Dicen que fantasear y soñar es como caer, atrapado en un engaño, en una ilusión. Si ese es el caso, yo sólo puedo contestar que siempre estoy cayendo hacia arriba.
Caer hacia arriba. Sentirme atrapado por la gravedad de ese otro mundo que me conduce hacia sitios lejanos, más elevados. Sueños que me libran del peso de la realidad y me permiten volar, cayendo hacia arriba, de las cadenas con las que la humanidad pretende atraparme.
Caer hacia arriba. Caer elevándome con una velocidad imparable. Viajar a esas dimensiones donde vivo con mis sueños, esperanzas, fortalezas y debilidades.
Mundos de ensueño, fantasías. Lejos de los tristes sueños mediocres creados por una publicidad engañosa creada por el hombre, que nos pretende vender que los sueños que se crean como producto de consumo masivo son algo a lo que debemos aspirar.
Es en los sueños personales donde se marca la diferencia del individuo.
Soñar con la aventura, la libertad y la justicia que existe más allá de cualquier ley escrita.
El mundo del hombre, vuelto del revés.
Cayendo hacia arriba.
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