lunes, 22 de abril de 2013

HABLANDO DE IVÁN

Hoy voy a hablar de uno de mis amigos: Iván.

No es una persona con la que tenga muchas en común, y sin embargo somos amigos. A día de hoy lo veo casi a diario porque vamos a hacer deporte juntos: caminar por la montaña, ir a correr (bueno, correr de aquella manera, a ratos a la carrera a ratos caminando) y bicicleta. Con él estos deportes son más llevaderos y menos aburridos, le gusta cambiar de rutas.


Siempre recordaré como lo conocí años atrás en Vilanova i la Geltrú, cuando yo aún vivía allí. Creo que todos los que lo conocimos aquel día lo recordaremos. Llegó desde Girona en un coche recubierto de moscas adhesivas de aproximadamente un palmo de largo con el nombre de “TERMINATOR” estampada en ella (se trataba del coche de una empresa de fumigación y extinción de insectos, para más datos). Diría incluso, que llevaba una mosca gigante el techo del vehículo, pero es probable que eso sea un añadido de mi imaginación. Ya no lo recuerdo seguro. Le preguntaré sobre eso... Bajó del coche y, cual “Terminator”, iba con el cabello cortado a cepillo y llevaba unas gafas de sol. Sólo le faltaba la escopeta recortada, que sospechó aún, a día de hoy, que la llevaba camuflada en algún lugar del maletero. “Terminator”... Por un tiempo ese fue el mote con el que lo conoció la gente de Vilanova que no recordaba su nombre. ¡Como digo, es difícil olvidar ese día y como lo conocimos!

Bien, Iván era amigo de un amigo, Narcís. A partir de aquí sé que lo vi esporádicamente alguna vez, pero bueno, no dejaba de ser sólo el amigo de un amigo. Eso cambió cuando empecé a vivir en Girona para estudiar y, por aquel tiempo, Narcís también fue a vivir allí en busca de trabajo. Esa coincidencia hizo que los tres coincidiéramos a la vez. Creo que al principio empezamos para ir a correr juntos a la Devesa, y de ahí, poco a poco fuimos conociéndonos más.

Siempre he dicho que Iván es una persona sibarita y de gustos refinados, quizás demasiado para pertenecer a la clase social a la que pertenece, pero también es cierto que se gasta el dinero en lo que le gusta y sabe sacrificarse él mismo o sacrificar algunas cosas de su vida para poder disfrutar de ello. Es trabajador, emprendedor y muy sociable. ¡Realmente no pegamos! ¡Jajajaja! Somos distintos, pero esas diferencias no nos separan...

Él, años atrás, siempre se movió por el mundo de la noche: discotecas, casinos, hoteles, restaurantes... Yo siempre fui más de bares baratos o de tapas. A veces lo acompañé en sus salidas, pero nunca acabé de situarme en su mundo internacional plagado de personas de distintos países, gente de la noche y de fiesta... Siempre he sido una criatura de la noche, sí, pero ése no es mi tipo de ambiente.

Pasaron los años, y durante ellos la pérdida y toma de contacto con él fue variando según la situación de cada uno. Por temas de trabajo, de relaciones sentimentales o simplemente distancia, a menudo perdíamos el contacto, pero de cuando en cuando quedábamos para ponernos al día. Y así ha sido hasta desde entonces...

Aún a día de hoy me pregunto que es lo que sostiene esa amistad, pero lo cierto es que la amistad no entiende de preguntas. Somos dos personas completamente distintas, pero eso nunca nos ha impedido ser amigos...

Hoy quería escribir sobre ello por todo el apoyo que me dio durante estos últimos meses. Podía haberme enfrentado a mis problemas yo sólo, pero contando con su ayuda y su apoyo, así como la de otros tantos amigos, todo ha sido mucho más llevadero. ¡Gracias, amigo!

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