miércoles, 24 de junio de 2015

EL ORIGEN DEL BRINDIS - Haciendo un poco de historia...

Actualmente el acto de brindar –generalmente con algún tipo de bebida alcohólica o espirituosa- es una costumbre arraigada en muchos tipos de fiestas, celebraciones, convenciones y reuniones sociales. El brindis es el momento en que un grupo de amigos, allegados o invitados levantan y entrechocan sus copas, vasos, jarras, botellas o cualquier otro tipo de elemento contenedor, para manifestar sus buenos deseos o acuerdo en relación a una sentencia pronunciada durante el mismo acto del brindis durante dicha celebración. La acción misma de brindar consiste, por norma general, en tres sencillos elementos: el brindis verbal -que puede consistir en una simple palabra o frase, o bien alargarse hasta un largo discurso o anécdota-, el acuerdo general del resto de los contertulios o invitados mediante el alzamiento de la bebida con la que se brinda y la repetición del brindis verbal o gritos de aprobación, y finalmente el acto del trago, que puede consistir en un simple sorbo hasta un gran trago que puede consistir en beberse todo el contenido del recipiente hasta apurarlo hasta la última gota. ¿Pero cuál es el origen de esta costumbre? ¿De dónde surgió el acto del brindis?


La costumbre de brindar es muy antigua y acaso procede ya de la antigua Babilonia o épocas anteriores aún. A ciencia cierta se sabe que en la Grecia del siglo IV antes de Cristo ya brindaban y lo hacían por cortesía e incluso por obligación del anfitrión, que tenía la gentileza de beber primero que los demás para demostrar así que el vino con el que se brindaba no estaba envenenado, y por eso la fórmula de cortesía de aquellos tiempos era prácticamente la misma que hoy: “¡A tu salud!” o “¡Qué vivas largos años!”. En aquellos tiempos todos sabían que mezclar veneno con el vino era una práctica habitual para deshacerse de los enemigos y gente molesta, para divorciarse sin trabas legales o para saldar cuentas cuando éstas no se podían cobrar o pagar, y el brindis era un modo sencillo de demostrar que no se deseaba ningún mal, siendo siempre el que lo proponía el que hacía el primer trago en señal de buena fe. Efectivamente, en aquellos tiempos era común que, al brindar, ambos bandos bebieran del mismo recipiente, o bien brindasen con dos recipientes distintos de modo que su contenido pudiera mezclarse de un recipiente a otro.

Los romanos heredaron de los griegos, entre muchas otras costumbres, la práctica del brindis. Para realizarlo, solían mojar una tostada en el vino para endulzarlo. Esta práctica sería conservada a lo largo de los siglos entre los pueblos anglosajones, y hoy en día los ingleses todavía dicen “Toast” (tostada), tras entrechocar las copas, aunque, paradójicamente, cuando la emplean, los ingleses sólo introducen una tostada para contrarrestar la acidez de la bebida.


Precisamente otra teoría afirma que en la antigua Roma se decía que del vino disfrutan todos los sentidos –gusto, olfato, vista y tacto- menos el del oído. Con el chocar de las copas este sentido también pasaba a formar parte del gozo de la bebida.

Brindar era una costumbre arraizada también entre los pueblos germánicos. El historiador romano Cornelio Tácito, del siglo I, cuenta que los pueblos bárbaros de Germania utilizaban una frase especial para el momento de beber en ceremonias, reuniones, bodas y banquetes. Era el brindis, que en aquella lengua significa “ofrecimiento”. De hecho, la palabra brindis procede precisamente del alemán “Ich bring dir’s”, que significa “Te lo ofrezco” o bien “Lo traigo para ti”, frase que se decía al beber en una ocasión festiva.

El brindis era, pues, un acto de paz, amistad o de fe, y entre los pueblos antiguos era obligado brindar, que el anfitrión bebiera primero que los demás, para disipar todas las dudas del ánimo de los comensales. A pesar de ello, muchas veces se logró envenenar al invitado mediante actos de subterfugio. Liva Drusilla, emperatriz romana del siglo I antes de Cristo, que hizo del envenenamiento una práctica habitual, desarrolló un sistema que consistía en dejar caer una gota de veneno escondido en una cápsula que escondía detrás de su propio labio inferior, que liberaba tras haber bebido ella primero de una copa. En el Renacimiento, Lucrecia Borgia escondía el veneno en un anillo que con habilidad abría junto a la copa de la que bebía tras haber brindado, y justo en el momento de ofrecerla a su invitado. Por suerte aquellos tiempos de envenenamientos políticos parecen haber pasado.


Mucho más tarde, a principios del siglo XVIII, la costumbre de brindar adquirió un nuevo cariz. En vez de beber a la salud de un amigo se bebía para ponderar la belleza o celebrar las prendas de una dama presentada así en sociedad. Se brindaba para que se reparase en la belleza de una dama o la sabiduría de un caballero.

En el siglo XIX la costumbre de brindar estaba ya tan extendida y generalizada que un acontecimiento social no se consideraba completo sin que alguien pronunciara un brindis, que se alargó hasta convertirse en un discurso. Empezó a hacerse habitual la petición de que hablasen el anfitrión y el invitado de honor. En la sociedad inglesa se puso de moda que los nobles dedicaran un brindis y una copa a cada persona de importancia, con lo que los brindis se sucedían y las borracheras se hacían más frecuentes y sonadas.

Siempre, en todas las épocas, fue tenido como grosería negarse a brindar, y el brindis permitía demostrar desprecio al ignorar a alguien en público; bastaba con no nombrarle o no rozar la copa con la suya para que el acto del brindis se convirtiese también en un acto de humillación.


Sea como sea, es difícil desligar el acto del brindis del acto religioso, ya que según algunas teorías el brindis es una práctica social que probablemente se remonta a las antiguas libaciones, sacrificios en los que se ofrecía un líquido sagrado a los dioses: sangre o vino a cambio de una petición o súplica. El mismo acto de beber a la salud de los vivos muy probablemente derivase del antiguo rito religioso de brindar por los dioses y por los muertos. En sus comidas, los antiguos griegos y romanos efectuaban libaciones, derramando vino o licores, en honor de sus dioses, y en banquetes ceremoniales brindaban por ellos y por los muertos. Íntimamente ligado a estos actos estarían relacionada la costumbre de brindar por la salud de los vivos.

Sin ir más lejos, hablando en términos religiosos, el mismo acto del ritual católico de la consagración del pan y el vino participa de esta condición de sacrificio a la vez que de comunión y participación colectiva.

El significado de brindar es, pues, en definitiva, ofrecer una cosa a cambio de un deseo, o simplemente aspirar a que ese deseo se cumpla.


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