miércoles, 22 de junio de 2016

PHILÉMON: UN CANTO A LA IMAGINACIÓN

Recientemente, ECC Ediciones ha editado el primer volumen de los tres que recogerán la totalidad de las aventuras de Philémon (publicadas entre los años 1965 hasta el 2013), un auténtico clásico del cómic francés que personalmente me atrevería a comparar con obras maestras del cómic como pueden ser el Little Nemo de Winsor McCay o The Sandman de Neil Gaiman. Esta comparación no es nada exagerada, atendiendo a lo onírico y surrealista de la ambientación, el gran sentido de humor que desborda, y la atmósfera del mundo donde Philémon y su inseparable amigo, el burro Anatole, corren sus aventuras acompañados de un singular grupo de personajes, a cada cual más fantástico, y el particular imaginario único creado por su autor, Fred (1931-2013), nombre artístico con el que se conoce a Frédéric Othon Théodore Aristidès. Una obra indispensable que, hasta ahora, no había llegado a nuestro país, exceptuando algunas historietas sueltas de sus aventuras en la revista Gran Pulgarcito o Cavall Fort (esta última en catalán). Dadle una oportunidad si podéis, porque sin duda la merece.


Conocí el personaje de Philémon treinta o treinta y cinco años atrás, cuando en mi infancia leía la revista Cavall Fort, publicada en catalán, que ha menudo se nutría de personajes surgidos del cómic francés y belga. Les aventures de Filalici –así llamaron al personaje en la revista, que a día de hoy aún sigue viva- eran algo único, desbordante de imaginación, y me impactaron sobremanera, de tal modo que, aunque llegué a olvidar el nombre del personajes, jamás se borraron de mi memoria sus aventuras y algunas de las situaciones allí contadas, por lo particular de su imaginario fantástico, lo onírico de su mundo y lo surrealista de algunas de sus situaciones.


Pasaron los años, muchos años, de hecho. Curiosamente, pese a que no recordaba el nombre del personaje, ni el título de sus aventuras, lo había acabado incluyendo en una enorme lista que hice de mis cómics favoritos, simplemente como el cómic anónimo donde un personaje viajaba hasta las letras –o quizás debería decir islas-, que formaban el nombre del océano Atlántico en los mapas. En diversas ocasiones me pregunté por él, y si sería posible tener acceso, de nuevo, a algún tebeo donde apareciera.

Y hete aquí que un día, de repente, cuando me dirigí a mi librería habitual de cómics, la Cómics 22 de Girona, mientras inspeccionaba algunas de las novedades que habían aparecido, me tropecé con el primer volumen de este personaje que ofrece ECC Ediciones. Con un precio de 35,00 €, no dudé ni un solo momento en comprármelo, porque lo que compraba no era sólo la nostalgia de un recuerdo, sino el recuerdo de lo que con el tiempo llegué a considerar una obra maestra. ¡Y vaya si lo es!


Reconozco que temí que, con el tiempo, hubiese magnificado la calidad de esta obra historietística, pero creo que fue justo lo contrario, dentro del magnífico recuerdo que guardaba de ella, la había minimizado.

Las aventuras de Philémon y su inseparable burro Anatole son equiparables a las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll y El Mago de Oz de L. Frank Baum, o más remotamente con Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, y podría incluso equipararlo con La Historia Interminable de Michael Ende.


La edición de este recopilatorio que recoge todas las aventuras de Philémon, y que será editado en tres volúmenes, es impecable. El primer volumen, que es el que he tenido la oportunidad de hojear y leer de nuevo, tiene 302 páginas con una impresión digna de un clásico.

En las páginas de esta monumental obra dedicada a la imaginación, a la inocencia y la libertad, asistimos al gran visionado de las aventuras y peripecias del protagonista, Philémon, que junto a su fiel amigo, el burro Anatole, correrá todo tipo de peripecias singulares que llegan a ir y romper incluso con la estructura de las propias viñetas que los contienen, y en el que a veces es difícil discernir que es real y qué no, como si de un sueño se tratase, y el poder de la magia de la imaginación lo impregnase todo.


Otros personajes recurrentes a lo largo de la obra son Félicien, el tío de Philémon, que es capaz de penetrar en ese mismo mundo fantástico al que es capaz de acceder su sobrino, el señor Barthélemy, un pocero convertido en una especie de Robinson Crusoe bastante peculiar que conoce el secreto de las islas formadas por las letras del océano Atlántico, o el compañero de éste, el centauro Viernes, o el propio padre de Philémon, Hector, que sin creer las extravagantes vivencias de su hijo, siempre acaba formando parte de ellas de un modo u otro.


Si las primeras historias de Philémon nos pueden parecer simplemente divertidas, aunque eso sí, cargadas de imaginación, éstas dan un paso de gigante cuando Philémon descubre que los mapas geográficos de la Tierra reflejan de un modo tan literal la realidad, que incluso las letras que forman el nombre de los océanos son reales, auténticas islas que quizás se encuentran en un mundo paralelo, donde lo fantástico y onírico se confunden. Es en estas islas dónde el personaje correrá sus mayores e impensables aventuras.

En sus historias, Fred nos muestra a los animales hablando, aunque éstos no sean entendidos por los humanos, y de algún modo no enseña su amor por la naturaleza mundana, que se ve reflejada tanto en esos animales como en los paisajes con los que ha menudo rodea a sus personajes, que siempre son sencillos, simples, incluso cuando se trata de villanos, pero que a su modo, cada uno de ellos, está cubierto de cierta humanidad, no siendo personajes infalibles.



Payasos, centauros, castillos suspendidos en el cielo, unicornios, figuras de tiovivo que cobran vida, máquinas imposibles de diseño casi orgánico, personajes que crecen y decrecen por arte de magia, plantas de las que germinan edificios, y una ruptura de la realidad cuando los personajes mismos son capaces de escapar de las mismas viñetas que los retienen, y mucho, mucho más... Philémon es un canto a la locura, la imaginación y la libertad, pero también un canto a la humanidad, a la naturaleza y al propio yo del lector.


Sinceramente es una obra que recomiendo por su sencillez, su modestia, pero también por su magnífica imaginación y su capacidad de contagiarnos con ella y el buen humor que desprenden sus páginas. Si no lo conocéis aún, dadle una oportunidad a Philémon.

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