Texto y fotografías:
Joan Ramon Santasusana Gallardo, Esther Ortega López.
Fecha: 03 de mayo de 2015. Lugar: En algún lugar de l'Alt Empordà, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 122. Total fotografías publicadas: 72.
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Cataluña ha sido desde siempre tierra de brujas. Desde tiempos muy antiguos, gran cantidad de pueblos y aldeas catalanes han tenido la fama de que la mayor parte de sus habitantes, y en especial sus mujeres –aunque también algunos de sus hombres- han sido brujas o brujos, y el legado de todo ello es la gran cantidad de leyendas que sobre este tema quedaron para la posteridad, así como algunas frases populares que hacen referencia a este hecho.
La iglesia del Pico de las Brujas de Estela fue construida entre los siglos XII-XIII, y si la bauticé con ese nombre, no fue por casualidad, sino por el hecho de que a algo más de diez kilómetros en línea recta de ella, se encuentra una de las poblaciones de brujas más famosas de Cataluña.
Lo cierto es que no revelaré el lugar en que se halla esta iglesia ni su verdadero nombre. Sólo diré que esta vieja iglesia se encuentra en un lugar bastante remoto e inaccesible, un punto de montaña desde el cual hay una visión privilegiada de su entorno natural, formado básicamente por bosque y montañas, y allí cerca no existe ningún camino asfaltado, siendo la única ruta que conduce a ella un sendero empinado y pedregoso que empieza justo en el límite del pueblo más cercano, unos siete kilómetros más abajo.
Y es que, efectivamente, este viejo edificio formado por la iglesia con su campanario (muy maltrecho en la actualidad) y la vieja rectoría, descansa en medio de un bosque montañoso, acompañado únicamente por otros dos edificios: una vieja capilla ya en ruinas que estuvo dedicada a cierto santo, que se halla adosada a un viejo mas o caserío que parece haber sido el único edificio reformado en estos últimos años.
La iglesia de una sola nave es grande y aún se encuentra en relativo buen estado, en comparación con muchos otros edificios, pero el campanario y la vieja rectoría ya son otro cantar. Efectivamente, acceder a la parte superior del campanario, a día de hoy, es una tarea arriesgada e imposible, ya que después de subir un tramo de escaleras de piedra, la estructura de madera amenaza con derrumbarse al mínimo peso. Por otro lado, la rectoría carece del techado y los suelos de los que debió disponer en tiempos pasados. A día de hoy, todo lo que queda de ellos apenas son recuerdos, y el encuentro anual de creyentes o vecinos de la zona que, según he leído, aún se celebra en este lugar en cierta fecha señalada.
Sea como sea, aquí dejo las fotos de ese hermoso sitio que visité en una de mis correrías campestres. Espero que las disfrutéis, el lugar, ciertamente valió el viaje que hice a través de aquel camino rocoso y polvoriento que aún había de conducirme a realizar nuevos descubrimientos.
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