Durante el acto sexual, el cuerpo se ve sometido a toda una serie de tensiones y cambios fisiológicos que son capaces de alterar los sentidos en mayor o menor medida. Esto va desde la anticipación o excitación previa al encuentro sexual hasta el punto culminante de éste, el orgasmo, e, incluso, más allá: aumenta el ritmo cardíaco, la respiración, la tensión muscular y la presión sanguínea; algunos puntos del cuerpo se vuelven mucho más receptivos, siendo más sensibles a los roces y caricias, y es frecuente que se produzcan espasmos o movimientos involuntarios. A la vez, mientras todo eso sucede, el cerebro y el resto del sistema nervioso central liberan una gran multitud de endorfinas, sustancias neurotransmisoras que son similares a los opiáceos en su efecto analgésico y de sensación de bienestar. Finalmente, con el orgasmo se llega al clímax del acto sexual, hasta que, poco a poco, el organismo recupera lentamente su aspecto y ritmo habitual.
Si todo lo anteriormente comentado, ya de por sí son estímulos de sobra para alterar la percepción global de cada uno de los participantes del acto sexual, esta alteración de la percepción puede verse ampliada con toda una serie estímulos naturales, como pueden ser el grado de excitación y deseo, el agotamiento, sueño o cansancio, o el esfuerzo físico destinado a ampliar el tiempo invertido en la duración del acto sexual, o bien mediante el uso de otros elementos externos como pueden ser las drogas o el alcohol, que aunque naturalmente puede influir en este tipo de percepciones, ya son un tema aparte de lo que en este artículo me refiero.
Efectivamente, no es infrecuente que mientras se realiza el acto sexual, y especialmente en el súmmum de éste, es decir, en el orgasmo, o cuando uno bordea el agotamiento sexual, el cerebro llegue a relajarse o desconectar de tal modo, que de repente nos veamos inundados de todo tipo de imágenes, visiones o alucinaciones mentales, que pueden ir desde la visión de imágenes fugaces, a la aparición de extrañas figuras geométricas o caleidoscópicas o puras fantasías oníricas.
Llegados a este punto, vamos a analizar cual puede ser el origen de algunas de estas alteraciones de la percepción de la realidad y qué las origina.
LA SINESTESIA Y LAS IMÁGENES SINESTÉSICAS
La sinestesia es la percepción recibida cuando un sentido interfiere en otro o un hecho se asimila conjuntamente mediante el sentido habitual que se utiliza para percibir ese estímulo y otro distinto; de modo, una persona puede llegar a ver un sonido, tener percepciones gustativas u olfativas al tocar un objeto, o escuchar colores y formas. No es que la persona asocie un sentido ajeno a un hecho determinado o que tenga la sensación de sentirlo de ese modo: realmente lo siente.
Las personas sinestésicas a veces ni siquiera son conscientes del hecho de que lo son, sencillamente porque, para ella, esa manera de percibir el mundo es y ha sido lo normal toda su vida, por lo que pueden llegar a creer que el resto de personas perciben el mundo del mismo modo. Sin embargo, la sinestesia o fenómenos sinestésicos no son algo exclusivo de las personas sinestésicas, ya que la sinestesia puede presentarse en momentos muy concretos de la vida del individuo (muchos niños son sinestésicos, por ejemplo, pero pierden esa habilidad con el tiempo), o pueden ser sensibles a ciertos fenómenos sinestésicos en momentos muy concretos de su vida, como cuando están cansados, relajados o sobrestimulados. La sinestesia, así mismo, puede ser inducida mediante la ingesta de diferentes drogas psicodélicas, como el LSD, la mescalina u hongos alucinógenos, que pueden provocar sensaciones similares.
Lo cierto, y en referencia concretamente a lo que hablamos en este artículo, es que parece ser que ciertas personas son sensibles de padecer algunos de estos fenómenos sinestésicos durante ciertos momentos del acto sexual.
Efectivamente, durante el acto sexual o el clímax de éste, no es extraño que, tanto en las personas sinestésicas como en un pequeño porcentaje de personas no sinestésicas, las experiencias sexuales puedan ser el detonante de diferentes sensaciones sinestésicas al alcanzar ciertos grados de excitación. Así, algunas personas pueden llegar a visualizar colores vividos y cambiantes, puntos o flashes de luz, pequeñas explosiones de color, o un conjunto de visiones de figuras geométricas cambiantes. Por otro lado, más allá de las sensaciones visuales, también pueden sentirse diferentes sensaciones perceptivas que pasan por cualquiera de los sentidos posibles más allá de la vista: olfato, gusto, oído o tacto.
ENSOÑACIONES, SUEÑOS EIDÉTICOS E IMÁGENES HIPNAGÓGICAS
Las imágenes eidéticas son proyecciones mentales activadas por la memoria eidética del individuo (lo que comúnmente se conoce como memoria fotográfica). La eidética es la habilidad de recordar imágenes, sonidos o hechos con un nivel de detalle muy preciso, sin necesidad de usar la memoria mnemotécnica, hasta el punto de que algunos individuos pueden llegar a proyectar o visualizar esas imágenes o recuerdos voluntariamente. Aunque por lo general esas proyecciones o recuerdos son menos claros y detallados que las percepciones reales, algunas personas son capaces de proyectar imágenes eidéticas hasta un nivel de detalles totalmente precisos, facilitándose la visualización de esas proyecciones mediante la aplicación de superficies uniformes u oscuridad, ya que éstas actúan de forma similar a una pantalla.
Las ensoñaciones y las imágenes hipnagógicas, de modo parecido a las imágenes eidéticas, son proyecciones o imágenes mentales muy similares a los sueños oníricos, salvo por el hecho de que la persona que los ve, oye o siente de alguna otra forma, está despierta, en un estado que va desde la semiconsciencia a totalmente consciente.
Las ensoñaciones hipnagógicas pueden tener una base real o totalmente onírica, y pueden ser visualizadas tanto con los ojos abiertos como cerrados. Aunque es fácil que éstas imágenes puedan ser visualizadas en la oscuridad o puedan llegar a proyectarse sobre superficies uniformes, como ya se ha comentado en relación a la memoria eidética, también pueden llegar a visualizarse en medio una habitación amueblada o cualquier otro lugar, como un campo abierto, yuxtaponiéndose en esos casos los elementos irreales junto los elementos reales, como si de imágenes fantasmales se tratase.
Este tipo de ensoñaciones o sueños suelen presentarse cuando el individuo está muy cansado y fatigado, y se prepara para acostarse y dormir o descansar, momento en el cual, como anticipándose, tanto el cuerpo como la mente se relajan. Aún estando despierto y consciente (o semiconsciente, según el caso), el cerebro puede relajarse hasta un estado cercano a la fase IV del sueño –también conocido como sueño REM o MOR-, que es la etapa del sueño en que aparecen ensoñaciones o sueños oníricos. Así, podría decirse que, cuando una persona percibe ensoñaciones o imágenes hipnagógicas estando consciente, el individuo sueña despierto.
En este tipo de ensoñaciones, es habitual que los individuos vean o sientan situaciones que hacen referencia a hechos vividos o de los que se ha hablado o leído recientemente, y que llegue a hacer una superposición de algunos de estos hechos, así como que se vivan auténticas ensoñaciones oníricas, en los que pueden acontecer diferentes hechos.
Durante el acto sexual, no es extraño que esto ocurra, especialmente cuando éste se lleva a cabo en horas intempestivas (como puede ser en medio de la noche, cuando interrumpimos las horas del sueño), después de un duro día de trabajo o actividad física, cuando se está especialmente cansado o agotado tanto física como mentalmente, o simplemente cuando nos sentimos muy relajados. Es en estos momentos cuando algunos individuos que por sí mismos no tienen la capacidad de disfrutar de una memoria eidética, sin embargo, a lo largo del coito o en el clímax del acto, pueden llegar a tener proyecciones eidéticas muy reales de hechos o recuerdos ya vividos, que pueden ir ligados o estar totalmente desconectados del acto sexual en sí mismo: imágenes, fantasías, sonidos...
Efectivamente, las características de estas ensoñaciones, sueños eidéticos o imágenes hipnagógicas pueden ir ligados al acto sexual de diferentes modos –al ritmo de sus movimientos, a la tensión muscular, pasando por las fantasías sexuales de cada uno-, o bien estar totalmente desligado del acto sexual en sí mismo, pudiendo visualizar paisajes, escuchar música, oler fragancias aromáticas, o encadenar distintas imágenes sin sentido, que puede ir de lo agradable a lo grotesco, llegando a lo psicodélico.
Me ha encantado poder leer, sobre esto porque la verdad es que impresiona bastante y sobre todo esta bien explicado.
ResponderEliminarMuchas gracias la verdad, porque queria incluir algo esta sensacion en mi novela que tengo en el blog, y la verdad es que le has puesto nombre por fin gracias.
Gracias, tú artículo me ha aclarado muchas cosas.
ResponderEliminarMuchas gracias todo me a quedado mucho mas claro
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