Puede que sea un año de mierda, pero que nunca falten las sonrisas... |
La muerte de un ser querido por toda la familia, más de 3000 euros en gastos de averías y mantenimiento de un coche que al final ha decidido dejar de funcionar, un constante goteo económico en pequeños desastres del hogar, problemas en el trabajo a causa de unas vacaciones que me han denegado y de las que todavía no he podido disfrutar… Podría continuar la lista, pero no sé si vale la pena ir más allá. Desde mediados del mes de diciembre del 2016 hasta fecha de hoy, 12 de septiembre de 2017, el desgaste físico y mental que he sufrido ha sido constante, hasta el punto de querer gritar “¡Basta!”, y ponerme a llorar. Pero como dicen, no hay mal que cien años dure, más que nada, supongo, porque casi nadie dura tanto…
Pero bueno, sí que es verdad lo que dice mi padre: si al final nos queda la salud, y los problemas que tenemos son de aquellos que pueden resolverse o solucionarse con dinero (siempre que dispongas de ese dinero, claro está), la cosa tampoco no va tan mal. Lo verdaderamente importante es la salud y, ciertamente, mirándolo con cierta perspectiva, salud no me ha faltado, y en otros temas, como los asuntos de amor y pareja la cosa me ha ido genial, y el buen humor tampoco nos ha faltado. Y el trabajo que tengo, aunque tampoco es para echar cohetes al aire, tampoco me ha faltado y con ello vamos tirando. Pese a toda la mierda que nos ha caído encima, por suerte aún puedo decir que podemos reír.
Pero bueno, eso no quita que este año, desde su inicio, haya sido un año desastroso en muchos otros aspectos, no sólo para mí, sino para mi pareja, mi familia o algunos de mis amigos. No nos queda otra que, en casos así, apoyarnos unos a otros. ¿Qué no nos falle nunca la gente que queremos, y que no les fallemos nosotros!
¿Porqué hago, entonces, este escrito? Bien, puede que después de tantos meses en silencio, simplemente quiera desahogarme, o puede que simplemente quiera dar una breve explicación a la gente a la que hasta ahora no he explicado nada y puedan creer que de repente me he distanciado sin motivo aparente. No, la verdad es que hay una razón tras todo ello..
El accidente cerebrovascular y posterior muerte de una persona muy querida por nosotros, aún joven, que vivía en la plenitud de su momento, con sus hijos, su esposa, y un montón de planes por delante, nos dejó a toda la familia con los ánimos por los suelos durante semanas (y podría decir meses, pues a menudo aún pienso en ello). No fue un momento fácil de llevar, no. La llegada imprevista del accidente nos dejó aturdidos, y el panorama oscuro que se abría antes de que falleciera casi era peor que la propia muerte, que finalmente acabo llegando. Semanas de ansiedad y de dormir mal, que poco a poco fuimos superando, aunque aún pesa en mí el pensamiento de todo el drama humano que hay detrás, de lo mal que debe estarlo pasando mi prima, su esposa, o su madre o su hermano. Que la vida no es justa es algo que todos sabemos y tenemos asumido, pero eso no hace que sea más fácil aceptar. Son heridas que requieren su tempo para sanar.
Otro tema, pendiente hasta el día de hoy, ha sido el de mi vehículo, que entre pitos y flautas se ha acabado cobrando prácticamente casi todo el saldo de mi libreta bancaria. Varias averías, un accidente, un fallo mecánico que no han logrado localizar hasta que el coche ha dejado de funcionar, mucho tiempo perdido entre talleres, carreteras y vehículos Al final, todo ello ha supuesto un gasto superior a 3000 euros que, de haberlo sabido, me podría haber ahorrado, para invertirlo en el nuevo coche que ahora me veo obligado a comprar.
Tras esto, y entre todo esto, la suma de otra serie de pequeñas desgracias que no comentaré; desgracias que por si solas quizás no hubieran supuesto un mayor problema, pero añadido a lo ya comentado anteriormente, y a su continuidad o corta separación en el tiempo, se han ido acumulando y formando un efecto de bola de nieve que han ido aumentando la presión, tensión, ansiedad, rabia e impotencia, lo que ha generado también cierto sentimiento de desánimo, indefensión y tristeza, lo que me ha llevado a apartarme de la gente y buscar cierta calma y soledad. Este ha sido el principal motivo por el que durante meses me he apartado bastante de las redes sociales, e incluso de la familia y los amigos, buscando simplemente un instante, entre uno y otro problema, en el que poder descansar y desconectar.
Con todo ello, no nos engañemos, no han faltado las risas y buenos momentos con la familia y los amigos, ¡no! Y aunque no he pasado tanto tiempo como me gustaría con ellos, he disfrutado de momentos memorables, conversaciones y alguna que otra quedada entre tapas o cervezas. No todo ha sido malo, ¡para nada! Pero realmente creo que me he distanciado mucho, incluso demasiado, de la gente que amo o con la que comparto aficiones o otras muchas cosas en común, y soy consciente que eso a veces se cobra un precio.
Y aún así, pese a todo ello, el descanso deseado aún no ha llegado porque dando un paso más allá en esa serie de pequeñas desgracias que he comentado, en el trabajo han decidido denegarme unas vacaciones que tenía más o menos planificadas para el mes de octubre, sin ningún motivo coherente o causa justificada. Pero bueno, ¡tanto me da ya!, pues ante la vicisitud de verme obligado a comprar un nuevo vehículo, el tema de las vacaciones de momento ha quedado pospuesto y en un punto muerto. Pero ciertamente eso no ha ayudado para nada a mejorar la situación, así que aquí estamos: escribiendo y desahogándome.
¿Qué os defina el 2017 en pocas palabras? ¡Fácil! Un año de mierda… aunque por suerte el año aún no ha acabado, y puede que en pocos días, tras finalizar este largo mes de septiembre, todo empiece a mejorar.
Nunca hay que perder la esperanza.
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