viernes, 12 de agosto de 2016

SUEÑOS LÚCIDOS ... o el arte de dominar los sueños

Algunas de las personas que me conocen saben que a menudo me he defino como un onironauta, un viajero de los sueños; ello es así porque a veces, cuando sueño, soy capaz de tomar consciencia del hecho mismo de que estoy soñando, y ello me ha permitido, a lo largo de los años, “vivir” diversas aventuras oníricas y disfrutar de los sueños de un modo similar al que uno puede disfrutar de un buen libro o una buena película. Este hecho puede sorprender a algunas personas, que se preguntarán si eso es posible y, en caso afirmativo, cómo. En realidad, no es nada del otro mundo, sino que hablamos de lo que la ciencia ha dado por llamar sueños lúcidos, esto es, cuando un soñador es capaz de reconocer que está soñando, algo que la mayor parte de la población ha vivido por lo menos en algún momento de su vida, aunque sea durante el transcurso de una pesadilla, cuando la toma de consciencia del hecho de soñar precede el despertar mismo.


No sé hasta que punto las personas que tienen sueños lúcidos disfrutarán de ello, pero yo lo he hecho a menudo (mucho más en el pasado que no en la actualidad, todo hay que decirlo), soñando diversas aventuras fantásticas en las que aparecían diferentes animales, personas y criaturas fabulosas, algunas nacidas de mi propia imaginación o de influencias variadas, como pueden ser la literatura, el cine o los cómics, entre muchas otras. Tal es el caso, que recogiendo parte de las criaturas oníricas las que soñé, y continúo soñando, en alguna ocasión, ya fuesen procedentes de sueños lúcidos o de sueños cotidianos, llegué a crear lo que me dio por llamar como Mundo-Sueño, y en este mundo corrí parte de mis aventuras oníricas, sobre las que ya he hablado en otro artículo (ver: El onironauta – Experiencias oníricas en el mundo de los sueños).

Sin embargo, más allá de mis propias experiencias personales, en este artículo quiero hablar explícitamente los sueños lúcidos en cuestión, qué son, como funcionan y cuales son los mecanismos que los activan, explicando incluso algunas técnicas para llegar a tenerlos, aunque eso requiera, quizás, un poco paciencia y de práctica.

Pero vayamos por pasos...


¿QUÉ ES UN SUEÑO LÚCIDO?

Se habla de sueños lúcidos (entendiendo el adjetivo “lúcido” como sinónimo de “consciente”) cuando un soñador es capaz de reconocer que está soñando y, dando un paso más allá, esa misma toma de consciencia dentro del propio sueño le permite controlar sus sueños en menor o mayor medida, pudiendo de este modo llegar a alterar  el argumento o la lógica del mismo, controlando deliberadamente no sólo las propias acciones dentro del sueño, sino también el contenido y desarrollo del mismo, llegando incluso, en algunas ocasiones, a poder retomar esos mismos sueños en distintos momentos, continuándolos allí donde se dejaron la última vez que se despertó, soñando por “capítulos”, por describirlo de algún modo.


Los sueños lúcidos pueden ser espontáneos –desencadenándose generalmente debido a un proceso fortuito interno o externo del propio soñador (esto es, en la mayoría de los casos), o bien mediante la práctica o aprendizaje-, o bien pueden ser inducidos alterando levemente la consciencia del soñador cuando éste está soñando.

El grado de lucidez en un sueño variará desde la toma de la conciencia mínima (el soñador es consciente que está soñando) hasta el sueño lúcido ideal, descrito por el psicólogo de la Gestalt Paul Tholey, que distinguía el sueño normal del lúcido en base a siete criterios, de los cuales consideraba esencial satisfacer como mínimo los cuatro primeros. Estos criterios son:

  • Consciencia del sueño por parte del soñador.
  • El soñador es capaz de disponer de su libre albedrío.
  • El soñador cuenta con sus capacidades normales de raciocinio.
  • La percepción de los cinco sentidos del soñador es comparable a los de la vigilia.
  • El soñador cuenta con los recuerdos de los que dispone cuando está despierto.
  • Al despertar, el soñador es capaz de recordar con claridad su sueño.
  • El soñador es capaz de interpretar el sueño dentro del sueño mismo u otro modo.

La mayoría de los sueños lúcidos se suceden durante las fases de sueño paradójico y durante las últimas horas de sueño, mencionando su ocurrencia durante los estadios de sueño lento y ligero. Son, asimismo, más frecuentes durante la siestas al mediodía, quizás debido a que entonces suele tenerse el sueño más ligero. Varios estudios han demostrado diferencias de contenido entre los sueños lúcidos y los ordinarios, ya que los primeros suelen contener emociones más intensas, tanto positivas como negativas, tal como pueden ser algunos sueños de carácter sexual o las pesadillas.

Considerar la lucidez onírica como un continuo condujo a los investigadores a la asociación de distintas situaciones oníricas cercanas al sueño lúcido bien por su semejanza, bien por su aparición en el tiempo, aunque no son propiamente sueños lúcidos. Éstos casos son:

  • Sueños prelucidos. Ciertos sueños en los cuales el sujeto es capaz de emitir una duda sobre la realidad de su entorno sin advertir plenamente que está soñando.
  • Sueños de falso despertar. En los sueños de falso despertar, el sujeto cree haber despertado a la vigilia, siendo que sólo ha cambiado de sueño. Aunque no se trata propiamente de un sueño lúcido, sí se los sitúa en las proximidades de la lucidez onírica.
  • Parálisis del sueño. La parálisis del sueño consiste a la vez en la atonía muscular característica del sueño paradójico y de la parasomnia que se produce cuando se está comenzando o terminando el sueño. En el trastorno del sueño, el sujeto se siente paralizado, incapaz de moverse o de hablar, pudiéndose presentar también alucinaciones visuales, auditivas o táctiles. Algunos métodos de inducción del sueño lúcido se dirigen a alcanzar ese estado con el fin de entrar conscientemente en el sueño.
  • Experiencias extracorporales. Algunos sueños lúcidos se caracterizan por la impresión de que el sujeto percibe su propio cuerpo y observar el entorno desde una posición diferente a la que ocupa su propio cuerpo.


LAS FASES DEL SUEÑO LÚCIDO

Se suele clasificar los sueños lúcidos en dos tipos según el modo en que aparece la lucidez: durante el sueño (aquellos en los que el sujeto se hace consciente de su condición en el curso de un sueño) o al quedarse dormido (aquellos en los que se entra conscientemente al sueño desde un estado de vigilia). Vale la pena anotar que más del 80% de los sueños lúcidos entran dentro de la primera categoría descrita, esto es, durante el curso del sueño.


Durante el sueño. Cuando la lucidez aparece durante un sueño, el sonador tiene la impresión de despertar dentro del mismo sueño y siente que puede seguir soñando, aun sabiendo que sueña. Según Celia Green, hay cuatro factores que inducen al reconocimiento del sueño: las tensiones de una situación de pesadilla, las cuestiones planteadas por un contenido onírico incongruente e irracional, el recuerdo de una observación técnica introspectiva o el reconocimiento espontáneo, sin razón aparente, de que la experiencia es diferente de la del estado de vigilia. Respecto al primer factor, si bien las emociones violentas y sexuales son una causa frecuente de lucidez, esta también puede aparecer por una emoción fuerte pero con connotaciones agradables. Es raro que el sueño lúcido ocurra gradualmente.

A partir de la vigilia. Cuando el sueño lúcido es una continuación del estado de vigilia de la conciencia, el sujeto tiene dos indicadores para saber que está soñando: la sensación de ser parte integral del sueño y la pérdida (o modificación) de las sensaciones corporales. Para dormirse conscientemente, el sonador debe pasar por el estado hipnagógico durante el cual las imágenes hipnagógicas, o alucinaciones auditivas, o incluso relativas a la propiocepción (sensación de flotar o girar, sensación de caída, vibraciones, entumecimiento o parálisis, sensación de estar fuera del cuerpo). En algunos casos, la conciencia del sueño presenta las fluctuaciones, e incluso lapsos de sueño de los que el sujeto no guarda memoria. Sin embargo, se considera que se trata de sueños lúcidos, pues la pérdida temporal de conciencia se produce antes de la actividad onírica.

El hecho de saber que se sueña permite al soñador ampliar su abanico de opciones en el propio sueño, así como abordar el contexto onírico con una mayor libertad de acción. No sólo puede controlarse a sí mismo y a sus actos, sino también intervenir deliberadamente en el ambiente, los personajes y el desarrollo de su sueño. Ciertas acciones se presentan con una gran regularidad, como soñar que se vuela o se levita, pero han sido señaladas otras experiencias más inhabituales, como la salida del propio cuerpo, las transformaciones en animales y otras criaturas fantásticas, el desdoblamiento de la visión, la visión panorámica, la ralentización del tiempo y las experiencias de carácter cósmico como la evolución en espacios con cuatro dimensiones. El sonador también puede influir la dirección del sueño tomando la decisión de prolongarlo y, a veces, incluso interrumpirlo y luego retomarlo durmiéndose pocos segundos después (aunque esto puede llegar hacerse unas horas después o, incluso, en días consecutivos).


Aunque en teoría se pueda tener todas las experiencias imaginables, las creencias culturales y personales del soñador, sus expectativas conscientes o preconscientes, sus especulaciones sobre la posibilidad de que ocurra o no de cierta acción, en particular por la influencia ejercida por otras narraciones, determinarán notablemente la apariencia de los sueños así como la capacidad del sonador de modificarlos.

Del mismo modo, la propia experiencia del sujeto con este tipo de sueños, su grado de lucidez, es decir el punto hasta el cual logra conservar su capacidad de raciocinio, de juicio y de tomar distancia con respecto al aspecto ilusorio de la situación, así como respecto a las emociones que desencadena, influirán en el contenido y los matices de la experiencia. En lo relativo a la percepción, ésta puede ir de un estado de confusión a una impresión de gran vivacidad y realismo. Diferentes criterios de la experiencia, que conciernen tanto la conciencia de sí mismo como el contexto onírico, son pues susceptibles de grandes variaciones según el soñador, el sueño, e incluso los diferentes momentos de una misma experiencia onírica.

La manera como la lucidez onírica termina puede definirse como la pérdida de la consciencia de soñar. O bien se vincula a la desaparición del sueño y el soñador se despierta, a veces de manera voluntaria, otras debido a emociones muy intensas, o bien el soñador se relaja en su vigilancia onírica, dejándose distraer, favoreciendo así la disipación de la lucidez, lo que lo conducirá de nuevo a un sueño ordinario y sin control. En ciertos casos, la lucidez se pierde en un sueño ordinario debido a la transición de una escena onírica a otra, que puede, por ejemplo, manifestarse mediante un falso despertar. Éste cambio de escena hace que el soñador relaje su vigilancia respecto al sueño lúcido, lo que hará que fácilmente vuelva a quedar atrapado en un sueño normal, sin poder ejercer ningún tipo de control sobre él, a no ser que se dé cuenta, de nuevo, de que está soñando.


COMO TENER SUEÑOS LÚCIDOS

A la hora de tener sueños lúcidos de una manera consciente, del mismo modo que cuando queremos recordar los sueños que tenemos en el transcurso de una noche, la motivación es una condición previa indispensable para conseguirlo. Para llegar a este fin, existen varios métodos para inducir el sueño lúcido, que se pueden clasificar en tres grandes categorías.


Adormecimiento consciente

Mediante este método, el sujeto entra deliberadamente en el sueño desde la vigilia evitando perder la consciencia durante el proceso. Esta idea está sujeta a una gran cantidad de variaciones. Es posible concentrarse en la actividad hipnagógica, en la visualización voluntaria, en una tarea mental o incluso prestar atención a la respiración, los latidos del corazón u otras sensaciones físicas, como escuchar música. Los métodos de adormecimiento consciente son más asequibles a las personas que tienen facilidad para dormirse.

Toma de consciencia en el sueño

Este método supone la capacidad de recordar con precisión el contenido de los sueños. Busca que el sujeto sea consciente de que sueña dentro del sueño en curso. Se pueden aplicar varios principios basados en el reconocimiento de temas oníricos frecuentes, la sorpresa suscitada por situaciones incongruentes, la intención de encontrar un objeto en el sueño, o simplemente la intención de ser consciente de su estado de soñador.

Algunos de estos métodos dan prioridad a la autosugestión; uno de los más conocidos es la inducción mnemónica de sueños lúcidos, conocida como MILD (del inglés Mnemonic Induction of Lucid Dreams) desarrollado por Stephen LaBerge, que recurre a la memoria prospectiva, asociando un despertar matinal con una vigilia de cerca de tres cuartos de hora y, antes de volver a dormirse, una visualización y una autosugestión con el fin de recordar tomar consciencia en el próximo sueño. LaBerge demostró que una interrupción del sueño durante la noche, seguida por un estado de vigilia de entre cuarenta y cinco minutos y una hora antes de volverse a dormir (este principio se llamó Wake Back to Bed, en español “despertar, regreso a la cama”) aumentaba significativamente las posibilidades de la aparición de la lucidez onírica. En la misma dirección, también se ha empleado la sugestión posthipnótica.

Otros métodos se basan en el análisis del estado de la consciencia, como el “reflexivo-crítico” descrito por Paul Tholey, que tiene como objeto ejercer una facultad crítica durante la jornada marcando la autoconsciencia y el entorno, una facultad generalmente inactiva durante el sueño ordinario. Con tal fin, el sujeto duda de la realidad de su entorno y efectúa diferentes test o pruebas de realidad.

Utilización de estímulos externos

Estos métodos se basan en el principio de los estímulos externos (luces, palabras, sonidos, vibraciones, etc.) que pueden emitirse durante la fase de sueño paradójico para permitirle al sujeto darse cuenta de que sueña. Hearne utilizó la detección del cambio de ritmo respiratorio para desencadenar un ligero choque eléctrico en la muñeca. LaBerge desarrolló las gafas Novadreamer, que detectaban el movimiento ocular rápido y enviaban señales luminosas. El empleo de estos dispositivos por separado es poco eficaz y debe asociarse con una buena preparación mental, pues de lo contrario los estímulos se incorporan en el imaginario del sueño ordinario.


MI EXPERIENCIA PERSONAL CON LOS SUEÑOS LÚCIDOS

En el caso de mi experiencia personal, la mayoría de sueños lúcidos que he tenido han ocurrido en algún momento en que la lógica me indicaba que alguna cosa no era posible o rompía con mis esquema de credibilidad, ya fuera en un contexto contemporáneo o no contemporáneo. Por ejemplo, el hecho de que un animal me hablase en un contexto contemporáneo puede hacerme dar cuenta de que estoy soñando, cosa que, sin embargo, no me sucede, quizás, en un contexto de corte fantástico; por otro lado, la aparición de un arma de fuego o un coche deportivo en un contexto medieval, puede hacer que me dé cuenta de que estoy soñando, al no cuadrar dentro de mi visión de dicho contexto. Es en esos momentos cuando, dentro del mismo sueño, me pregunto si no estaré soñando, y en caso de que la respuesta sea afirmativa y ningún estímulo del propio sueño desvíe mi atención, entro en la fase de sueño lúcido.


En el momento en que me doy cuenta que estoy soñando, ya me ha es posible intervenir en el ambiente y el desarrollo del sueño, tomando siempre mis propias decisiones dentro del transcurso del mismo, aunque con más libertad en unas situaciones que en otras. Por ejemplo, en sueños de corte medieval fantástico, a menudo he podido hacer aparecer cosas que me han ayudado dentro del mismo -un arma, un vehículo de desplazamiento, un edificio...-, pero generalmente sólo lo he podido hacer dentro de lo que era coherente en ese contexto -como podría ser una espada, un caballo, un castillo o, incluso, un dragón-, pero no algo que no se adecue a ese contexto –como podrían ser una ametralladora, un tanque o un rascacielos, que sin embargo si me cuadrarían dentro de un contexto contemporáneo.

Del mismo modo, aunque por lo general me resulta difícil hacer aparecer cosas de la nada, como una puerta en un muro que tengo frente a mí, en el caso de una huída-, sí que puedo hacer que éstas aparezcan siguiendo cierta lógica -por ejemplo, si busco una puerta, ésta no aparecerá de repente frente mío en un muro donde antes no había nada, pero sí lo hará, por ejemplo al girar una esquina o mirar en cualquier lugar donde antes no había mirado, como si siempre hubiese estado ahí. No me aparecerá un caballo surgido de la nada, pero sí podrá aparecer surgiendo de la espesura...

Supongo que esto es así porque aunque soy una persona muy imaginativa, siempre he tenido la mente muy atada a la realidad, y soy de esas personas que tocan con los pies en el suelo. Por eso, aunque mis sueños suelen ser muy fantásticos, en cierto modo casi siempre siguen ciertas pautas lógicas o regladas que le dan cierto sentido, y los argumentos de los mismos sueños suelen ser parecidos a los de un libro o una película, aunque pudiendo llegar a tener ciertos toques surrealistas.

En mis sueños lúcidos (y también en los no lúcidos), he estado muy influenciado por la literatura, los juegos de rol, el cine y los cómics, pero también han  influido algunas vivencias de la realidad, a menudo relacionadas con experiencias del día anterior. Obras como Las aventuras oníricas de Randolph Carter, de H.P. Lovecraft, los relatos oníricos de Lord Dunsany o el libro de Las 1001 noches han influido enormemente sobre este tipo de sueños.

Por lo general, en los sueños lúcidos soy capaz de hablar con todo tipo de personajes, incluyendo monstruos y animales, y mis sentidos parecen más vividos, pudiendo sentir incluso sabores y olores, como el sabor de un vaso de ginebra o el olor de la tierra húmeda y en descomposición de un bosque. Es en momentos así cuando a menudo me he dado cuenta que estoy soñando y participo más activamente en los sueños.

Y hay muchos otros hechos que me pueden permitir darme cuenta que estoy soñando, como respirar bajo el agua y descubrir que no me ahogo, creer que voy a morir y no aceptar esa idea, o el sencillo hecho de volar, que al darme cuenta de que es algo imposible, me ha hecho plantear si no estaré soñando, momento en que descubro que, efectivamente, es así.

Fuera de lo que son las horas nocturnas, he podido provocarme o autoinducirme sueños lúcidos haciendo siestas acompañado de música clásica con ciertos toques épicos (con la “Sinfonía del nuevo mundo” de Dvorak conseguía muy buenos resultados), que ha menudo han ido precedido de imágenes hipnagógicas de paisajes naturales (bosques, desiertos, mares...) o edificios, casi siempre de corte fantástico o medieval, incluyendo edificaciones de tipos. En algunos casos estos sueños simplemente se han convertido en sueños muy vividos, pero en otros casos han pasado a convertirse en sueños lúcidos, donde he podio participar de forma activa.

Del mismo modo, durante la adolescencia, a menudo unía estas experiencias oníricas de una noche a otra, de modo que soñaba como si las aventuras que vivía estuviesen serializadas. Esta es una capacidad que fui perdiendo y hace años que ya no he sido capaz de realizar, a no ser que sea durante el transcurso de una misma noche.

1 comentario:

  1. Soy una onironauta.Es genial tu post no sabia que se le llamara haci.en mi blog escribi un post con la misma tematica.Te invito a que pases por ahí.Acá te dejo el link https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=1609839479164307864#editor/target=post;postID=3808852392812149378;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=3;src=postname

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