viernes, 24 de enero de 2014

VIVIR LA VIDA ANTES DE QUE LA MUERTE NOS ALCANCE...

Algunas disquisiciones personales sobre la muerte y la vida...


A veces la muerte nos sorprende. Lo digo con conocimiento de causa: trabajo en una clínica forense.

La muerte es un acontecimiento rodeado de tragedia. Hay gente que muere en soledad, sin ser echado de menos por nadie. Otras personas pierden a sus hijos, en un proceso que parece ir en contra de la naturaleza; por lo general se espera que la muerte de los padres preceda a la de los hijos, pero en no pocas ocasiones ocurre todo lo contrario. Vidas de personas quedan súbitamente truncadas con la llegada de la muerte. Un recién nacido pierde a la madre que le ha dado la vida. Un padre se queda solo con su hijo. Un matrimonio pierde a su hijo adolescente al ser atropellado. Una joven a punto de casarse pierde a su novio cuando muere ahogado practicando buceo. Una mujer es asesinada. Un hombre se suicida...  ¡Sí, la muerte nos sorprende a todos, a menudo del modo más inesperado!

Trabajar con la muerte me ha hecho apreciar mucho más la vida. Muerte y vida para mí, desde la infancia, siempre han ido muy unidas. Cuando uno se cría en el campo ve nacer y morir constantemente, todo forma parte de un ciclo.

Sin embargo, como digo, trabajar en una clínica forense presenciando algunas autopsias, y conociendo el historial de algunas muertes te hace ver lo precaria que puede ser la vida y lo absurdo que puede ser a veces renunciar a unas cosas para obtener otras. Esto ha hecho que mi filosofía sobre la vida, que siempre había viajado con el lastre del pasado y el freno del futuro, cada vez se haya visto más empujada a vivir el presente, el único momento en que, de hecho, vivimos.

¿A cuántas cosas renunciamos por pensar demasiado en el pasado? ¿A cuántas cosas renunciamos intentando construir un futuro que quizás nunca llegará a ser? Actualmente sólo me queda una opción: ser feliz.

Evidentemente la búsqueda de la felicidad no está exenta de problemas, pero sí en el hoy, en el día a día, hay algo que me permita ser feliz, ¿por qué renunciar a ello? Lo hice en el pasado. Ya no lo haré. Quiero ser feliz.

La felicidad, para mí, ahora está en los pequeños logros y objetivos, en sentir una persona que quiero cerca de mí sin evaluar demasiado el futuro, simplemente porque me siento bien con ella. Si estoy bien así, ¿por qué preocuparme por el mañana antes de tiempo? La vida la disfruta más aquella gente que vive el ahora y el momento. Hoy estoy aquí, mañana puede que haya desaparecido.

Para mí ya no tienen demasiado sentido las convenciones sociales ni las leyes de los hombres. Los límites que nos vienen impuestos por los demás pueden ser aniquilados y vencidos. Creo que, en definitiva, ése debería ser nuestro único y verdadero objetivo: ser felices, vivir la vida antes de que la muerte nos alcance...

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