miércoles, 14 de marzo de 2012

UN ENCUENTRO NADA CASUAL



Como tantas otras veces, me dirigí al balcón para observar las estrellas en una de esas noches sin nubes ni luna, cuando el silencio invade la calle y ya no hay ni una luz encendida en ninguna de las ventanas de los vecinos.

Aparté las cortinas, alcé la persiana y abrí la puerta del balcón y ahí estaba yo, ante una figura que descansaba apoyada en la barandilla, bajo la oscuridad.

No puedo decir que me asustara, demasiado sorprendido por ver algo que no me esperaba. Aquella figura me daba la espalda y estaba apoyada sobre sus brazos, haciendo lo que yo pretendía hacer en ese momento: contemplar el universo. Aunque no pude dejar de interrogarme sobre como diablos había llegado alguien allí, en el balcón de una segunda planta.

La figura me resultaba vagamente familiar.

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? – Pregunté. De repente mi cuerpo se puso tenso y a la defensiva esperando la reacción del intruso.

Entonces, con toda la calma, la figura se levantó y se fue girando lentamente hacia mí. Por un momento sentí una leve inquietud, precisamente debido a esa familiaridad que no me cuadraba al contemplar esa figura.

La respuesta llegó a mi mente como un chispazo.

Frente a frente nos contemplamos.

Frente a frente me contemplé.

Yo mismo devolviéndome la mirada, puesto que ese misterioso individuo era yo mismo.

O al menos tenía mi mismo aspecto.

-¿Quién eres?- Volví a repetir mi pregunta.

La figura me miró sorprendida.

-¿No me reconoces? ¡Yo soy tú!

Y yo sabía que era cierto. Parecíamos dos gotas de agua, yo con una camiseta negra, y mi “copia” con una de las camisetas de superhéroes que me caracterizan. No fue exactamente como ver el reflejo de un espejo, puesto que esas pequeñas características que tenemos -un lunar, una pequeña cicatriz, etc.- no estaban invertidas, como suele pasar en la imagen de un reflejo. Y nuestros cuerpos se movían libres a su modo, sin copiar los movimientos. Sólo al contemplar su mirada me parecía verme ante un reflejo.

-¿Y a qué has venido? O sea... ¿y porqué he venido? ¿Acaso soy yo mismo viajando por el tiempo? ¿Has ven...? ¿He venido del futuro? ¿Quizás, para notificarme algo importante?

- A qué he venido, ahora te contestaré. Al resto de preguntas sólo puedo decir que sí, no y quizás...

Lo miré, o me mire, interrogativamente:

-¿A qué te refieres?

-¿A qué me refiero?... Bueno, contestando la pregunta de si estoy viajando por el tiempo para hablar conmigo mismo podría decirte que sí. He venido a hablar conmigo mismo... Sobre si he venido del futuro, pues más bien no, aunque podría decirse que he venido a ti pensando en él... Soy tú mismo, pero tan solo soy una sombra de tu pasado. Ese pasado del que no te puedes liberar, pero del que te tendrás que desprender si quieres conseguir un futuro en el que tengas la oportunidad de ser feliz. Sobre si lo que te tengo que decir es importante o no, deberás juzgarlo tú mismo. O sea, yo... O sea, nosotros. Nosotros mismos deberemos juzgar la importancia de eso.

-¿La sombra de mi pasado? La sombra de mi pasado... el futuro... Por supuesto me estás hablando de Sil...

La figura posó su mano sobre mis labios, silenciándome...

-¡Sssssssssssssssssssh! ¡Calla! Los dos sabemos su nombre. Y sabemos que cada vez que lo mencionas en voz alta, piensas en ella más de la cuenta y te derrumbas. ¡Calla! No hace falta que lo digas. Yo soy tú y ya sé como piensas. La cuestión es si tú sabes como pienso yo...

-¿Qué quieres decir?

- ...

Mi yo guardó silencio durante un breve rato, y entonces empezó a hablar de nuevo:

-Verás, yo soy tú, pero sólo una parte de tú. Llevas demasiado tiempo perdido y yo soy la parte que te habla y te dice que esto no puede continuar así. Soy la parte de tu alma que arrastra ese gran pesar que quiere dejar atrás. Y lo deseo de tal modo, que por eso he venido a ti.

-¿Y para qué has venido?

-La pregunta no es para qué, sino porqué...

-¿Como?

-He venido porqué estoy harto de todo. Mírate, así como estás... Intentando olvidar el pasado pero siempre acudiendo a él. Asimila lo que has vivido. Déjate de auto compadecerte y asimila que ya va siendo hora de empezar de nuevo sin arrastrar el peso de los recuerdos. ¡Fuiste feliz, sí! ¡Y desdichado, también! Yo te hablo de una nueva oportunidad... Las oportunidades... ¿Qué son? Una coyuntura, un cruce de caminos, un momento para intentar mejorar... Las oportunidades son un momento, una situación, un lugar y un tiempo para mejorar algo. Puede que este cambio o mejora se cumpla, puede que no, pero está ahí. Es el paso a algo nuevo... ¡Abandona de una vez tu pena por perderla! Al fin y al cabo ella no te abandonó, fuiste tú quién la dejaste por tu propio bien, y lo sabes. Era el único modo de conservar tu cordura.

-Lo sé. ¡Pero la quería tanto! Los recuerdos...

-Los recuerdos estarán ahí, no te preocupes. Lo que debes abandonar es el dolor, y no lo harás completamente sino aceptas que debes volver a nacer de nuevo.

-Nacer de nuevo... Un nuevo camino... Una nueva vida...

-Una nueva vida no. Un nuevo cambio.

La figura alzó su rostro al cielo y pareció abstraerse por un breve instante contemplando el vacío de la noche. Al instante continúo hablando:

-Conservarás lo que quieras conservar, pero una oportunidad a veces significa renunciar a algo para obtener algo mejor.

-¿Sabes? Necesito volver a empezar...

-Lo sé...

-Amar de nuevo.

-Lo sé. Sé que te sentías bien queriendo y amando a alguien y sintiendo que ese alguien te quería. Sé lo que puedes llegar a amar. Conozco tu amor no sólo por ella, o por tu anterior pareja, sino por todas las cosas... No solo las amas a ellas, o a tus amigos, a tu familia y a otros hombres. Amas a todas criaturas vivas que te encuentras por tu camino. Los árboles, el aire, la tierra, y las nubes... Amas al sol y a la luna, y a todo lo que te transmiten. Amas el sonido y el silencio. Amas la contemplación, los sentimientos y las ideas... Sé de tu búsqueda, aunque andes perdido.

-Perdido... Hace tiempo que me siento perdido. Solo...

-Lo sé.

-Descentrado...

-¡Exageras! No estás descentrado, pero sí desorientado.

-Puede...

-Es lo que es.

Nos miramos a las ojos durante un rato. ¿Quién era ese otro yo que me conocía tan bien y no me juzgaba? Me extrañó que no me juzgara más severamente. Hablé:

-Hace tiempo anduve solo, y a menudo aún me siento así. Tengo a mis amigos de toda la vida, a mi familia, y he conocido a gente nueva que me parece maravillosa. Pero algo me falta.

-No me cuentas nada que no sepa.

-¿Y entonces a que has venido?

-No he venido a escucharte. Todo lo que tú sabes yo lo sé. Pero no todo lo que yo sé tú lo sabes.

-¿Y eso?

-Tú no tienes las ideas claras, y yo sí. Yo soy esa parte de ti que sabe lo que debes hacer.

-¿Y qué debo hacer?

-Darte una nueva oportunidad. Dejar de creer que no encontrarás a nadie como ella. Cada persona es distinta, nadie es mejor ni peor. Pero desde luego sí que puedes encontrar a una persona que te conviene más. Sabes que ya te has encontrado a ti mismo...

-¿Lo he hecho? ¿Me he encontrado a mí mismo?

-¡Jajajajajajaja! –Me sorprendí ante su risa. Era oírme a mí mismo reír- ¡Claro que lo has hecho! ¿Acaso no acabas de encontrarme a mí, que soy tú mismo?

-Ya, pero...

-¡Pero nada! Llevas más de un año analizando tus sentimientos, tu vida y situación. Contemplas las estrellas cada vez que quieres meditar y pensar. Es lo que yo ahora estaba haciendo y lo que tú venías a hacer. Buscas las estrellas y en ellas te encuentras a ti mismo.

-No me encuentro a mí mismo. Me pierdo en ellas.

-Perderse a veces es el mejor modo de encontrarse a uno mismo.

-Vaciarse...

-Vaciar para llenar de nuevo...

Me apoyé en la barandilla del balcón y mi otro yo hizo lo mismo.

-Contemplemos las estrellas. -Dijo

Alzamos los ojos al cielo, y como siempre, el firmamento me pareció hermoso.

-Sobre el amor...

-Lo sé. Siempre tienes a alguien merodeando en tu cabeza...

-Sí. ¿Eso es malo?

-Para nada. Creo que amar o el deseo de amar siempre es hermoso... siempre y cuando llegado el momento seas capaz de hacerlo.

De repente la figura desapareció como si se hubiera fundido con la oscuridad y la luz de las estrellas. Y de nuevo estaba solo.

Solo no. Con mi otro yo.

Una sonrisa escapó de mis labios.

Alcé la vista y contemplé el cielo estrellado.

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