Me encanta el cine post-apocalíptico en todas sus vertientes, pero si algunas películas dentro de este subgénero se han ganado mi cariño –con permiso de “1997: Rescate en Nueva York” (Escape from New York) de John Carpenter, mi queridísima “2019, tras la caída de Nueva York” (2019, dopo la caduta di New York) de Sergio Martino, por lo cutre y casposo, o “La carretera” (The Road) de John Hillcoat, por lo desolador-, ésas han sido las películas de Mad Max, ya que han sabido encontrar la vertiente más fantástica y llena de acción dentro de este subgénero, y también porque, en cierto modo, ésta ha sido la única saga con cierta continuidad, por lo que no resulta difícil no cogerle cierto cariño al personaje y ese mundo devastado y caótico en el que vive.
Más allá de la acción y el aspecto visual de esta última entrega de esta saga, que sin duda es lo más comentado de este film y destacado por la mayoría de la gente, personalmente me ha encantado la atmósfera de ese nuevo mundo, aún más enfermo y estéril que las otras entregas de la saga si cabe: desierto puro, enfermedad, agua ácida y contaminada, degeneración humana tanto a nivel físico (mutantes) como social, clima desboscado e infernal, y entre todo ello no queda siquiera un sólo árbol vivo... Es cierto que a nivel visual y de acción ésta película se lleva la palma, pero también se hecha algo de menos ese aire gamberro y artesanal que imperaba en las otras películas.
Como las otras películas, aparte de esa atmósfera post-apocalíptica que parece mezclarse con ciertos aires de cine western y bárbaro, lo imperativo son los vehículos de destrucción masiva, esa mezcla de poderosos motores y óxido, y, como no, esa estética decadente y sucia en el vestuario, a ratos barroca, que sin embargo marcan tanto a los personajes y el mundo en el que viven. Ahora bien, si en las otras películas tanto los unos como los otros, vehículos y vestuarios, parecían ser pedazos de los restos de lo que quedaban del mundo anterior, cuando aún existía algo llamado “civilización”, en esta película ya todo parece transformado, no son tanto sobras y deshechos de un viejo mundo, sino la transformación de lo que sigue.
No voy a decantarme por esta película más que las del resto de la saga, ya que cada una de ellas tiene su qué, incluso la infravalorada por muchos “Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno” con sus niños salvajes, un remedo algo inocente parecido surgir de la obra “El señor de las moscas”, pero debo reconocer que este film recupera de nuevo el espíritu salvaje de la segunda película de la saga, “Mad Max 2, el guerrero de la carretera”, y me alegro por ello.
Una vez más, George Miller me ha dejado deseando explorar más ese mundo nuevo de destino aún incierto en que la humanidad sobrevive como puede.
PD: Por cierto, si os interesa la temática post-apocalíptica dentro del mundo del cine, podéis consultar este extenso artículo: ¡Llega el apocalipsis! - Cine apocalíptico, post-apocalíptico y otras distopías.
¡Buenas!
ResponderEliminarMañana mismo voy a ir a verla, aunque no sé que esperar porque he leído por ahí que la auténtica protagonista es Charlize Theron.
Hace poco vi las dos primeras (algún día veré la tercera) y, la verdad, me pareció bastante lenta la primera, me gustó mucho más la segunda.
En fin, me ha gustado la entrada, y a ver qué cuentas en el enlace de cine apocalíptico ;-)
¡Un saludoo!
Te aseguro que esta película, precisamente, lenta no te va a parecer. XD Tien sus pros y sus contras, personalmente me ha encantado la atmósfera, la fotografía y la acción, pero se hace difícil empatizar tanto con los personajes como en las otras películas, especialmente con Max, que en esta película, más que un personaje torturado, parece un personaje esquizofrénico, pero bueno, es simplemente un Max diferente, por lo que tampoco quiero comparar. En su conjunto, aunque he echado algunas cosas de menos, la película me ha gustado.
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