miércoles, 21 de diciembre de 2011

PORQUÉ NO ODIO LA NAVIDAD, o un intento de felicitaros a todos mientras reflexiono sobre ello.



Soy incapaz de felicitaros diciendo una sola frase. ¡Lo siento!

El año pasado empecé mi escrito sobre la Navidad diciendo “Llegan las fiestas de Navidad y, como cada año, aumentarán las tasas de suicidio”. Sé que no es un modo muy optimista de empezar un escrito navideño, pero es algo que no deja de ser cierto. Aún así, no odio la Navidad.

Este año que ya acaba ha sido un mal año y el porvenir no pinta nada halagüeño.

No sé que pasará el año que viene, pero, por lo general, éste ha sido un mal año para mucha gente, y la cosa no tiene pinta de mejorar nada, la verdad: recortes de salarios y de ayudas para los más necesitados (mientras que los bancos continúan sangrando las arcas públicas, ¡eso sí!, pese a que sus beneficios continúan siendo multimillonarios); más gente que pasa a engrosar las colas del paro o que, sin haber encontrado un nuevo trabajo en este año tan negro, ya han perdido el derecho a él; inminentes subidas del precio general de las cosas más básicas, como son la alimentación, agua, electricidad, gas y transporte; la visión continuada de la existencia de unos políticos y unos especuladores financieros sonrientes y corruptos que no merecen más que nuestro desprecio, al ver que pese a saberse de sus estafas millonarias, continúan corriendo tan tranquilos por la calle… ¡Un panorama feo! Como digo, éste no ha sido un buen año.

Sin embargo, éste ha sido también un buen año. Hoy, como hacía tiempo que no sucedía, la gente ha empezado a moverse y a sublevarse. Quizás a pequeña escala, pero la gente se ha levantado, y eso ha pillado de sorpresa a muchos. Aún aletargados, algunos políticos y empresarios han empezado a reaccionar. Los bancos, por otro lado, han continuado preocupándose únicamente por sus intereses, lo que no ha pillado a nadie por sorpresa, claro. La gente no está contenta y no se ha resignado a permanecer en casa. El malestar ha pasado de ser movimiento activo que no se resigna, sino que clama justicia. Verdadera justicia, y no lo que los que se amparan en ella llaman ley. Justicia, oportunidad, libertad, unidad, fuerza, esperanza.

En este mal año, la esperanza no ha aparecido de los que mandan, ni de los que tienen el dinero que mueve el mundo, sino que la esperanza ha nacido de la gente joven y no tan joven que se ha movido y ha salido a las calles.

No ha sido un mal año, no. Y quizás vengan tiempos peores, pero aún así, la sensación es que la adversidad nos hace más fuertes. Cada vez se ve más claro quién es el enemigo.

No odio la Navidad, no. Porque en mi caso, estas fechas, más que una época de consumismo ciego, es una época de reflexión; sin entrar en materias religiosas, familiares o económicas. La Navidad es una época para pensar en nosotros mismos, el mundo que nos envuelve y, muy especialmente, en los nuestros.

Los “nuestros”. Los nuestros, esa gente cercana, que pese a las vicisitudes, está ahí para arrimar el hombro, sean familiares, amigos o pareja. La gente que da fuerza a nuestros verdaderos pilares, en los que verdaderamente nos podemos apoyar. Apoyar mutuamente.

Y la verdad es que me río de los estereotipos que aparecen en los anuncios y la publicidad que nos inducen a consumir durante estas fechas. Son muy distintos a mi gente. Y por mi gente no digo sólo mi familia y amigos más cercanos, ni a mi pareja, no, sino también a esa gente que en el trabajo, en la calle o en el mundo virtual me han apoyado o yo les he servido de apoyo. No, los estereotipos humanos que aparecen en la publicidad no se parecen a toda mi gente ni por asomo. Al final, la gente de los anuncios se me antoja hueca. Un perfume, una joya o cualquier otro regalo no marcarán la diferencia.

No odio la Navidad, pero también debo decir que este año no me siento especialmente navideño. No ha sido un mal año para mí, y he hallado a una persona (¿o debo decir tres?) que me ha acompañado en mi camino, pero tampoco ha sido uno de los mejores años. La sensación general que he tenido ha sido la de cansancio y un punto de agobio que ya me vienen siguiendo del año anterior, la sensación de no poder desconectar y alejarme del mundo tanto como quisiera. El punto de ermitaño que a veces me acompaña. Sé que he desconectado mucho de la gente en general, con la que habitualmente hablaba por internet, e incluso de mis mejores amigos, pero es como si mi mente me pidiese un descanso para estar sólo conmigo mismo (¡Aunque estoy bien, gracias! ¡Jajajajaja!). Y sin embargo, ahí he procurado estar cuando alguien me ha necesitado; a alguien habré fallado, seguro, pero cuando he podido, ahí he estado.

Bueno, pues aquí está ya la Navidad, a la vuelta de la esquina, o quizás ya haya llegado o pasado para cuando leas esto, tanto da. No importa, porque esto en realidad es sólo una reflexión que me hago yo, sobre lo que ha sido este año, sobre lo que significa mi gente para mí, recordando a la gente que quiero y me quiere, y la gente que por una razón u otra no pueden estar con los suyos, que por circunstancias de la vida se hallan solos o abandonados (otro tema negro de la Navidad, la soledad), o se ven obligados a fingir a felicidad cuando por dentro sólo encuentran tristeza o desolación, intentando encontrar únicamente a alguien que le comprenda.

En fin, no me despediré sin decir que durante estos días procuréis ser, ante todo, fieles a vosotros mismos, celebréis o no estas fiestas, volviendo a lo básico, que es el calor del hogar y de la gente que nos rodea, ya sean familiares, amigos (y aquí incluyo a animales y plantas), compañeros o amantes, y terminaré repitiendo las mismas palabras que ya dije el año pasado:

Para los que les guste eso…

¡FELIZ NAVIDAD!

Y para los que no… pues simplemente les deseo que lo pasen lo mejor posible dentro de lo que puedan. Después de fiestas, todo volverá a la normalidad.



1 comentario:

  1. Feliz Navidad Joan, aunque prefiero decirte que seas feliz todo el año, el que viene y los siguientes. Y que las cosas mejoren para todos.
    Un beso enorme de una friki que aunque siempre está algo desaparecida sigue pasándose por aquí para ver cómo te va.
    Besitos ^^
    Carolina.

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