martes, 12 de julio de 2011

EL FARO


A veces me imagino en una remota isla solitaria, viviendo en un faro.

Es una isla reciente, desierta, formada de pura roca, donde la vida aún no ha llegado. Puede que sea un pedazo de tierra que haya surgido recientemente del mar, al alzarse el parte del lecho oceánico, o puede que haya surgido a causa de una profusión de lava, que hace tiempo que ya se ha enfriado. Pero no hay rastro de vida. Ni una araña, ni un insecto...

Es como un sueño, porque la isla es algo reciente, pero el faro ya está allí, dispuesto para mí. Un lugar apartado donde huir y vivir. Es un faro grande, enorme, que dispone de una inmensa biblioteca donde puedo guardar mis libros, y de algunas estancias donde se hallan la cocina, una pequeña mesa donde comer, un estudio en el que trabajar y una cama donde descansar cómodamente.

Hay un pequeño almacén donde tengo víveres, herramientas y material para sembrar la tierra y plantar un pequeño huerto con el que subsistir durante un tiempo, y una máquina para depurar el agua.

La isla tiene un tamaño lo suficiente grande para que en ella se formen algunos ríos, pero no es muy grande. Puede que, desde la cúspide más alta de la isla contemple toda la costa de ésta, rodeada de agua. Es una tierra que nunca pisará ningún otro hombre. Dar un rodeo a toda ella quizás solo me lleve dos o tres días.

Con el tiempo llega la vida: poco a poco nacen líquenes, aparecen pequeñas hierbas y arbustos sobre la roca. Mis propios deshechos orgánicos y mis heces sirven de fertilizante para la tierra. Hay insectos, arañas y una gran cantidad de seres invertebrados. Con el tiempo llegan las primeras aves marinas y puede que algún otro animal fortuito. Por mi parte, yo introduzco algunos animales en la isla. Puede que algunos sean para alimentarme, pero también busco a algunos animales en peligro de extinción, que aquí pueden hallar su refugio.

No necesito la compañía de los hombres; tan sólo encontrar un lugar donde pensar, una escapatoria de todas las leyes y normas sociales de la humanidad. Necesito descanso, soledad.

Únicamente me gustaría ser inmortal para, con el transcurrir de las eras, ver como aquí evoluciona la vida. Pasear por los bosques intocados que aquí se han formado.

Así quisiera poder vivir.

En mi faro solitario, dejándome caer en tierra firme sólo una vez cada tanto tiempo...

Yo, el faro y mi isla sin nombre...

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