jueves, 5 de mayo de 2011

RANBUSTADD

Ranbustadd...

La primera vez que oí su nombre, fue surgiendo de los labios de un envejecido consumidor de heroína griego que hallé accidentalmente en el fondo de un solitario callejón de Barcelona. Revolcándose en la decadencia de sus propias heces y orines, al pasar frente a él, me miró fijamente a los ojos con una breve chispa de lucidez, e intentando cogerme por la pernera del pantalón, con su voz envenenada por la droga que consumía, en un susurro que penetró como una daga de hielo en mi cerebro, pronunció aquella endiablada palabra: "¡Ranbustadd!". Supe entonces que mi destino estaba ligado, irremediablemente, a Ranbustadd.

¿Dónde se encontraba Ranbustadd? ¿Es un lugar? ¿Un país? ¿Una ciudad? ¿Una montaña? ¿Un lejano templo?

Pregunté, pero nadie me supo decir. Busqué información en internet, indagué en bibliotecas, investigué en librerías, pregunté a sabios eruditos... Pero nadie parecía haber oído jamás este nombre, ni tener constancia de un lugar que se llamase así.

Una noche, acosado por las pesadillas que a veces evocaba la sonoridad de ese nombre, desperté cuando entre sueños vi la figura oscura de un hombre o una mujer extrañamente contrahecha que se acercaba a mí cojeando, y con una extraña voz cascada que evocaba a sepulcros profanados, dijo la palabra: "¡Ranbustadd!".

Desperté sobresaltado, con el eco de esa palabra resonando aún en mis oídos.

¿Quién es Ranbustadd?

Creí entonces que Ranbustadd no era un lugar, sino una persona, o en todo caso alguna criatura de apariencia vagamente humana.

¿Donde podía iniciar mi búsqueda de Ranbustadd? Busqué por la ciudad, y pregunté en los bares y tabernas por donde sabía que había circulado aquel maldito heroinómano griego que por primera vez mencionó el nombre de Ranbustadd, con la vana esperanza de que él pudiera pudiera informarme de algo.

Pero de él nadie sabía nada. Si acaso, quizás había partido rumbo a algún destino desconocido o había perecido bajo las aguas del mar. Lo habían visto por el puerto hablando con las ratas. Eso era todo lo que sabía...

Nadie, sin embargo, parecía saber nada sobre nadie que se llamara Ranbustadd, ni había oído jamás semejante nombre.

Quizás, pensé, ese nombre podía pertenecer a alguien muerto hacía tiempo, a algún personaje de la historia, pues tenía la certeza de haber oído esa palabra antes.

De nuevo me sumergí en la búsqueda de ese nombre, y pasé semanas y meses buscando en los libros de historia. Pero después de más de un año y medio de búsqueda no hallé nada en los libros convencionales, ni en los viejos volúmenes editados en siglos pasados, ni ningún experto en a materia supo decirme jamás nada que me pudiera aportar la más ligera pista sobre Ranbustadd.

Fue entonces cuando decidí acceder a aquellos libros y textos prohibidos de los que había oído hablar en una ocasión, cuando en mi loca y desesperada búsqueda pregunté a un viejo librero retirado. Ranbustadd... esa palabra tenía un origen.

Así, poco a poco empecé a explorar en ciencias olvidadas, en libros que se dice que no existen, en regiones que ni siquiera el ocultismo explora...

Ranbustadd... han pasado más de cinco años y aún busco tu nombre, cometiendo crímenes atroces al intentar hallar el origen de esa palabra y seguir con tu búsqueda.

La locura invadiéndome...

Porque Ranbustadd no es un lugar, ni una persona...

...es el nombre de mi locura.

1 comentario:

  1. Plas, plas, plas!! bravooo, bravoooo! Lovecraft total, sí señor. Con ese aura de locura, del terror de los sueños... Muy chulo!

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