lunes, 5 de junio de 2017

SUEÑOS QUE QUEDARON ATRÁS

A lo largo de nuestra vida todos tenemos sueños que deseamos realizar. De estos, unos se cumplen y otros no. A lo largo de nuestro camino renunciamos a algunos de estos sueños por diferentes circunstancias: puede que simplemente abandonemos la esperanza de cumplirlos porque se nos antojan irrealizables, algunos obstáculos se interponen en nuestro objetivo o bien unos nuevos sueños acaban sustituyendo a otros. Las personas cambian, y también sus deseos. En este pequeño artículo quiero recoger y rememorar algunos de esos sueños que por una causa o por otra he abandonado en algún momento de mi vida. Son, sencillamente, sueños que quedaron atrás…


Es difícil adivinar el resultado de algunos sueños cuando estos no se han cumplido, saber que hubiera ocurrido si los hubiese alcanzado. Algunos sueños son un fin en sí mismos, pero muchos otros, una vez logrados dejan un sinnúmero de posibilidades abiertas al futuro, toda una serie de incógnitas que nadie sabe hasta dónde nos conducirán a continuación. Es ese punto dónde todo lo que yo pueda creer que sucederá no es otra cosa que pura fabulación, porque, tal y como dice aquella proverbial frase, al final, los sueños, sueños son…

Soy consciente de ello que, con el tiempo, yo he dejado abandonados muchos de mis sueños por el camino. En algunos casos no me esforcé lo suficiente por alcanzarlos, en muchos otros, simplemente fui sustituyendo unos sueños por otros. No tiene más importancia, simplemente me gusta recordar.

Y vosotros, ¿qué sueños habéis dejado atrás?

Estos son algunos de los sueños que dejé atrás. Abandonados, quizás, pero nunca olvidados…

DIBUJAR

Durante buena parte de mi infancia, adolescencia y parte de mi vida adulta me dediqué a dibujar. Dibujaba por dibujar, ya fuesen simples dibujes al margen de mis libros o apuntes, ya fuesen algunas historias que llegué a publicar en algún fanzine y revista. Dibujaba por gusto, o a veces porque tenía algo que contar. Podría decir que dejé este sueño abandonado cuando no pude acceder la Facultad de Bellas Artes, aunque mentiría, porque continué dibujando hasta mucho tiempo después. Para mí el dibujo era vida, un modo de expresión, como lo era, y aún lo es hoy, escribir. Lo cierto es que fui abandonando poco a poco el dibujo, por un lado, quizás, por la desilusión, pero la verdad es que mayoritariamente fue por falta de tiempo. Con el trabajo, nuevas aficiones y poco tiempo libre, fui sustituyendo el tiempo que dedicaba a dibujar a otras cosas. Pero aún a día de hoy, cuando estoy muy motivado o simplemente me relajo y dejo volar mi imaginación, hago algún dibujo, aunque es algo que ya se me antoja como una cosa excepcional.

ESCRIBIR… Y VIVIR DE ELLO

Este sueño no consistía tanto en escribir como en haberme ganado la vida con ello. Hace años que escribo por el simple placer de hacerlo. Es mi catarsis, la válvula por la que escapan muchos de mis sueños y mundos imaginarios, y también mis sentimientos. Empecé a escribir de un modo más o menos asiduo a los catorce o quince años, aunque, antes de eso, cuando dibujaba, recuerdo que a menudo acompañaba algunos de los dibujos que hacía de textos “divulgativos”, a modo de información, sobre la biología de criaturas extraterrestres, animales provenientes de una hipotética tierra futura, monstruos, robots y extraños inventos. En esa época, mucha gente me comentaba que debería dedicarme al dibujo (ya que supongo que era la parte más visible de mi vena creativa), pero yo siempre me sentí más inclinado hacia la escritura, aunque a menudo combinaba escritura y dibujo para describir parte de esos mundos que creaba en mi imaginación. Creé mundos, civilizaciones, ron el tiempo proyecté parte de esos mundos en mis partidas de rol.

A día de hoy, escribir no es un sueño que haya dejado atrás, ya que aún lo hago a menudo, pero sí he renunciado a ganarme la vida con ello, aunque continúo imaginándome mundos fantásticos de todo tipo. A veces aún me pregunto porqué abandoné este sueño. ¿Quizás porqué supone cierta voluntad y esfuerzo? No lo sé, pero si soy creo que la fantasía se retroalimenta con la escritura, con los dibujos, y mediante ellos se generan muchos otros sueños.

EDITAR MI(S) PROPIO(S) LIBRO(S)

Este es un sueño que todavía no he abandonado, pero también es un sueño que no he llegado a poner a la práctica. Siempre he tenido ideas para escribir un libro, proyectos que he empezado pero no he terminado. Algunos son novelas, otros, relatos breves, uno más, una guía sobre los seres míticos catalanes muy avanzada, pero que por cuestiones de tiempo y de disciplina, aún no lo he finalizado, aunque tengo material de sobra para escribir con ello más de un libro y editarlo. No, como digo, este es un sueño que no he abandonado, pero tampoco he luchado lo suficiente como para llevarlo a cabo. Es el problema de dispersar tu propia energía constantemente con otros proyectos.

SER ZOÓLOGO

Desde mi más tierna infancia, cuando vivía en Cardona, en el campo, y posiblemente muy influido por aquella serie dirigida por Félix Rodríguez de la Fuente, “El hombre y la tierra”, soñé con ser zoólogo. Me extasiaba leyendo revistas y libros de animales, memorizando cada detalle de los mismos. Cuando me preguntaban que querría ser de mayor siempre respondía que quería dedicarme al estudio de los animales, a la protección y la defensa de la naturaleza. Y siempre pensé así, hasta enfrentarme a la dura realidad durante mi adolescencia, ya que ni las matemáticas, ni la física ni la química nunca se me dieron bien, por lo que me pasé a letras. Difícilmente podría acceder jamás a la carrera de biología si no era de ciencias. Sin embargo, algunos compañeros míos que se hicieron biólogos se sorprendían al escuchar mis conocimientos sobre fauna, ecología y evolución, o mi capacidad de inventar criaturas imaginarias totalmente plausibles biológicamente hablando, ya que sus características monstruosas a menudo atendían a posibles soluciones para problemas reales en un mundo natural. Han pasado años, y reconozco que en la actualidad muchos de esos conocimientos que tanto atesoraba, lamentablemente, se me han olvidado.


CONTINUAR JUGANDO A ROL DE MESA CON LOS AMIGOS

Siempre he disfrutado mucho jugando a juegos de rol, especialmente de mesa: Advanded Dungeons & Dragons, Aquelare, La llamada de Cthulhu, Star Wars, Superhéroes Inc., Cyberpunk, Mundo de Tinieblas, Ars Magna, Paranoia… ¡y muchos más! Éste es un sueño que ha quedado relegado al olvido más que nada por falta de tiempo, pero también por el tema de la distancia que me separa de la gente con la que habitualmente jugaba a rol, y el simple hecho de que la vida de cada uno de nosotros haya tomado derroteros totalmente distintos. Me gustaba jugar a rol, no únicamente como jugador, sino también como máster, dedicando mi tiempo a crear mundos, trasfondos históricos y míticos, personajes… No me refiero únicamente a jugar o dirigir alguna partida suelta, sino a una campaña, una larga aventura que podía durar meses, donde los jugadores pudieran ver evolucionar su personaje y el mundo donde interactuaban. A día de hoy aún juego de vez en cuando a alguna partida de rol en vivo, pero para ser sincero, no es lo mismo. Siempre he creído que una buena campaña de rol de mesa le da mil vueltas a un rol en vivo y te permite hacer volar más libremente la imaginación, ir mucho más allá. Este no es un sueño irrealizable, pero sí que es muy y muy difícil llevarlo a cabo. Quizás cuando me jubile vuelva a ello. ¡He hablado a menudo sobre ello!

TENER HIJOS

Muchos, muchos años atrás, soñaba con formar una familia y tener hijos. Me hubiese gustado en su momento. Mientras estuve con primera pareja, en una relación que duró ocho años, siempre tuve en mente la idea de ser padre. Era más joven, y entonces me hubiera encantado poder tener hijos, verlos crecer, compartir mis mundos imaginarios con ellos, contarles cuentos y qué sé yo… Pero aquello era entonces. Después de la ruptura con mi primera pareja, ya empecé a dudar si quería tener hijos, ya que poco a poco fui tomando consciencia de todos los problemas que hubiese tenido de tener descendencia cuando cortamos nuestra relación. Aunque no acabé de desestimar la idea en aquel tiempo, posteriormente, poco a poco fui descartando esa idea. El peso de la edad (no es lo mismo tener hijos a los veinte o treinta que a los cuarenta), añadido a lo que considero temas éticos, morales y puramente ecológicos -creo que en el mundo hay un exceso de seres humanos, y que ya hace tiempo que hemos rebasado el límite ecológicamente sostenible sin que sea a costa de un gran número de especies vivas-, y yendo un paso más allá, la sensación de libertad absoluta que da no tener hijos, me hizo desestimar la idea de tener hijos jamás. Y creo sinceramente que abandonar este sueño ha sido probablemente una de las mejores decisiones que he tomado jamás.

UN SUEÑO DISTINTO PARA CADA PAREJA

Con cada pareja que he tenido, y lo mismo vale para la actual, he compartido multitud de sueños distintos, así que para ser justos creo que en este artículo también debería hablar sobre ello. No creo que una pareja pueda sustentarse demasiado tiempo si no se comparten algunos sueños e ilusiones comunes. Alguna habrá, pero no creo que sea lo habitual. Que una relación no haya funcionado no significa que con ella no se viviera buenas experiencias y momentos, al contrario, personalmente guardo grandes recuerdos, pero los conservo como lo que son, cosas del pasado. En cierto modo, podría afirmar que ninguna de mis relaciones anteriores funcionó porque, simplemente, teníamos objetivos distintos. Ambos pudimos soñar juntos, pero con el tiempo la realidad de los distintos que éramos uno del otro puso cada cosa en su sitio… quizás para permitirnos volver a soñar de nuevo. No hablaré aquí de aquellos sueños que pudieron ser, sino del hecho que a veces debemos aprender a renunciar de esos sueños, simplemente porque ese no era nuestro destino, y aprender de las buenas experiencias vividas o de los fallos cometidos, y reanudar nuestra vida buscando nuevos sueños, mejorando todo lo anterior.

(VOLVER A) VIVIR EN EL CAMPO

Este es un sueño al que no he renunciado para nada, aunque en estos momentos se me antoja como algo difícil y casi irrealizable, más que nada por el tema de los precios. Pasé buena parte de mi infancia viviendo en el campo, y la naturaleza todavía tira de mí y me llama. Quién dice vivir en el campo, dice vivir en cualquier entorno natural alejado del ruido y del exceso de humanidad, desde un pequeño pueblo, pasando a una solitaria casa en medio del bosque o la montaña. Poder disfrutar de la inmensidad del cielo, de las aguas de los ríos o el canto de los pájaros, el sonido de los grillos por la noche y de las cigarras al mediodía… Nunca he amado demasiado las ciudades, que siento que ahogan y asfixian mi espíritu. De momento voy buscando algunas ofertas por internet y haciendo habituales escapadas los fines de semana.


 MUCHOS OTROS SUEÑOS QUE HABRÉ OLVIDADO

Podría hablar de muchos otros sueños que dejé atrás. Algunos los he olvidado, y muchos otros no, pero ya hace tiempo que quedaron descartados y no tuvieron tanta relevancia como los que ya he mencionado. No me importa, porque aunque muchos sueños hayan quedado olvidados, sé que muchos otros vendrán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario