CUANDO NUESTROS CORAZONES ARDEN CON L'ALT EMPORDÀ

Girona, 23 de julio del 2012 - Esta mañana me he despertado con el olor del humo en mi nariz. Creía que eran los restos de olor de ceniza y madera quemada que ayer cubrían mi camiseta por el viaje en coche a Figueres, donde, entre retenciones de tránsito en la carretera y una estancia de más o menos dos horas en la ciudad de Figueres, tanto la ropa, como el pelo y la piel se habían impregnado del olor del humo del incendio.

Esta mañana, Girona, a más de 30 kilómetros de Figueres, la capital de l´Alt Empordà, está cubierta por restos de cenizas, el sol tiene un color opaco y mortecino, y el olor del humo se respira en el ambiente. Las telarañas que cubren las barandas metálicas del puente que cruzo cada día de camino al trabajo, el Pont de la Barca, hoy se muestran perfectamente dibujadas por las cenizas que cubren cada uno de sus hilos.

Este es un espantoso incendio –todos los son-, agravado sobretodo por la fuerte tramontana. Un incendio que, a todos los indicios, ha sido causado por la mano descuidada del hombre. Todo apunta que los dos incendios fueron provocados por la acción imprudente de arrojar una colilla por la ventanilla de algún vehículo. Probablemente, las personas que arrojaron esas colillas, ahora estarán tranquilamente descansando en su destino, quizás, creyendo que ese incendio ha sido provocado por la acción de algún otro imprudente. Tanto da...

¿Tanto da? ¡No es así! ¡Nunca es así! El hecho es que este incendio ha sido un gran desastre que se ha llevado unas pocas vidas humanas, cientos, miles, millones de vidas animales (domésticos y salvajes), y una cantidad enorme de hectáreas de bosques y campos aún por determinar, ya que el incendio, cuando escribo esto, aún no ha cesado y ni está controlado.

La acción de unos imprudentes y ya está liada. Lo cierto es que ya estoy harto de ver arrojar colillas encendidas –entre otra basura- por las ventanillas de coches y camiones cuando conduzco por la carretera. Y tanto da que sea en campo o ciudad. No es una acción inhabitual, y uno se da cuenta, sobretodo, cuando conduce de noche. Se arroja una colilla, y ésta puede permanecer encendida bastante rato, mientras los coches van pasando por encima de ella y ésta va de un lado a otro de la carretera.

Esto es algo que ha menudo he visto por autopista y, más a menudo aún, en carreteras de costa, donde la gente muchas veces cree que por el hecho de arrojar una colilla al lado del mar, no va a suceder nada. Y justo en la costa, en Portbou, es donde han perecido su padre y su hija al huir de un incendio originado al lado de la carretera, aparte de los múltiples heridos que hubo al tratar de huir, todos, a través de un acantilado para lograr arrojarse al mar o llegar al pequeño pueblo de Portbou.

Y no deja de sorprenderme que en estos momentos así, en las opiniones de los lectores de ciertos periódicos, medios digitales y redes sociales, aparezca la opinión de algunas personas que, politizando este desastre, lleguen a mostrar su alegría por este incendio, y hagan muestra y gala de su odio irracional y prejuicios hacia los catalanes, convirtiendo este desastre en una excusa más para insultar, “rajar”, reírse o criticar impunemente a los habitantes de esa tierra, -bajo el anonimato, eso sí-, haciendo más gala de lo antes comentado -odio y prejuicios- que no de dar muestras del más mínimo rastro de inteligencia, raciocinio o empatía humanos. Aún así, por suerte, ésos son pocos, los menos, aunque siempre hacen oír su voz que, por suerte, en la mayoría de casos caen en oídos sordos.

¿Tan poca empatía tienen, ciertamente, esas personas, que son incapaces de meterse dentro de la piel de otro ser humano, como puede ser la del pagès que ha perdido su tierra o el ciudadano que ama el paisaje de su comarca, convertida ahora en cenizas, que tiene que convertir esta tragedia en una excusa más para verter su ignorancia y odio ciego, aún cuando ha muerto gente a causa de este fuego? ¿Tan poco amor tiene por la tierra, que poco le importan los cientos de miles de animales y plantas que han muertos abrasados o asfixiados por un desastre provocado por unos imprudentes que posiblemente hoy continúen viviendo tranquilamente sin saber que ha sido su propia mano la que ha causado esta enorme desgracia? Me apena saber que existe gente así, con tan poca comprensión por el amor y la vida de la tierra donde uno vive, por no decir ya de todo el planeta. Gente como ellos son los que hoy en día aún cazarían brujas utilizando la más mínima excusa para prenderles fuego o ajusticiarlas en la horca, fuera esta excusa la lengua, religión, política, inclinación sexual, nacionalidad, o creencias personales. Más valdría que se callasen y ampliasen un poco el punto de mira de sus estrechas mentes. Quizás así descubrirían que pueden ser un poco más felices...

Ayer y hoy, los bomberos, Mossos d´Esquadra, ambulancias, y soldados de la Unidad de Emergencias del Ejército Español, junto a muchos voluntarios y habitantes de los pueblos afectados, han luchado y luchan contra un fuego cuyo humo puede olerse, me dicen, ahora mismo, a unos 200 kilómetros de distancia, dirección sur, en Vilanova i la Geltrú. Y mientras, un puñado de valientes y gente comprometida –mucho más allá de su trabajo, en muchos casos-, está dispuesta a no rendirse y luchar frente las llamas y el viento que alimenta y extiende este incendio, luchando para frenar el avance de uno de los peores incendios que ha sufrido Cataluña en los últimos años.

Hoy, de algún modo, todos nuestros corazones están con ellos –contra los que combaten este fuego- y con toda la gente de l´Alt Empordà.

Força i endavant! Estem amb vosaltres!