lunes, 26 de febrero de 2018

CÓMO AYUDAR A LOS PÁJAROS FRENTE A UNA OLA DE FRÍO

Cuando llega una ola de frío y ésta, además, viene acompañada de fuertes nevadas que cubren todos los campos y las principales fuentes de alimentos de diversas aves, los pájaros más pequeños deben enfrentarse a la ardua tarea de la supervivencia. Ante estas circunstancias es frecuente que miles y miles de aves mueran cada año no tanto a causa del frío como del hambre, aunque por supuesto, si no tienen la suficiente grasa acumulada en su cuerpo, también serán víctimas de las bajas temperaturas. He aquí algunos consejos sencillos para echarles una mano.

Texto y fotografías de: Joan Ramon Santasusana Gallardo.


Gorrión común en medio de un paisaje invernal..

¿QUÉ ALIMENTOS DAR A LOS PÁJAROS?

Pájaros hay de todo tipos, y mientras unos están más especializados con las semillas, otros se dedican más concienzudamente a las frutas o las bayas, pasando directamente a la depredación de insectos. Sin embargo, si algo tienen en común todos ellos, es que si el hambre aprieta difícilmente le harán asco a nada que se puedan llevar al buche. Efectivamente, en invierno la dieta de los pájaros suele ser más variada, no tan selectiva como en otros momentos del año.

Alpiste y otras pequeñas semillas, cacahuetes y frutos secos...

Lo mejor es darles una gran variación de semillas, que pueden ir desde el alpiste y mijo típico para canarios o periquitos, pasando por el maíz, las pipas de girasol, los cacahuetes (el preferido por los carboneros y herrerillos de todo tipo), granos de arroz, uvas pasas, frutos secos y fruta fresca partida, así como bayas de diferentes plantas si llegásemos a disponer de ellas. Tampoco tendrán manías en comer pasta o arroz hervido, cuscús. si tiramos un poco hacia la cocina oriental, o yema de huevo hervido. Así, si comemos algunos de estos alimentos en casa y nos quedasen algunas sobras, antes de echarlas a la basura (mejor si reciclamos) podemos convertir todo este alimento en un verdadero banquete para pájaros.

Por otro lado, en diversas tiendas de animales o de jardinería venden bolas de sebo para aves -hechas a partir de sebo animal-, en las que se combinan todo tipo de semillas.

Dos hembras de gorrión común entre la nieve.

Aunque el pan y los productos manufacturados no son aconsejables para las aves, ya que al ser productos procesados puede llegar a afectar el propio crecimiento de las aves, hasta el punto de crearles problemas de crecimiento o de trastornos fisiológicos -como ocurre con los patos que comen demasiado asiduamente pan-, en caso de la llegada de una ola de frío, no hemos de dudar entregarles las migas de pan que nos puedan sobrar después de cortar el pan y comer, o los cereales manufacturados que quedan en un bol o en un plato después de desayunar, aunque estén mojados en leche, así como los restos de galletas, magdalenas, bizcochos u otros productos de bollería, ya que en las duras condiciones invernales pueden suponerles las diferencia entre la vida y la muerte al aportarles una dosis extra de grasas saturadas necesarias para conservar el calor y la energía de sus pequeños cuerpos.

Un acentor alpino comiendo restos de una patata frita.

Otro alimento de similares características a la bollería son las patatas fritas de bolsa, saturadas con grasas animales y vegetales, que pueden ser una importante fuente de calorías. Sin embargo, como ya hemos dicho más arriba, en lo posible hemos de evitar darles este tipo de alimentos, siendo una excepción en esta época de hambruna para tantas aves pequeñas.

Más allá de la dieta vegetal, en algunas tiendas, también venden larvas de insectos e insectos desecados para aves insectívoras que también pueden ser un buen suplemento de vitaminas, tanto para las aves insectívoras como para algunas aves granívoras, que no durarán en comérselos si no encuentran otro alimento.

Una pequeña mesa para pájaros bajo el resguardo de un balcón.

¿DÓNDE DEJAR LOS ALIMENTOS PARA PÁJAROS?

Los alimentos deben dejarse en un lugar bien visible, dónde fácilmente sean localizables para los pájaros, pero, a ser posible, que no sean accesibles a aves de gran tamaño, que ya son capaces de valerse por sí mismas ni, especialmente a depredadores como los gatos. Una pequeña plataforma con unas cantoneras para evitar que caigan los alimentos que dispongamos sobre ella, puede ser puesta en el jardín, el balcón, una ventana, o bien colgada en algún árbol o arbusto. Las bolas de sebo -que pueden prepararse en casa, junto a una gran variedad de semillas, o ser compradas directamente en un tienda de animales o jardinería- pueden ser colgadas en cualquier rama de un árbol, lo mismo que los cacahuetes o algunos trozos de fruta.

Gorrión común encima de la nieve.

En algunos casos puede limpiarse una zona del suelo, dejando un hueco entre la nieve, o bien esparcir sobre la nieve misma, algunas semillas o alimentos para las aves que prefieren posarse en el suelo, como pueden ser los gorriones o los pinzones, pero hay que tener en cuenta que si cae una nueva nevada estos alimentos quedarán de nuevo fuera del alcance de las aves, por lo que es mejor dejarlos en sitios clareados, como pueden ser una plataforma, una mesa o una roca que estén libres de nieve.

EL AGUA TAMBIÉN IMPORTA

Es interesante proveer a las aves de un pequeño abrevadero, especialmente si las principales fuentes de agua se han congelado, o si hay un estanque o río helado en las cercanías, abrir algunas brechas en el hielo para que el agua pueda ser accesible para los pájaros. Aunque puede comer o picotear la nieve, siempre preferirán el agua directamente líquida, que será ingerida más fácilmente.

Una lavandera blanca entre la nieve.

LA LLEGENDA DEL PONT VELL DE MANRESA

El Pont Vell de Manresa, a la ciutat i municipi del mateix nom, a la comarca del Bages, creua les aigües del riu Cardener i forma part, junt amb la Seu i la Cova de Sant Ignasi, de la silueta més característica d’aquesta vila. Construït en el pas del segle XIII al XIV sobre un antic pont romànic del segle XII, del qual encara es veuen les bases en els fonaments de l’arc central, aquest obra d’enginyeria dibuixa vuit arcs de mig punt amb una alçada màxima de 25 m sobre el cabal del riu, i té uns 113 m de longitud i 3’60 m d’amplada. Destruït en part al final de la guerra civil (24 de gener de 1939), l’arquitecte J. Pons Sorolla, de la Direcció General d’Arquitectura, en restaurà els arcs centrals en els anys 1960-62, i el tornà a deixar en el seu estat original. Però més enllà de la història, investiguem la seva llegenda...


La llegenda del Pont Vell de Manresa ens parla de diables i dimonis, però curiosament, en aquest cas, no sembla que aquests estiguin implicats en la construcció d’aquesta obra, com sol passar amb tants i tants ponts catalans. No, la llegenda va per un altre costat! En Joan Amades (1890-1959), recull aquesta llegenda en el seu Costumari català:

Explica la llegenda que, fa molts anys, un seguit de diables es van instal·lar sota el Pont Vell de Manresa maleint a tot aquell que s’atrevís a passar per ell. Era tal la desesperació dels manresans que sentien la incapacitat per poder vèncer a aquests diables que, les autoritats van decidir sol·licitar de forma insistent als monjos del monestir de Sant Benet del Bages les relíquies de Sant Valentí que s’hi custodiaven, pensant que, la presència d’un Sant faria fugir als diables alliberant el pont. Després de molt insistir els monjos van consentir a prestar-los les relíquies perquè s’obrés el miracle i, així va ser, després de dipositar les relíquies de Sant Valentí els diables van fugir i el pont va quedar lliure de la presència maligna.


Davant tal miracle, les autoritats van decidir no tornar les relíquies del Sant i deixar-les dipositades sota el Pont Vell, perquè mai més cap presència maligna tornés a apoderar-se del pont però, un dia, les relíquies van desaparèixer d’aquest lloc i, van aparèixer entre uns matolls a dalt d’un turó, entre Sant Fruitós de Bages i Sant Benet. Les relíquies del sant van ser trobades per una jove pastora que les va portar a les autoritats eclesiàstiques, en el lloc de la troballa s’hi construiria una petita capella. Avui ja no existeix aquesta capella, el pas dels anys ha esborrat la seva empremta, però sí que hi ha l’esbarzer, el qual, per més que el tallin, sempre torna a créixer.

A més a més d’aquesta llegenda, també s’explica,  sense cap versemblança ni fonament històric, que l’antic pont romànic sobre el que es va bastir l’actual pont, fou aixecat al lloc d’un antic pont romà del Baix Imperi, del qual hauria aprofitat els fonaments. És, en tot cas, el pont més antic de la ciutat, i és a partir del segle XIV, quan se’n fan d’altres per la ciutat, quan aquest pont comença a ser designat com a Pont Vell.


DOCUMENTACIÓ FOTOGRÀFICA EXTRA

A continuació deixo algunes de les fotografies que varem prendre del Pont Vell de Manresa, per tal de que us pugueu fer una idea aproximada de la seva situació i ambientar-vos molt millor en aquesta llegenda que us hem explicat.






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miércoles, 21 de febrero de 2018

¡FELIZ AÑO NUEVO!... o porque mis 47 tacos me pesan mucho más que mis kilos.



Feliz año nuevo, ¿porqué no? Porque al fin y al cabo mis años empiezan en ese punto anual que alguien marcó como 21 de febrero, aunque el universo hace eras que sigue su camino. Sin embargo, de forma simbólica éste sería mi primer día del año, el día en que nací 47 años atrás, mi feliz año nuevo. Y es si lo miro en perspectiva, si he llegado hasta aquí ya he tenido mucha más suerte que mucha gente que no llega tan lejos, que se queda por el camino, y ya sólo por eso debiera dar las gracias a todos aquellos dioses en los que ni siquiera creo.

Muchos son los cumpleaños, pero la pregunta no es cuántos años hemos alcanzado sino cuántos de estos años realmente hemos vivido. ¿Para quién trabajamos? ¿A quién servimos? ¿Cuántos sueños y parte de nuestra vida dejamos atrás a coste de servir a otros?

Dicen que la edad nos vuelve más sabios. No seré yo quién lo desmienta, porque si bien es cierto que hasta el día de hoy aún improviso constantemente y continúo cometiendo locuras, a lo largo de esta vida he aprendido algo y me he vuelto un poco más sabio. No más inteligente, pero sí más sabio. Y es que realmente algo se aprende de la experiencia, aunque es difícil transmitir a otros aquello que uno ha vivido si esta persona no lo ha vivido por sí misma. Pero bueno, si alguna cosa he aprendido, es que a veces vale la pena arriesgar. Sospesar los pros y contras de todo, pero arriesgar todo cuanto tenemos cuando creemos que vale la pena, aún ante la posibilidad de darse el gran batacazo. Y aprender a levantarse cuando caemos, levantarse y no rendirse jamás aunque desfallezcamos, porque algún día volverá a salir el sol en el horizonte, hasta que la muerte nos lleve.

Dicen algunos viejos conocidos a los que no veía desde hacía muchos años -antiguos amigos, compañeros de estudios, trabajos o aficiones que tuvimos en común-, que, pese a los años, no he cambiado nada, que mi carácter sigue igual, que continúo pensando lo mismo y expresándome igual. Eso es algo que a veces me han comentado algunas personas a las que no veía incluso desde hacía más de veinte años. Una charla de media hora, una tarde o una noche juntos charlando, y creen que no he cambiado porque continúo siendo el mismo. Pero lo cierto es que la vida nos cambia a todos, sino en el carácter ni en nuestras pensamientos, si en el modo de percibir el mundo, las relaciones entre individuos, respecto a la naturaleza o el universo. No somos nada, lo somos todo. Una vela en la oscuridad. A veces no hace falta nada más.

Sí, he cambiado mucho desde aquellos 15 o 16 años en que empecé a “despertar”, por decirlo de algún modo, a rebelarme, a pensar por mí mismo, y aunque reconozco que, en esencia puede que sí continúe siendo el mismo que 30 años atrás, mucho más es lo que he cambiado. Pero nunca he dejado de soñar, no ha muerto la llama, ni el deseo, no ha muerto el motor que me impulsa ni el corazón. Nunca he sabido lo que he querido, quizás porque nunca he necesitado más que ser.

Miro el ahora y miro el entonces y llego a percibir mi yo “de entonces” y mi yo “de ahora” como personas totalmente distintas. Hay una continuidad entre ellas, pero son muchos los momentos vividos y muchas las cosas que cambiaría sabiendo lo que sé, pero nunca me he arrepentido de nada de lo que he hecho salvo una o dos cosas.

Tengo 47 tacos pero aún continúo sintiéndome joven, rebelde, y aún me impregna esa furia que a veces nos embarga y nos hace ir en contra dirección porque creemos que lo que viene en contra no es lo correcto, que tenemos que seguir nuestro propio camino, y no el camino que dictan los líderes, ni las multitudes, ni los rebaños, ni las multinacionales ni la sociedad. Nunca me importó demasiado lo que pensarán de mí cuando era joven, ¿así que porqué debería importarme ahora, que tengo más edad? La gente que me quiere me acepta tal como soy, los que no, siguen caminos distintos; yo no me entrometo en su camino, así que mejor que ellos hagan lo mismo, así habrá paz.

A lo largo de estos años he perdido esa sonrisa característica que siempre me acompañaba, pero, ¡demonios!, vaya si continuamos aún riéndonos en casa, con la pareja, con la familia, con la amistad. Porque el mundo puede doblegarnos, pero ello no impedirá que nos rindamos ni nos sometamos ante aquello que no creemos, porque el sueño más grande que hay en esta vida siempre será nuestra propia libertad.

Así que nada, llevo mis 47 años bien, porque si noto algún peso en la vida que me oprime es más el propio peso de mi cuerpo y toda la grasa que me sobra, que no todos estos años que, aún en los malos momentos, ha valido la pena haber vivido.

martes, 20 de febrero de 2018

TROFIE CON SALSA DE JAMÓN Y CEBOLLA Y UN PUNTO PICANTE DE CAYENA


Dificultad de preparación: Muy fácil.
Disponibilidad de los ingredientes: Comunes.
Tiempo: 20 minutos.
Precio: Medio.

Más recetas en: Las recetas del cocinillas.

Pulsar en la foto para agrandar la imagen.


INGREDIENTES

  • 1/2 kg de trofie
  • 2 cebollas grandes picadas
  • 200 gr de jamón cortado a trozos o dados pequeños
  • 200 ml de nata líquida
  • 3 dientes de ajo
  • 1 guindilla de cayena
  • 1 ó 2 hojas de laurel
  • Aceite de oliva
  • Sal
  • Queso rallado parmesano (opcional)

PREPARACIÓN

El trofie es un tipo de pasta típica de la gastronomía de Liguria, caracterizada por su peculiar forma alargada y rizada. Aunque es un tipo de pasta que no se encuentra en todas las tiendas de comestibles, actualmente es fácil hallarla en grandes supermercados o promociones puntuales de productos comestibles italianos. Es una pasta sencilla y deliciosa ideal para salsas cremosas o aceitosas.

¡Pero pasemos ya a la elaboración de esta receta!

Antes de poner el agua a hervir, picar las cebollas por un lado, y el jamón, por el otro, en dados pequeños (entre 0,5-1 cm). Separar, a su vez, el jamón en dos partes: una parte la utilizaremos para sofreír junto a la cebolla, y otra para freírlo solo, aparte.

Una vez troceado el jamón y la cebolla, poner a calentar una olla llena de agua hasta que alcance punto de ebullición. Cuando el agua hierva, añadir un pellizco de sal, 1 ó 2 hojas de laurel (si troceáis esas hojas en tres partes ganará en sabor) y verter el trofie en el agua, dejando  que se vaya haciendo a fuego lento durante 12-15 minutos. Remover de cuando en cuando el agua suavemente para evitar que el trofie se pegue.

Mientras la pasta se va haciendo, en una paella sofreír con el aceite la cebolla picada con una pizca de sal. Cuando alcance un tono ligeramente dorado, añadir la guindilla de cayena picada, la mitad del jamón troceado y los tres dientes de ajo, pelados o sin pelar (eso ya queda al gusto de cada uno). En una paella aparte, freír el resto del jamón hasta que quede crujiente.

Cuando la cebolla tome un aspecto dorado y quede ligeramente frita por los bordes, añadir la crema de leche y remover hasta que quede una salsa cremosa y consistente.

Una vez el trofie ya haya hervido, sacarlo del agua, escurrirlo rápidamente y meterlo de nuevo en la olla vertiendo toda la salsa, removiendo el trofie para que la salsa se reparta bien. Servirlo bien caliente, y una vez esté en la mesa, añadir por encima de la pasta el jamón crujiente que hemos frito aparte.

¡Ya está listo para comer! Si lo deseamos, podemos añadir un poco de queso parmesano a la pasta, pero el justo para no matar su sabor.

Algunos consejos:

  • A la salsa ya referida, si lo deseamos, podemos añadirle setas troceadas, que deberán sofreírse junto a la cebolla y el jamón. Si las setas estuviesen congeladas, deberíamos descongelarlas antes, sofriéndolas en una paella aparte hasta que perdieran la mayor parte del agua, añadiéndolas posteriormente a la cebolla y jamón.
  • Naturalmente, cuando preparamos la cebolla y el jamón frito, si lo deseamos podemos añadir algunas especias o hierbas aromáticas de estilo mediterráneo, justo poco antes de que añadamos la nata líquida, como pueden ser tomillo, orégano, albahaca o perejil.

jueves, 15 de febrero de 2018

LES SIRENES DE LA TORRE MORA DE PALS

La Torre Mora, situada a la vila i municipi de Pals, a la comarca del Baix Empordà, es troba en mig d’una pineda molt propera a la platja de Pals. Coneguda també com la torre de Pals o la torre de la Platja, aquesta torre probablement formava part d’una antiga masia construïda durant els segles XVI-XVII, de la qual encara es poden observar alguns vestigis, que de ben segur actuava com una de les moltes torres de guaita i defensa que es trobaven per aquells temps en bona part dels municipis costaners catalans, i que servien per protegir-se contra els atacs dels pirates turcs i berebers tant freqüents per totes les aigües del Mediterrani. Avui en dia, a més amés, si visitem aquest lloc, molt a prop de la torre encara hi podem observar les restes d’unes petites construccions anomenades botigues, que es feien servir com a refugi o magatzem. Però més enllà de l’arquitectura o la història, nosaltres ens hem acostat a aquest lloc atret pel misteri de la seva llegenda.

La Torre Mora (Pals).

A la Revista del Baix Empordà, núm. 35 (Desembre 2011-Març 2012), en un article titulat “Pals: una vila de llegendes”, Narcís Subirana Feliu ens parla de les sirenes que recorren la platja de Pals i es reuneixen per les rodalies de la Torre Mora.

Sembla ser que, segons explica la veu popular, a la vila de Pals, un cop a l’any, durant l’hivern, totes les sirenes del món es reunien al voltant de la Torre Mora, i la primera cosa que feien en sortir de l’aigua era treure’s un vel de color blau que duien i el posaven damunt la sorra de la platja. Després d’això, començaven a contar tots els grans de sorra fins a la matinada.

Els pescadors de Pals, que tenien coneixença d’aquesta reunió anual, s’amagaven darrere les dunes de sorra que encara hi ha en aquest lloc -i més que n’hi havia abans!- per tal de poder agafar el vel d’una sirena. I és que aquell que aconseguia un vel es casava amb la sirena a qui pertanyia aquesta peça de roba i així es convertia en un home molt ric. La raó per la qual les sirenes venien a Pals no era pas casual, ja que sembla ser que la seva reina habitava a les illes Formigues i aquesta sirena era la més bonica de totes.

Duna de Pals. "Els pescadors de Pals s’amagaven darrere les dunes..."

Un dia, la reina de les sirenes s’enamorà d’un pastor, i el pastor, en veure-la, també caigué bojament enamorat d’ella. I així, el que semblava un amor impossible es féu realitat. La sirena sortí del mar endinsant-se terra endins i el pastor baixà de la muntanya, i d’aquesta manera fou com es formà l’Empordà.

Si algun dia visiteu l’antiga vila de Pals, que es troba un xic a l’interior, i us passegeu pels seus carrers i places de caràcter medieval, sortireu pel portal de la torre del Rom i us trobareu al Padró. Mirant al nord, si observeu atentament,  veureu les muntanyes del Montgrí que separen l’Alt i el Baix Empordà, i si us hi fixeu bé descobrireu el perfil de la sirena encantada: el cap, el pit i la seva cua, que encara acaricia el mar d’on va sortir i que representa les illes Medes.

Pot ser que una de las raons per les quals a Pals ja no hi resten pescadors, a més a més de que el seu hipotètic port quedés soterrat sota les terres arrossegades pel riu Ter, els aiguamolls o albuferes que hi havia a la zona o enfonsat sota les aigües del mar, sigui una altra. Doncs al dir d’alguns, la raó seria aquesta: com antigament venien tantes sirenes a les platges de Pals, finalment tots els pescadors de la zona aconseguiren agafar un vel de sirena, i així tots ells varen acabar feliçment emparellats i convertits en homes rics. I sent ric, qui necessita pescar?

Les illes Medes vistes des de la platja de Pals.

DOCUMENTACIÓ FOTOGRÀFICA EXTRA

A continuació deixo algunes de les fotografies que varem prendre de la Torre Mora, per tal de que pugueu ambientar-vos millor en aquesta llegenda que us hem explicat.

La Torre Mora amagada entre una pineda...

Part posterior de la Torra Mora.

Restes de la base del mur de  l'antic mas adosat a la torre.

Restes d'una botiga.

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