viernes, 3 de enero de 2014

FLUYENDO... o mi filosofía del "fluir"

Desde el año pasado me he acogido en un nuevo tipo de filosofía propia a la que yo llamo simplemente “fluir” o la filosofía del fluir. No creo que con ella haya inventado nada nuevo, ni siquiera el nombre, la verdad. Sin embargo, enfocar la vida de ese modo sí que ha sido algo nuevo para mí y me ha permitido vivir mucho mejor. Fluir significa vivir el presente, el momento; así, el pasado que a veces nos atrapa queda atrás, y el futuro que nos preocupa resulta más irrelevante. ¿Significa eso olvidar uno y otro? No. Pero la importancia no está en ninguno de los dos, sino en el punto que ambos confluyen, el presente.


¿Qué considero que es el fluir? El fluir es vivir el presente moldeándote a él, adaptándote, pero siendo capaz de nadar a contracorriente y definir tu rumbo. Más allá del típico Carpe Diem o “vive el momento” al que se acoge mucha gente, que puede ser entendido de muchos modos distintos, A veces incluso de modo irracional, la filosofía del fluir, yo la contemplo como una metáfora de la vida, no tanto como un camino, sino como un río. El camino es estático, y por el avanzamos, el río sin embargo es dinámico, cambiante, y si no avanzamos, nos arrastra. No consiste tanto en saber resistir ante la adversidad, sino más bien en saber moverse a través de ella. No consiste tanto en pensar como en dejarse llevar de un modo natural, donde pensamiento, acción y momento son uno.

En la filosofía del fluir nosotros somos como un pez. Un pez puede estar quieto en aguas estancadas, y su posición puede permanecer inalterada, pero si, por el contrario, permanece quieto en las aguas impetuosas, será arrastrado irremediablemente por la corriente. El pez puede moverse o no, pero dependiendo de como nade, de que posición adopte, también será arrastrado por la corriente. Sin embargo, si el pez se mueve correctamente, fluirá con la corriente, y la corriente fluirá a través de él. Y de este modo, el pez podrá avanzar incluso a contracorriente si es necesario, porque fluyendo a través de la corriente, podrá avanzar contra ella, tal como puede hacer un salmón cuando remonta un río para ir a desovar en su nacimiento, en sus fuentes. Fluir significa adaptarse, moldearse, cambiar y avanzar o retroceder de modo que la corriente de ese río que es la vida te afecte lo menos posible, pero sintiendo que ésta fluye en ti y través de ti. Y es en cierto modo, aprovechando precisamente el mismo empuje de esa corriente, aunque ésta pretenda arrastrarnos, como uno vive.

No sé exactamente en que punto empecé a adoptar esta filosofía propia de la vida, aunque sin duda, a practicarla no empecé hasta el año pasado, y me ha reportado un modo de entender la vida mucho más placentera y tranquila. He aprendido que de este modo las cosas me preocupan menos. Es muy probable que el simple hecho de ver algunas autopsias en directo, a causa de mi trabajo, me haya hecho comprender lo poco que somos: hoy podemos estar aquí, y mañana podemos haber muerto. ¿Vale la pena sufrir tanto por cosas que ya forman parte del pasado o preocupaciones futuras que quizás ni nos alcancen? Cuando contemplas un cuerpo muerto sobre una mesa de autopsias y ves como éste es cortado, diseccionado y manipulado, comprendes que no. Hoy podemos estar vivos, y mañana no ser más que un amasijo de carne muerta.

Fluir con la vida significa estar vivo, formar parte de la vida, y no muertos en vida que se dejan arrastrar por la corriente de este río. Significa ser seres individuales formando parte de un todo, y ser conscientes de nosotros mismos y de ese fluir constante, el de la corriente del río que nos rodea.

El pasado existe, pero ya no importa, el futuro vendrá, pero es imprevisible. Démosles importancia, pero sólo en la justa medida que merecen. Porque si uno no fluye con la vida, la vida nos arrastra, o la vida se nos escapa.

Esta filosofía la estoy llevando a cabo en muchos aspectos de mi vida: a nivel personal, laboral, social... y puedo decir, sin dudarlo, que desde que lo hago así, las cosas me van mucho mejor.

Yo fluyo, ¿y tú?

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