuos que son y que decidieron, en algún punto de la vida, unir sus caminos: Josep y Remei.


Nacieron en lugares y de familias muy distintos, pero un día, por circunstancias de la vida, el azar o el destino, se conocieron, y no se sabe muy bien como, acabaron juntos. Bien, ¡no se sabe, no se sabe! ¡Sí que se sabe! De hecho, parte de estas historias y anécdotas de su juventud forman parten de las historias que nos explicaban a Susana y a mí de pequeños.

En un día como hoy quiero recordar que parte de su juventud, cuando aún hacía poco tiempo que Remei había venido desde sus tierras andaluzas a Cataluña, donde ya tenía una “colla” (pandilla), y Josep hacía poco que acababa de llegar de hacer la mili en el desierto del Sahara, se conocieron en Puig-reig. Puig-reig, que por aquel entonces era mucho más pequeño de lo que es hoy en día, pero que tenía su cine, un campo de fútbol, una piscina o, incluso, un “carrilet” (ferrocarril). Eran tiempos de sueños, de cambios y, todo y que había una dictadura de por medio, ya se empezaban a sentir aquellos nuevos aires de libertad. ¡Eran jóvenes! ¿Qué os tengo que decir yo, si aún no había nacido?

Y como todos los jóvenes de aquella época, salían a tomar el vermut con la “colla” al bar del pueblo, en verano iban a la piscina a nadar y tomar el sol, asistían al concierto del típico grupo del momento o iban a bailar a “l’envelat” (la carpa)... ¡Uy, el baile! ¡Uy, la noche! ¡Qué peligro! Entonces, un simple bailes tenía una carga de emociones y erotismo mucho más complejo del que hoy en día nos podemos imaginar. ¡Ahora todo es más fácil, pero quizás no tan bonito!


No conozco toda su historia ni creo que nunca llegue a conocerla con todos sus sueños y sus ilusiones, ni sé todo lo que habéis sacrificado por el camino. Pero no dudo que en vuestra juventud, el amor que vivisteis, con todos aquellos altos y bajos, tuvo aquella magia única que tiene el amor en los primeros años de nuestra vida, cuando se abre un nuevo mundo de posibilidades ante nuestros ojos.

Tampoco sé exactamente en que punto os decidisteis casar. Pero lo hicieron un día como hoy, y de aquel día hasta hoy ya han pasado cincuenta años. De Puig-reig a Cardona, de Cardona a Vilanova i la Geltrú, después hacia Girona... Una niña, un niño, cambios de trabajo, de casas, de vida, nietos... ¡Cojones, sin saber como habían pasado los años ya eran abuelos! ¡Èlia, Eduard, Marcel! ¡Un no parar!

En todos estos años los he visto reír y discutir. Los he visto enfadarse y hacer las paces. ¡Y alguna mañana, desde mi cama, incluso los oía haciendo el amor! ¡Quizás se creían que no los escucharíamos! Infinitas veces los he visto jugar, abrazarse o darse besos. Hay que decirlo... ¡Qué bonito!


Podría hablar de su valor como padres, y de la libertad que nos han dado como hijos, ¡pero hoy no toca! Mi hermana y yo formamos parte de su vida, somos fruto de su amor y de esta vida que nos dieron. Pero hoy no celebramos el día de la madre ni el del padre, sino el día de la pareja que ellos son, y de lo que, como pareja, aún les queda por vivir. ¡La edad pesa, pero la vida continúa y se ha de aprovechar! Aún así, no está de más darles las gracias por todo lo que nos han enseñado, todo lo que nos han dado, y por tantas veces que nos han ayudado o respaldado. Nunca se lo podremos agradecer lo suficiente.

¡Ahora sólo quiero decir una cosa más! Ya habéis hecho vuestro trabajo, habéis sido padres, abuelos y mucho más. Nos habéis regalado buena parte de vuestra vida y de vuestro tiempo. ¡A veces las habéis pasado putas y habéis hecho sacrificios, pero ahora -y esto va también para el resto de la gente- es vuestro momento! ¡Vivid a vida y gozad de cada instante mientras podáis! ¡Qué ya toca! ¡Y ya nos veremos de aquí a cincuenta años más!

¡Por muchos años, y que os continuéis amando!

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