domingo, 22 de noviembre de 2015

URBEX: EL MOLÍ D'EN PERES (EL MOLINO DE PERES)

Texto y fotografías: Joan Ramon Santasusana Gallardo.
Fecha: 20 de noviembre de 2015. Lugar: En algún lugar de la comarca del Gironès, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 41. Total fotografías publicadas: 33.
Si quieres saber qué es el urbex: Urbex: exploración urbana.
Si quieres ver otros archivos urbex: Archivos urbex.


Paseando por una zona relativamente cercana a mi hogar, en una zona boscosa a pocos kilómetros de casa donde se reparten, aquí y allí, algunos pequeños campos agrícolas, granjas y diversas casas solitarias, acabamos adentrándonos en el interior de la espesura siguiendo el curso de un pequeño riachuelo.

Caminando por un pequeño y estrecho sendero de tierra, rodeados de vegetación y el incesante canto y movimiento de la vida salvaje, nuestro camino se cruzó con un viejo puente sembrado de hojas que permitía el paso sobre el río, pero ante la precariedad de éste, decidimos seguir el sendero en descenso durante unos metros, hasta llegar a la orilla del riachuelo, y cruzar éste saltando por encima de unas pequeñas rocas que afloraban sobre sus aguas. Y una vez alcanzada la otra orilla, justo allí delante, frente a nosotros, hallamos las ruinas del molino de Peres.


Este molino hidráulico, el molí d’en Peres, se halla relativamente cerca del molino de Ribes, sobre el que ya escribí un artículo no hace mucho (ver: El molí d’en Ribes), y lo mismo que éste, es uno de esos viejos molinos de agua que con la llegada de la industrialización y el fin del modo de vida agrícola tradicional fueron quedando abandonados con el paso de los años.

Rodeado por la humedad del agua que una vez le dio la vida, poco a poco la vegetación que  rodea sus muros se ha ido apoderando de sus paredes, y las vigas de madera que sostenían su techo, deterioradas, se han ido pudriendo y han cedido bajo su peso, transformando parte del suelo de esta vieja edificación en una demasiado inestable base como para andar por su interior, bajo la amenaza de acabar cediendo.


A pesar de todo, al explorar parte de este edificio, hasta allí donde el sentido común nos lo permitió, descubrimos que la edificación resistió, al menos, hasta el momento de poder llegar a disfrutar, en los últimos años de su existencia, de corriente eléctrica, ya que aquí y allí se podían ver aún algunas tomas de enchufes, interruptores, y una vieja caja de contadores eléctricos. Aún así, esa pequeña nota de “modernidad” contrastaba con el descubrimiento de su vieja y rústica cocina de leña, algunas alacenas de madera podrida, los restos de sus establos, y la zona del viejo molino, que aunque evidente, carecía ya de su granítica rueda de molido.

La noche otoñal caía rápidamente, y nuestra visita se vio así acortada, ya que aún nos quedaba mucho camino por proseguir a través del oscuro sendero que atravesaba el bosque, dejando atrás este viejo molino escondido en la espesura.































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