Desde hace años, procuro celebrar las noches mágicas a mi manera. Con amigos, en familia o en soledad, pero a mi manera…
Sinceramente creo que todas las noches tienen algo de mágico si se está en el lugar adecuado o sabe crearse el ambiente adecuado. A la luz de la luna o de las estrellas, las noches resultan ser así, pero también a la luz de una hoguera o unas velas en el mismo interior de una casa… En cierto modo el magia está en la oscuridad, en el fuego… y en cierto grado de retroceso de las comodidades que nos otorga la civilización técnica actual. A la luz de las llamas, las sombras bailan y se proyectan de manera sinuosa, viva…
Cuando estoy cerca de la naturaleza, todas las noches son mágicas. En la oscuridad, rodeado de ese sonido primordial que a veces e encoge el corazón, acompañado por los ruidos del campo o el bosque, escuchando chasquido de alguna rama al partirse, la carrera de un pequeño animal, el murmullo de un arroyo o el sonido del viento, o puede que sorprendido quizás por la aparición de un súbito silencio, todo resulta misterioso.
En medio de la naturaleza salvaje, el poder que da sobre las sombras las luces de la civilización, desaparece, para ser sustituido por la fría luz de la luna y las estrellas que despiertan recuerdos atávicos de tiempos pretéritos muy lejanos.
Pero no hay duda que hay noches que, ya sea estando lejos de la civilización o totalmente inmerso en ella, algunas noches son mágicas por sí mismas. Noches mágicas como son la noche de Navidad, la noche de San Juan, la noche de Todos los Santos o de Difuntos (Halloween para los más anglófonos) o, en mi caso particular, también aquellas noches que coinciden en un viernes 13. Ésas son mis noches mágicas preferidas: noches de misterio, de relatos en la oscuridad y noches de miedo o terror; un punto muerto en que todo aquello en lo que creemos desparece para ser sustituido por una suspensión de la realidad tal y como la conocemos. Es la hora de las hadas, los duendes, los fantasmas, los demonios y las brujas…
En noches como éstas, a menudo hago maratones de cine de terror o de temática sobrenatural, siempre y cuando éstas no puedan ser sustituidas por una buena partida de rol (ya sea de mesa o en rol en vivo), también de temática sobrenatural o terrorífica, o bien por alguna fiesta de disfraces o de sesiones de cuentos alrededor de una hoguera. No importa que en este tipo de noches haya alguna celebración de por medio, ni cenas familiares. Después de toda la fiesta, si es que la hay, pasada ya la medianoche, toca la hora del misterio, de la maga y del miedo… porque el miedo forma parte de la noche, pero también de la magia que rodea este mundo de viejas tradiciones paganas y sobrenaturales que han llegado hasta hoy en día.
En fechas como éstas, siempre me hago una buena lista de películas de terror o temática terrorífica y sobrenatural, y aunque es raro que pueda verlas todas, me preparo para una maratón de cine terrorífico…
Pasadas las tres de la noche, a no ser que me sumerja totalmente en las películas que estoy viendo, el sueño quizás me empiece a vencer, pero esa noche, de algún modo, habré sentido esa magia de la que hablo en mí. Y ciertamente hay cierta magia en todo ello, no nos engañemos. En noches así, los hombres sólo rozan los límites de ese mundo mágico e incomprensible por casualidad, sin llegar a comprender jamás las razones ni de la luz, ni de la oscuridad, aunque pretendan hacerlo, porque la verdadera magia es así, salvaje y sin moral o ética alguna, como la propia naturaleza.
En noches así, como la de hoy, en la que escribo esto, no existen normas ni límites para las sombras antiguas.
Nota: Empecé a escribir esto la noche de Navidad, que también está rodeada de cierta magia oscura y pagana. Una noche alrededor de la cual giran multitud de tradiciones antiguas, muy anteriores al cristianismo, y que unidas a éste han dado origen a muchas tradiciones más. Una noche en la que según algunas leyendas se dice, el Diablo y las brujas pierden su poder, así como una enorme pléyade de espíritus malignos, por ser la noche en la que nació el Hijo de Dios, Jesucristo. Pero es también una noche en la que, según otras tradiciones, el Diablo ronda por el mundo, algunas brujas hacen de las suyas, y todo tipo de duendes y hadas moran por los bosques oscuros o los mares nocturnos… Las tradiciones y leyendas varían mucho de un lado a otro, y se contradicen unas a otras, pero yo prefiero escoger ese tipo de historias y cuentos en que lo bueno y lo malo se mezclan, en los que aparecen seres y criaturas de luz, y otras de oscuridad, pero sea como sea, unas y otras escapan de la comprensión mundana, y sólo al volver las primeras luces del alba el ser humano puede recobrar una pizca de normalidad. ¡Felices y oscuras noches a todos!
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