Texto:
Joan Ramon Santasusana Gallardo. Fotografías:
Joan Ramon Santasusana Gallardo, Esther Ortega López.
Fecha: 29 de noviembre de 2015. Lugar: En algún lugar de la comarca del Pla de l'Estany, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 37. Total fotografías publicadas: 25.
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Reconozco que me emocioné al encontrar esta vieja trilladora Volvo abandonada en el margen de un campo. Me crié entre la naturaleza, viví mi infancia en las afueras de cierto pueblo de la comarca del Bages, entre las aguas de un río, bosques y montañas, y en aquellos tiempos era frecuente que entre las hierbas de los campos agrícolas y las zarzas y otras matas, se escondieran viejos vehículos abandonados, desde coches y camiones, hasta grandes máquinas agrícolas o excavadoras. Todos aquellos vehículos y maquinaria oxidada se acabaron convirtiendo en parte de nuestras aventuras, imaginando, frecuentemente, al sentarnos en sus altos asientos o cabinas, que eran enormes naves espaciales de aspecto casi robótico con las que surcábamos el espacio y explorábamos mundos nuevos, mundos de vastos campos y horizontes. Todos aquellos engranajes, palancas, correas, motores, botones, paneles, pedales, frenos y demás nos permitían imaginar todo eso y más.
Para mí, todas aquellas máquinas abandonadas formaron parte de mis sueños y de mi imaginación, y entre ellas, las máquinas agrícolas como tractores, trilladoras, arados o, incluso, pequeñas excavadoras, siempre fueron lo más, quizás por lo poco habitual de sus formas, y la altura que se alcanzaba al sentarse en la cima de aquellos asientos, generalmente individuales, que se elevaban por encima del suelo, a una altura mucho superior al de una bicicleta o un coche.
Supongo que por ello, descubrir la vieja trilladora me trajo tantos recuerdos, no sólo de mi infancia, sino también de unos tiempos en que la vida agrícola, pese a disponer ya de máquinas pesadas, no era tan fácil como la de ahora, quedando sumidos los cuerpos a la intemperie, ya fuese lluvia o los duros rayos veraniegos del sol.
Por eso, creo que las viejas máquinas agrícolas abandonadas, ya sean vehículos, meros instrumentos o piezas, hoy por hoy, en su conjunto, son como pequeñas piezas de museo. No me sorprende que, como yo, piensen lo mismo en muchos pueblos o aldeas, donde tales objetos han pasado a convertirse de piezas olvidadas, a pequeñas esculturas o monumentos de una vida que fue, impresa por el carácter del campo. Objetos modernos de carácter rústico que con el paso de tan sólo unas pocas décadas han quedado desfasados, aunque fueron creados para durar.
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