El término “literatura infantil” siempre me ha parecido un poco ambiguo y confuso. Uno diría, al oír ese término, que la literatura infantil es un tipo de literatura que se centra únicamente en un tipo de lectura, pensada exclusivamente para niños, lo mismo que la literatura juvenil puede parecer pertenecer sólo al ámbito de los jóvenes adolescentes. Sin embargo, ésa es una suposición y premisa totalmente falsa, que dista mucho de la realidad. En las páginas de los libros infantiles, a menudo subyace una profundidad de valores, ideas y enseñanzas mucho mayor de la que cabría suponer de entrada, y aquello a lo que algunos llaman “infantil”, a veces resulta ser absolutamente todo lo contrario.
Así, de repente, ahora me viene ahora a la memoria, por ejemplo, un libro como “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. Esta novela, es una de las sátiras sociales y políticas más encarnizadas que he leído jamás y, aún a día de hoy, totalmente vigente y de completa actualidad. Y sin embargo esta obra a menudo ha sido considerada como infantil, reflejándose esa idea en todas las películas o adaptaciones visuales que se han hecho sobre esta magistral obra que no deja precisamente en buen lugar al género humano, y mucho menos su sociedad, o se debe al sinnúmero de ediciones recortadas, expurgadas y capadas para que sean más del agrado al público infantil, al que inicialmente no estaba destinado. ¡Es un libro que si no se ha leído, recomiendo encarnizadamente! ¡Olvidaos de lo que habéis visto en el cine o la televisión sobre el tema, porque el libro va mucho más allá, pero mucho más allá, con diferencia!
Sin embargo, y volviendo al tema del que hablaba, creo que a veces hay una gran confusión entre aquello que se considera literatura infantil o literatura juvenil. Cierto es que existen libros para diferentes edades, pero eso no es una razón para encasillarse en uno u otro lado. Existe una gran cantidad de libros que en su origen estuvieron destinados a un público adulto, y de éste, con el transcurrir de los años, pasó al público infantil, como ha ocurrido innumerables veces lo contrario: libros destinados originalmente a los niños han pasado a formar un parte importante del bagaje cultural de los adultos que los han leído, pasando a veces de padres a hijos.
Creo que uno de los problemas más habituales de la literatura infantil (y juvenil), es que frecuentemente se han sacado obras censuradas o expurgadas para que sean más del agrado o gusto de los “niños”, o porque se cree que de otro modo su lectura no les resultaría tan placentera y agradable. ¡Error! Pues es un error muy habitual entre los adultos el tomar a los niños por tontos, creyendo que son incapaces de comprender o disfrutar de contenidos de algunos libros para los que aún no se los cree bastante capacitados o críticos por su densidad. Cierto es que siendo niños puede que no comprendan el mensaje en toda su magnitud, si hablamos de una obra muy compleja, pero eso no significa que no sean capaces de comprender parte de lo que leen y sean capaces de disfrutar con ello.
Recuerdo perfectamente bien que la primera novela que leí en mi vida (que no libro, que ya habían sido muchos, especialmente libros de cuentos y mitología ilustrados) fue el “Frankenstein” de Mary Shelley. Al menos la primera novela que recuerdo como tal de la que tengo conciencia, aunque puede que hubiese leído alguna otra antes que no recuerdo. Pese a mi edad de entonces –unos doce años-, el gran número de páginas que tiene esta novela, en todo caso, no me echó atrás, y me pareció un libro estupendo. De repente, gracias a esa historia, un nuevo y amplio mundo se abrió ante mí y me sumergí en la pasión de la lectura, encadenando un libro tras otro. Antes que eso, como ya he dicho, es cierto que había leído muchos tebeos, libros de cuentos (Grimm, Perrault, Andersen...), libros de mitología ilustrados, así como hojeado diversos libros ilustrados atraído por sus dibujos más que no por sus letras. También disfruté mucho de aquella serie de libros rojos conocida como “Elige tu propia aventura” (y los que le siguieron otros del mismo tipo de “Dungeons & Dragons”), que en cierto modo permitía interactuar al lector, pero “Frankenstein” fue el primer libro que me abrió la puerta al universo de la literatura.
Sea como sea, puede que haya buena literatura infantil, y puede que haya literatura infantil pésima o mediocre, pero es indudable que, cuando uno es joven, no tiene demasiados miramientos en ese sentido, y sea un buen libro o uno malo, si entretiene, e bienvenido. Por ello, son de agradecer aquellos libros rojos de “Elige tu propia aventura”, porque de algún motivo, al permitir interactuar al lector, a la vez lo hacía más adicto a la lectura, y, con el tiempo, a buscar nuevos desafíos con otro tipo de libros.
Así, empecé a cogerle el gusto a la lectura, y fue esa época cuando descubrí buena parte de los títulos de lo que se ha dado por llamar literatura infantil “El maravilloso mago de Oz”, “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, “Charlie y la fábrica de chocolate”…-, así como muchos libros que actualmente entran dentro de lo que se ha llamado literatura juvenil, aunque creo que más apropiadamente tendría que llamarse literatura de aventuras: libros como “Robinson Crusoe”, “La isla del tesoro”, “La llamada de la selva”, “Ivanhoe” o las novelas de Jules Verne.
Con todo ello, como ya he dicho, nunca abandoné el gusto por el mundo de los tebeos y los cómics, ni por los libros ilustrados, ni los cuentos tradicionales, pero poco a poco fui descubriendo muchas otras novelas y autores que me llevaron por caminos más tenebrosos –Edgar Allan Poe, Arthur Machen, H.P. Lovecraft, Stephen King, Clive Barker…- o por mundos más épicos –J.R.R. Tolkien, Michael Moorcock, Robert E. Howard, Fritz Leiber…-, que con el tiempo me conducirían a los entresijos de la ciencia-ficción, la novela histórica o los ensayos. Pero no es de esto de lo que va este artículo, sino de la literatura infantil.
Entre todos los libros, y aún admitiendo que el terror es mi género favorito, seguido de cerca por el género fantástico, siempre me han gustado esas historias donde los protagonistas son los niños, que por un motivo u otro se mueven a través de mundos fantásticos y maravillosos que, por norma general, escapan a toda lógica, o esas historias que, sin estar protagonizadas por niños, emanan cierto aire de cuento mágico infantil. Libros donde el espacio y el tiempo cambian de modo extraño, donde existen criaturas fantásticas inimaginables, los animales hablan o lo imposible es algo alcanzable. “Alicia en el País de las Maravillas”, “Peter Pan”, “El mago de Oz”, “La historia interminable”... o la maravillosa novela “El viento en los sauces” protagonizada por animales parlantes, entre muchos otros, se mueven dentro de esos universos de fantasía infantil
Algunos de estos libros introducen algunos elementos fantásticos cercanos al terror, como “La maravillosa historia de Peter Schlemihl” o “El gólem”; otros, a los cuentos de viajes fantásticos, como “Los viajes de Gulliver” o “Las aventuras del barón de Münchhausen”; y otros a la fantasía épica tradicional, como es el caso de “El Libro de los Tres” o “El último unicornio”.
En otros casos, no es lo maravilloso lo que me atrae de esas historias, sino lo cotidiano visto desde el punto de vista de un niño, como el caso de los libros que conforman la saga de “El pequeño Nicolás” de René Goscinny, o la búsqueda del autoconocimiento, como es el caso de “El principito”, “Juan Salvador Gaviota” o “El caballero de la armadura oxidada”.
En algunos de estos libros, donde la fantasía prima por encima de todo, a veces se combina ese punto tétrico cercano al terror, donde la violencia, lo siniestro o lo claramente maligno pueden coexistir con el mundo infantil, como ya ocurriera en los cuentos de tradición oral. Al fin y al cabo, como éstos, las historias que se nos cuentan a menudo son una especie de viaje iniciático de sus propios protagonistas, y con ello, de los propios lectores.
Quiero dejar pues, aquí, constancia de algunos de esos libros que marcaron mi vida y aún a día de hoy disfruto releyéndolos cuando tengo la ocasión. No están todos, sino sólo aquello que leí y que más me gustaron. La lista no está ordenada por orden de preferencia, sino por la antigüedad de la obra, de la publicación de su texto original. Así pues, tras el título del libro en cuestión, entre paréntesis he puesto el nombre de su autor, seguido del año de su publicación original. Espero que si no habéis leído alguno de ellos, os pique la curiosidad lo suficiente como para intentarlo.
Preparaos a emprender un salto a diversos mundos maravillosos y atreveos de nuevo a soñar. ¡Ahí vamos!
LOS VIAJES DE GULLIVER (Jonathan Swift, 1726)
Decir que este libro es infantil, es demostrar que uno jamás se ha leído el libro en su versión íntegra, ya que es una sátira totalmente crítica y mordaz contra la sociedad y la condición humana de los hombres. Y puede decirse que aún después de tantos años desde que fue escrita, la obra aún está en plena vigencia, pues, leyendo el libro, está más que demostrado que el hombre no ha evolucionado mucho más desde entonces. Es una lectura que recomiendo encarecidamente, evitando a toda costa, eso sí, todas esas versiones expurgadas y dulcificadas que no hacen justicia a la verdadera obra de Swift.
Camuflado como un libro de viajes escrito por Lemuel Gulliver a través de reinos y países pintorescos a lo largo de su vida, el lector será transportado al reino de los diminutos liliputienses y sus vecinos, los blefuscudianos; pasará por el reino de Brobdingnag, habitado por gigantes; descubrirá las maravillas científicas de a isla flotante de Laputa, hablará con los espíritus convocados por un poderoso mago en la isla de Glubbdubdrib, y descubrirá la los viejos inmortales de Luggnagg, que no mueren pero envejecen, para finalmente viajar al País de los Houyhnhnms, habitado por una raza de caballos sabios y hermosos, y los terribles yahoos, seres humanos salvajes y primitivos que al fin no son tan distintos de los humanos modernos.
LAS AVENTURAS DEL BARÓN DE MÜNCHHAUSEN (Gottfried August Bürger, 1786)
Si bien existen numerosas versiones de “Las aventuras del Barón de Münchhausen”, la versión de Gottfried August Bürger es, sin duda, una de las más completas. Este libro, de tono tremendamente satírico, está lleno de elementos fantásticos que, en ocasiones, rozan lo surrealista, y en él, el humor y la exageración son la marca habitual. Difícil sería mencionar en pocas palabras las proezas del protagonista, así como algunos de sus extraordinarios compañeros, pero como muestra, decir que los viajes del Barón de Münchhausen pasan desde diversos puntos de la Tierra –lo que incluye el fondo del mar o el mismísimo infierno de Vulcano- hasta llegar a la Luna, pasando por todo tipo de aventuras e infortunios. Recomiendo leer la versión ilustrada con los poderosos grabados de Gustavo Doré.
LA MARAVILLOSA HISTORIA DE PETER SCHLEMIHL (Adelbert von Chamisso, 1814)
Cuando leí por primera vez este libro surgido del romanticismo alemán, me sentí cautivado. En él se nos narra la historia de Peter Schlemihl, un hombre que vende su sombra al Diablo a cambio de riquezas inagotables, pero esa misma ausencia de sombra lo acabará apartando de la humanidad, que sentirá rechazo de su condición de hombre sin sombra, por lo que no podrá disfrutar de la compañía de otros hombres ni del amor. Si bien pasado un año el Diablo le da la opción de recuperar su sombra a cambio de su alma, Peter Schlemihl, rechazará la oferta y aprenderá a vivir sin su sombra ni la compañía de humanos, disfrutando en la medida de lo posible de la soledad, de su condición humana y de la naturaleza que lo rodea. Lo cierto es que la novela tiene una belleza nostálgica sin igual.
LAS AVENTURAS DE ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (Lewis Carroll, 1865)
Cuando hablo de “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”, debo añadir a la lista, también, acompañándolo, indudablemente, su segunda parte, “Alicia a través del espejo” (escrito unos años más tarde, en 1871). El universo de Alicia siempre me ha cautivado ya que, pese a toda su extraña fantasía, que roza lo onírico y surrealista, hay una lógica implacable. Los personajes son cautivadores, y aunque extraños, parecen ser tanto parte de la historia como de Alicia, o del mismo lector, incluso. No en vano estos libros han pasado a ser parte de la literatura universal. Alicia en el País de las Maravillas es uno de esos libros donde la figura infantil es clave no sólo para entender la historia, sino para entender que en la lógica de un niño aquello que podría parecer imposible puede ser totalmente lógico y natural. ¡Sublime!
EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO (Mark Twain, 1881)
Si bien Mark Twain es más conocido por sus libros sobre los personajes de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, fue con “El príncipe y el mendigo” que quedé atrapado por su prosa. En esta novela de ambientación histórica ambientada en el siglo XVI, dos niños de apariencia idéntica intercambian sus papeles: uno es Tom Canty, un mendigo que vive con su cruel padre en una de las zonas más pobres de Londres, y el otro es el príncipe Eduardo Tudor, hijo de Enrique VIII de Inglaterra.
Efectivamente, este cambio de roles llevará a que nadie crea a Eduardo cuando dice que él es el príncipe, mientras que en el palacio nadie creerá a Tom cuando dice que él no es el príncipe Eduardo, creyendo que ha sido atacado por la locura. Así, cuando Enrique VIII fallece, se hacen los preparativos para la coronación sin que ni uno ni otro puedan impedirlo, y después de una serie de aventuras, Eduardo logrará intercambiar de nuevo su lugar con Tom, justo cuando éste estaba a punto de ser coronado. Todo esto permitirá que el príncipe conozca todas las humillaciones, crueldades e injusticias a que están sometidos sus súbditos, mientras que Tom conocerá la falta de libertad que sufren los poderosos y su imposibilidad para gobernar con justicia.
PINOCHO (Carlo Collodi, 1883)
“Pinocho” es un cuento maravilloso donde un niño de madera acabará por convertirse en un niño de carne y hueso. Con esta premisa, uno podría creer que ser un niño de carne y hueso es el mayor logro al que puede aspirar Pinocho, pero lo cierto es que, como muñeco de madera, es como Pinocho sobrevive en un mundo fantástico que lo lleva de una aventura a otra, no exenta de cierta crueldad en algunos de sus pasajes. Y es que cuando uno piensa en Pinocho, nunca lo hace pensando en un niño de carne y hueso, que en el instante en que pasa a serlo pierde toda su magia y sentido de la maravilla, sino en aquel fabuloso leño que se convirtió en un muchacho de madera malcriado capaz de vivir un gran número de aventuras, a cada cual más fantástica.
EL MARAVILLOSO MAGO DE OZ (Lyman Frank Baum, 1900)
Éste es un libro que he leído innumerables veces, y del que lamento profundamente no haber podido dar con ninguna traducción de los trece posteriores libros que Frank Baum escribió situados en el mundo de Oz, pues es uno de mis universos fantásticos infantiles preferidos y que más me cautivó.
Popularmente conocido, el mundo de Oz me cautiva porque tiene aquella mezcla de magia e inocencia que a la vez es capaz de mezclar la fantasía con un punto de tétrico de terror, donde criaturas de gran belleza son capaces de encontrarse con monstruos de gran maldad, lejos de los mundos infantiles sobreprotectores donde todo es pureza y bondad. Y así será como a través de su camino para encontrar su regreso a casa, con la compañía de su perro Totó, Dorothy conocerá a el espantapájaros, el hombre de hojalata y al león cobarde, con los que emprenderá el camino en busca del poderoso mago que gobierna Oz.
EL VIENTO EN LOS SAUCES (Kenneth Grahame, 1908)
Es curioso como una novela como “El viento en los sauces”, que es una historia sin demasiadas pretensiones y ciertamente de tono desenfadado, se ha ganado el corazón de niños y adultos por igual. Esta novela, que es un referente de la literatura infantil inglesa, está escrito con un lenguaje llano y simple, pero con ciertos toques de lirismo y poesía, y, sobretodo un gran sentido del humor, que nos acomodan a la pequeña región del río y las zonas adyacentes donde viven los protagonistas: el señor Topo, la Rata de Agua, el señor Tejón y el señor Sapo…
A lo largo de una hermosa historia donde los animales son los protagonistas, se destacan valores como la amistad, la lealtad, la vida sosegada y tranquila en el campo, y los sencillos placeres de compartir la comida, la bebida o una tertulia con los amigos. Y es que el gran acierto de “El viento es los sauces” que no pretende ser una historia moralizante, sino un simple retrato sobre la vida tranquila, donde la camarería entre los amigos es lo más importante, por encima de otras cosas, sin estar exento de una gota de aventura. Muy recomendable.
PETER PAN (J.M. Barrie, 1911)
La primera vez que leí “Peter Pan”, me impresionó el tono del relato respecto a la versión dulcificada que hiciera Disney, ya que en el libro se me antojó mucho más siniestro, cercano a los antiguos cuentos de antaño, pues en él el tema de la muerte, la violencia y el egoísmo resulta mucho más patente. Y a pesar de ello, no puede negarse que pese a todo es un bello cuento protagonizado por niños que exalta el derecho a soñar, a la vez que nos hace conscientes del proceso que significa madurar.
Tal como Alicia en el País de las Maravillas, o como Dorothy en el Mundo de Oz, en “Peter Pan”, Wendy, la protagonista femenina, descubre un mundo imaginario, el País de Nunca Jamás, donde lo ilógico cobra su propia lógica y sus actos determinarán su propia historia.
EL GÓLEM (Gustav Meyrink, 1915)
Aunque puede que “El gólem” de Gustav Meyrink no sea propiamente un libro infantil, siendo objeto de múltiples estudios, tanto literarios como filosóficos, religiosos, y ocultistas, lo he incluido aquí por ser uno de esos libros que fácilmente puede ser leído por cualquier joven, conduciéndolo, quizás, a ese lado más gótico y oscuro de la literatura.
La novela nos cuenta una antigua leyenda relacionada con la fantástica creación de una enorme figura de arcilla animada por obra de la Cábala, y con imágenes vigorosas evoca los misterios del viejo gueto judío de Praga, donde un rabino crea esa criatura para defender a los suyos de las persecuciones, pero esta monstruosidad acaba escapando de su control, provocando catástrofes. Así, lo que podría ser sólo una extravagancia gratuita sin más interés que el de un relato bien contado, acaba cobrando un significado simbólico: el gólem simboliza a los autómatas humanos que crea la sociedad moderna, que realiza la parte a él asignada contra su propia voluntad y con un rigor atroz, anulando su propia mentalidad.
EL PRINCIPITO (Antoine de Saint-Exupéry, 1943)
Si algún libro ha cautivado a jóvenes y adultos, creo que es éste. “El Principito” no es sólo un cuento poético que va acompañado con las ilustraciones hechas con acuarelas por el propio autor, Antoine de Saint-Exupéry, así como de algunos pensamientos filosóficos, sino que también es un libro que reivindica la figura del niño que todos tenemos, o deberíamos tener dentro y la capacidad de imaginar. A pesar de ser considerado un libro infantil, el libro está cargado de diversos pensamientos profundos sobre la vida y la naturaleza humana, y habla de conceptos como el amor, la amistad, la infancia, la imaginación, a la vez que es una crítica misma a la estupidez humana que ciega a tantos y tantos adultos. Sin duda, uno de los imprescindibles.
EL PEQUEÑO NICOLÁS (René Goscinny, 1960)
“El pequeño Nicolás” es el primero de una serie de libros infantiles escritos por el escritor y guionista de historietas francés René Goscinny -creador de personajes como Astérix y Obélix, Lucky Luke e Iznogud-, e ilustrados por Jean-Jacques Sempé. Todos los libros de la serie -“El pequeño Nicolás” (1960), “Los recreos del pequeño Nicolás” (1961), “Las vacaciones del pequeño Nicolás” (1962), “Los amiguetes del pequeño Nicolás” (1963) y “Joaquín tiene problemas” (1964)- son colecciones de historias cortas protagonizadas y narradas en primera persona por Nicolás, un chico travieso de unos 6 años proveniente de una familia francesa de clase media de los años 50. La narración en primera persona de Nicolás es una parodia amable del modo en que razonan y se expresan los niños y la mentalidad infantil con que contemplan el mundo. Al mismo tiempo, el punto de vista ingenuo e inocente de los niños a menudo socava los absurdos y contradicciones del mundo adulto. Es este elemento subversivo lo que hace del pequeño Nicolás un ejemplo pionero de literatura infantil moderna, centrada en el modo en que los protagonistas infantiles experimentan y perciben el mundo en vez de en la interpretación adulta del mismo.
CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE (Roald Dahl, 1963)
Cuando leí este libro por primera vez, me sorprendió, ya que el elemento fantástico del mismo iba mucho más allá de lo que estaba habituado, leyendo a clásicos de todo tipo. Nunca se me ocurrió imaginar que dentro de una fabrica pudiese existir todo un pequeño universo, y eso pese, en mi infancia, haberme criado al lado de una enorme fábrica textil al lado de un río, y haber descubierto los misterios y aventuras a través de sus largos y vacíos pasillos solitarios.
Más allá de sus protagonistas, una serie de niños caprichosos y consentidos, y el personaje principal, Charlie, así como sus respectivos acompañantes, y el excéntrico señor Wonka, es el maravilloso mundo de chocolate y golosinas, poblado de extraños personajes lo que me maravillo, así como la extraordinaria maquinaria que mueve y hace funcionar esa fábrica imposible. Muy entretenido.
EL LIBRO DE LOS TRES (Lloyd Alexander, 1964)
Hablar de “El Libro de los Tres” es hablar del resto de novelas que componen esta saga fantástica de la literatura juvenil conocida como las Crónicas de Prydain, conformada por cinco libros: “El Libro de los Tres” (1964), “El Caldero Mágico” (1965), “El Castillo de Llyr” (1966), “Taran el Vagabundo” (1967) y “El Gran Rey” (1968).
Ambientada en un mundo vagamente inspirado en la mitología celta, a lo largo de esta saga se nos explica la historia de como Taran, un simple aprendiz de porquerizo, llega a ser rey. A lo largo de esta historia aparecerán numerosos personajes que tejerán su destino con el del joven, como Ffleddwur Fflam, un bardo condenado a cargar con una lira cuyas cuerdas se parten cada vez que miente, la princesa Eilonwy, una joven decidida e independiente, o el fiel Gurgi, del cual es difícil decir si es hombre o animal. El gran acierto de esta saga de alta fantasía está en mostrarnos, libro a libro, la evolución que van sufriendo todos sus personajes en base a sus propias experiencias y aprendizajes, madurando a lo largo de toda la saga. Muy recomendable para los amantes de la literatura fantástica.
EL ÚLTIMO UNICORNIO (Peter S. Beagle, 1968)
“El último unicornio” es una novela fantástica cuyo principal protagonista, una unicornio hembra, emprende lo que inicialmente parece ser una solitaria búsqueda de su pueblo hacia el País del Rey Haggard. Sin embargo, su camino la llevará a cruzarse con diversos personajes que, a su modo, son, a su vez, unos inadaptados, logrando algunos aliados, como Schmendrick el Mago, condenado a envejecer hasta que aprenda a utilizar su potencial mágico, la leal Molly Grue, y Lir, el joven príncipe hijo del Rey Haggard. La novela está escrita a modo de un bello cuento de hadas, pero curiosamente todos sus personajes resultan ser muy humanos, con sus propios deseos, sueños y ambiciones, sometidos a su vez a sus propios miedos, dudas y sueños. Simplemente, hermoso.
JUAN SALVADOR GAVIOTA (Richard Bach, 1970)
Juan Salvador Gaviota es una fábula en forma de novela que gira alrededor de una gaviota y su aprendizaje sobre la vida, el vuelo, y una homilía sobre el camino de superación personal y la diferencia del individuo respecto a la multitud.
Cuando leí este libro por primera vez, me pareció un hermoso cuento sobre lo que significa soñar, a aspirar algo más que lo cotidiano, que limitarse a hacer y aceptar, simplemente, lo que hacen todos, luchando para conseguir nuestras propias metas por imposibles que parezcan. Lo cierto es que este libro puede tener varias lecturas e interpretaciones, porque a nuestro modo, cada uno lleva un Juan Salvador Gaviota en su interior.
LA PRINCESA PROMETIDA (William Goldman, 1973)
Después de descubrir la película de “La princesa prometida”, tuve la necesidad de conseguir el libro en que se había basado, y mi sorpresa fue enorme cuando descubrí que el libro superaba con creces el film, sin desmerecer para nada la película. Pero sin dudarlo, allí donde la película rebosa humor, el libro lo triplica, añadiendo, además, muchos otros escenarios de aventura. Y es que, aunque el supuesto libro original de “La Princesa Prometida”, escrito por S. Morgenstern, rebosa pesimismo por todos lados, el autor nos sabe dar, a su vez, una versión de aire más optimista, el mismo aire que le diera su padre cuando le leía el libro cuando era un niño, llenándolo de aventura y diálogos ingeniosos, transformándolo en un cuento desenfadado.
HADAS (Brian Froud y Alan Lee, 1979)
Si algún libro ha marcado mi vida, no tengo duda alguna de que ha sido éste. Puede que no se trate de literatura, pero “Hadas”, de Brian Froud y Alan Lee, es un magnífico libro ilustrado que recoge en sus páginas un montón de información extraída de viejas fuentes escritas y orales sobre el mundo de las hadas, duendes y otras criaturas mágicas provenientes del folklore anglosajón. Ilustrado con gran sensibilidad y belleza, en este libro, texto y dibujo conforma una unidad, pues es un libro donde uno no puede entenderse sin lo otro. Aunque ya de mucho antes amaba la mitología y me admiraba ante la visión de todo tipo de criaturas fantásticas, éste fue el libro que de algún modo me incitó a descubrir los mitos y leyendas de mi propia tierra, y más allá. Sin duda, éste es ya un clásico ilustrado, que considero imprescindible no ya en mi biblioteca, sino en mi propia vida.
LA HISTORIA INTERMINABLE (Michael Ende, 1979)
Otra novela imprescindible. Cuando leí “La historia interminable” por primera vez quedé realmente fascinado. El libro está dividido en dos partes bien diferenciadas, que se distinguen uno del otro por el color de la tinta (ésta fue otra cosa que me llamó la atención: el hecho de que estuviera escrito en dos colores de tinta distintos). Una parte sucede en el mundo real, y otra, en el reino de Fantasía, del que habla el libro que está leyendo el protagonista, un niño llamado Bastian, cuyo título es, precisamente, “La historia interminable”.
Y efectivamente, al leerlo, igual que el protagonista, me sentí absorbido por la lectura de ese libro; un mundo donde la imaginación florece por doquier, mientras inexorablemente es devorado por la Nada, la carencia de la imaginación de los hombres en el mundo real, donde ya no sueñan ni crean, hasta el punto que todo aquello que alguna vez ha sido creado o soñado por la imaginación de los hombres, empieza a desaparecer.
EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA (Robert Fisher, 1989)
“El Caballero de la Armadura Oxidada” es un libro que entra dentro de ese género que podría denominarse como literatura de autoayuda, pero que está revestido en clave de cuento y de humor, por lo que fácilmente puede ser leído por igual tanto por niños como por adultos.
El libro refleja el proceso de cambio de un humano que no expresa sus sentimientos. El protagonista es un caballero egocéntrico que no consigue comprender y valorar con profundidad lo que tiene, descuidando sin querer las cosas y las personas que lo rodean, llevando encima siempre su armadura, preparado para la guerra. De esta forma se va encerrando poco a poco dentro de su armadura, hasta que esta deja de brillar y se oxida, y un día descubre que cuando quiere hacerlo, ya no puede quitársela. Prisionero de sí mismo, emprende entonces un viaje por tres distintos castillos a través del sendero de la verdad, descubriendo entonces muchas cosas que jamás había notado, reflexionando y siendo así, poco a poco, mejor persona, hasta lograr, al final, desprenderse de la armadura que le había imposibilitado abrirse al mundo.
HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL (J.K. Rowling, 1997)
No mentiré: ésta es la única novela de la saga de Harry Potter que me he leído, y aunque me encantó, no continúe leyendo sus libros a causa de que vi antes sus películas. Sin embargo, leído el primer libro, no dudo de la calidad de los libros posteriores, que leería gratamente si fuese sobrado de tiempo, pero tiempo es lo que me falta. Sin embargo, debo reconocer que leída la primera novela, vi que “Harry Potter y la piedra filosofal” contiene ese elemento tan característico de la literatura infantil, que es el hecho de que su protagonista –protagonistas, en este caso- sea un niño, y que se vea inmerso en universo fantástico del cual emergerá la aventura pero también el aprendizaje. Del mismo modo, un gran acierto de esta saga es que no dulcifica demasiado el elemento fantástico, y en él reaparece también lo tétrico, lo oscuro, que de algún modo también forma parte de todos los niños. Cierro pues, de momento, con este libro, esta lista.
Excelente post, no sólo pica mi curiosida, está será mi guía para las lecturas de mi hijo de 5 años. Muchas gracias!!!
ResponderEliminarMaravillosa explicación sobre tus libros infantiles, algunos leídos por mí, y los otros seguro que los leeré cuando llegue a ser niño otra vez.
ResponderEliminar!Ya no me falta mucho!