jueves, 23 de mayo de 2013

HABLANDO SOBRE EL AMOR...

Vuelvo a cantar, vuelvo a reír... y no estoy enamorado. Algunas disquisiciones personales sobre distintos temas del amor... ¡o el sexo!


Últimamente he hablado mucho y con mucha gente de temas relacionados con el amor, la pareja, el sexo, los hándicaps dentro de las relaciones sentimentales, los fracasos y las rupturas y, un poco en general, todos aquellos problemas que envuelven este mundo. Me alegra mucho decir que buena parte de estas conversaciones han sido frente a frente, lejos del mundo virtual en el que antaño me movía. En ese sentido los diálogos han sido mucho más enriquecedores. Recuerdo que, tiempo atrás, escribí un artículo titulado “Unos pensamientos y citas sobre el amor” en el que reflejaba mi modo de ver y entender el amor en un momento concreto de mi vida. Me sorprende ver lo mucho que ha cambiado mi percepción sobre el tema desde entonces, y lo mucho que ha llegado a cambiar desde aquellos remotos tiempos en que era un joven idealista en que creía que mi primer amor lo sería para toda la vida. Mi percepción ha cambiado, sí... Las experiencias, el desencanto, la desilusión... Y sin embargo, ¡qué hermoso fue amar! ¡Puede que algún día acabe repitiendo! ¡Después de todo, no estuvo tan mal!

En fin, mientras más cosas y opiniones oigo, más adapto esas ideas a mi modo de ver las cosas, y más se modifica mi concepto del amor o del mundo de las relaciones. Conservo mi punto idealista, pero la realidad también me ha hecho variar mi modo de ver las cosas y buena parte de mi viejo romanticismo se ha perdido en el proceso.

Hace apenas un par de meses que me he empezado a sentir bien conmigo mismo, que me siento en paz, relajado, bien... ¿Feliz? No lo sé. Pero vuelvo a cantar, vuelvo a reír y me siento renovado. La gente de mi alrededor me dice que me ven alegre, sonriente... Hace algo más de dos años y medio reclamé cierto tiempo para mí, un tiempo del que hasta hace poco no pude disponer, aunque lamentablemente no en las circunstancias que yo hubiese deseado. Ahora, disponiendo ya de ese tiempo que tanto reclamé, las cosas han cambiado, el equilibrio ha regresado. Quizás si hubiese dispuesto de él antes, las cosas hubieran ido de otro modo, pero la gente propone y la vida dispone...

Ahora mis prioridades han cambiado, he aprendido a disponer mejor de mi tiempo, y, en lo posible, he aprendido a dejar el pasado atrás (lo que no significa que lo olvide). Ahora tengo los momentos de paz, soledad y solaz que tanto reclamaba y necesitaba. A medida que los días han ido pasando, he conocido a gente nueva que ha ampliado mis horizontes en muchos sentidos, mientras que, a su vez, he procurado reforzar nuevamente mis lazos con los viejos amigos de toda la vida, a los que tenía un tanto olvidados, y un montón de otra gente a los que me unen pasatiempos y aficiones comunes. Reconozco que, por otro lado, eso se ha cobrado un importante precio en el mundo virtual, donde he dejado bastante abandonados (que no olvidados) a buena parte de mis contactos de internet, con los que cada vez me escribo menos, y también buena parte de mi producción en este blog.

He empezado a buscar y reencontrar mi lugar en esta ciudad donde vivo, Girona. No es una tarea fácil, todo hay que decirlo. Quién vive o haya vivido aquí lo sabrá. Girona, lugar de gente amable pero cerrada. Quedo, comparto y busco mi sitio, aunque aún me queda un largo camino por avanzar. Poco a poco vuelvo mis actividades, vuelvo a recuperar mis sueños... De momento me basta con dejar que las cosas lleguen solas... Que todo fluya, y justo ahora estoy empezando a fluir con ellas. Se puede nadar contracorriente y fluir a la vez. Soy distinto, no es problema, nadaré contra la corriente y remontaré el río, quizás explorando los afluentes que se crucen en mi camino.

Es precisamente en estas últimas semanas, cuando me muestro algo desinteresado por el tema, que no significa que no piense en él ni que no me preocupe, cuando he tenido varias conversaciones sobre el tema del amor o la pareja. Un tema que, como el sexo, da mucho de sí... Los recuerdos me asaltan a momentos, pero por otro lado he ido cerrando cabos que andaban sueltos. He ido oyendo distintas opiniones sobre el tema, y estando en acuerdo o desacuerdo con ellas, todas me han interesado, todas me han aportado algo.

Creo que en el asunto del amor, desde mi juventud, siempre fui un idealista. Siempre creí -como muchos otros, supongo-, que mi primer amor sería para siempre, para toda la vida. Y en cierto modo así fue, fue mi relación más larga... pero no eterna. Aunque el recuerdo quedará para siempre. Ocho años duró, y podía haber durado más, podíamos haberlo alargado, pero por motivos que no contaré aquí, se puso punto y final a esa historia, y cada uno de nosotros continúo su camino, conservando, eso sí, una buena amistad. Aunque decidimos recorrer caminos separados, éstos, esporádicamente se vuelven a unir, como recientemente ha ocurrido, para ponernos un poco al día.

El fin del primer amor supuso no sólo el fin de una relación, sino el fin mismo de la base en que se sustentaba buena parte de mi vida. La percepción idílica que tenía sobre temas como el amor, la pareja y la misma idea del “para siempre” se derrumbaron. Perdí la fe en el sentido de lucha, de tirar de una relación, de aguantar y soportar según qué para al final no sacar nada... En cierto modo, después de esa relación me volví más egoísta. ¿Para qué dar y dar durante años si después lo pierdes todo? ¿De qué sirvió tanto luchar hasta el último momento, excepto para alargar una agonía? Bien, así pensé entonces. Ya no pienso así, pero a pesar de todo, esa ruptura supuso una relectura y reestructuración de mis ideas preestablecidas en muchos sentidos. La base y los cimientos en los que se sustentaban mi vida se derrumbó y tardé años en levantar una nueva base en la que sostenerme.

¿Las relaciones son fáciles o difíciles? Problemas los hay en todas partes... Pero hablando no hace mucho con una vieja amiga, tomando un refresco en  La Carpeta Moderna de Vilanova i la Geltrú, mi vieja ciudad, y haciendo referencia a asuntos del amor, me dijo “Les coses tenen que ser fàcils... Si no són fàcils, és que alguna cosa no funciona”. Se refería, por supuesto, a los inicios de una relación; de entrada todos los inicios deberían ser fáciles, al menos los primeros meses. Más tarde o más temprano ya surgen problemas y dificultades, pero si éstos ya surgen en un principio, de entrada, es que algo ya no funciona... y aunque en principio no estaba de acuerdo con su opinión, reflexioné bastante sobre ella y, finalmente creo que debería darle la razón. Si desde un principio hay problemas, unos problemas que parecen insalvables o que se alargan demasiado, la cosa va mal.

Una cosa son los problemas, que pueden ser de diversa índole, y por otro lado está el tema de los hándicaps o las circunstancias desfavorables –como pueden ser la distancia entre dos personas, los hijos, la raza o cultura, las tendencias sexuales, algunos trastornos físicos o psíquicos que pueden acompañar a la persona, el consumo de tabaco o el alcohol, las creencias religiosas, la diferencia de edad...-, que son otro tipo de problemas. Son temas que aunque no marcan un “No”, no dejan de ser un problema añadido dentro de una relación, en el que debe evaluarse los pros y las contras de cada situación, aunque a veces vale la pena asumir estos hándicaps a cambio de la felicidad que recibimos con esa nueva relación. Como dijo alguien, a veces lo mejor es vivir el presente sin pensar demasiado en el futuro, no preocuparse demasiado en algunos problemas que son más de carácter social que no personal. Comerse la cabeza con problemas como diferencia la edad de una pareja, si es de una cultura opuesta a la nuestra, la posible enfermedad o trastorno físico o psíquico de uno de sus miembros, no vale la pena. Hay que procurar disfrutar el presente, vivir con alguien que nos hace felices.

Los problemas de verdad a veces son insuperables, pero los hándicaps y otros pequeños problemas no son más que un pequeño freno en el camino. Todo depende del enfoque que se le dé a cada cosa.

Hablando con otra amiga, ésta me habló de sus desengaños amorosos, de que las cosas a veces son complicadas, de que a veces existen esos amores que sabes que no te convienen pero a los que te enganchas... Y ése ya es un tema más complicado, y lo sé por experiencia. Con el tiempo yo he aprendido a evitar según que cosas, pero en parte ha sido gracias a la experiencia, en parte al sentido común, y en parte al hecho de hacerse las preguntas adecuadas y encontrar las respuestas a esas preguntas.

Otro tema del que se ha hablado ha sido el tema de los flechazos o del amor que nace poco a poco. Mucha gente cree que si no es por un flechazo, no se habla de lo que se llama amor. El flechazo es ese amor arrollador, repentino, por el que crees ciegamente que amas a esa persona sólo al primer vistazo (o a los pocos minutos). Luego está ese amor más lento, que nace a través del trato y el roce.

Con el tiempo yo he llegado a valorar más el lento enamoramiento que no la ceguera de un flechazo. A pesar de todo, es difícil no sucumbir a la fuerza arrolladora de éste último. Y no soy yo el más claro ejemplo de control en ese sentido. A pesar de todo, es algo de lo que nunca me he arrepentido.

El amor tiene un factor biológico, cultural, personal... Pocas cosas hay más biológicas que el sexo, y en el amor, el sexo es algo definitivo. El sexo puede sustentarse sin amor, pero pocos amores –hablando de relaciones de pareja, digo- pueden sustentarse sin el sexo. Sobre la cultura, esta nos define muchas veces el modo en que percibimos el amor, y en algunos sentidos creo que lo empeora, lo idealiza demasiado. El amor no siempre es algo idílico, limpio, cristalino, romántico... El amor también es prosaico, sucio, opaco, costumbre, rutina... El amor, pese a lo que nos quieran vender, no es algo perfecto. Los pensamientos cambian, las ideas evolucionan y el mismo concepto de amor hace lo mismo.

Me decía alguien que cree que el amor tiene fecha de caducidad. Que algunas relaciones están hechas para durar dos años, cuatro años... pero nunca para toda la vida. No estoy de acuerdo, pero es evidente que no todos los amores están hechos para durar eternamente. Personalmente creo que hay gente que es capaz de encajar muy bien uno con otro, amores para toda la vida, pero no es fácil que dos personas encajen de ese modo, y menos cuando, a lo largo de la vida, la gente también cambia, del mismo modo que lo hacen las circunstancias. Pero aún así, existen parejas que siempre se amarán. Y ello no significa que no existan tentaciones en el camino, que se cometan errores o que hayan disputas, pero el amor estará ahí con ellos.

Personalmente no creo en la media naranja. Creo que ésta puede existir en momentos determinados de la vida, pero no sé si es fácil que siempre se mantenga como tal. La media naranja sería esa persona que nos complementa, que encaja con nosotros a la perfección, y que ni siquiera necesita realizar un esfuerzo para hacerlo.

A nivel personal, el amor es... Bueno, a nivel personal no sé lo que es. Un reflejo de nosotros mismos, puede que algo de egoísmo. También puede ser generosidad, proyección... Supongo que a nivel personal el amor nos enriquece, pero también nos disminuye, nos desgasta... Y una cosa nunca es incompatible con la otra, ahí está la gracia. El amor, simplemente nos cambia...

El amor... Supongo que lo espero de nuevo, pero, sinceramente, no me corre prisa para que llegue. Si fuese inmortal, en el sentido de eternamente joven, la simple idea de buscar el amor no me molestaría. Éste llegaría tarde o temprano. Tanto me daría esperar 10 años como 1000; mientras lo esperase, me limitaría a disfrutar de la vida, como intento hacer ahora. Pero es mi propia mortalidad, saber que uno no es eternamente joven, lo que a veces me impele a buscarlo, a soñar con él, a desear disfrutarlo desde el presente, porque la vida es corta y a cada instante que pasa se nos escapa. Supongo que cuando hablamos de la humanidad, el amor es uno de los tesoros más hermosos que nos ofrece la vida, aunque no el único ciertamente. No vale la pena llegar a obsesionarse con ello.

Ya lo dije una vez: Las palabras definen el amor, pero no lo explican.

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