jueves, 23 de enero de 2014

NO CONSUMO

No consumir es una opción... antes de que el mundo acabe en ruinas.


"No consumo". Sé que ésta no es una verdad como la copa de un pino: consumo agua, consumo luz, consumo alimentos, consumo cómics, consumo gas, consumo papel higiénico... Consumo cientos de cosas. Pero cada vez consumo menos y menos gracias a la crisis económica de este país, y especialmente debido a la política que se ha tomado respecto a ella. Una crisis que empobrece cada vez más a mucha gente pero de la que, por cierto, muchos otros se benefician.

No, no consumo. O al menos procuro hacerlo bajo mínimos. ¿Calefacción? ¿Para qué? Este año he optado, si hace frío en casa, por mantas, jerseys, gorras y un modo de vida más ascético. ¿Comida? Actualmente como menos y una buena parte de los alimentos que obtengo los saco de mi pequeño huerto urbano, y otra parte, de cosas que recolecto por el campo, desde dientes de león, alfalfa, espárragos trigueros a otros vegetales y frutos silvestres; y de los alimentos que compro, aprovecho lo máximo, desde las pieles, hasta las cáscaras o los huesos. ¿Agua? Una buena parte del agua que uso es susceptible de ser reciclada para regar o limpiar. ¿Televisión? No la necesito. ¿Música? Prescindible. ¿Salir los fines de semana de fiesta? Muy poco, opto más bien por casa, la naturaleza o las reuniones esporádicas con amigos, a bese de bocatas antes que de restaurantes o bares. ¿Bebidas? Sólo en casa o, cuando me apuran, por temas sociales, en algún bar. ¿Turismo? Solo si me aporta algo, y más bien en sitios cercanos. ¿Teléfono? Bajo mínimos: hago pocas llamadas, envío pocos mensajes y no necesito internet en el móvil; no me he vuelto en un adicto a las tecnologías móviles.

Dicen que no consumir empobrece más al país, pero lo cierto es que consumir en estos momentos sólo enriquece a unos pocos. Mi opción es clara, a tiempos duros, me aprieto el cinturón. No voy a gastar más porque sí, y mucho menos para beneficiar a otros. Cuando las cosas se calmen, quizás me afloje el cinturón, pero mis hábitos de consumo ya no serán los que se espera que sean. Desde hace años, cada vez consumo menos y he aprendido a reciclar más. Y mientras más aprietan, curiosamente yo más aprieto y más ahorro, proporcionalmente, respecto a lo que ahorraba años atrás.

Aunque la cosa ya me viene de mucho antes, algunas de mis aficiones, como mi afición por la naturaleza (no en vano me crié en el campo), el steampunk o el greenpunk, me han conducido por los caminos ya no sólo del reciclaje o compostaje, sino al de la reparación, restauración o fabricación de algunos útiles, o el cultivo de alimentos.

No consumir significa cada vez depender menos de lo externo y ganar más autonomía.

El "No consumo", para mí, es uno de los mejores actos de rebeldía que se puede hacer contra un sistema que cada vez se me antoja más corrupto, menos respetuoso con el equilibrio natural y de recursos (tanto naturales como artificiales), y que basa su poder en el consumo desmedido, el capitalismo ciego y el dinero.

He aprendido a no atender a ofertas, publicidad o llamadas. Si no lo necesito, simplemente no lo compro. Si no me aporta algo, no lo necesito. Si puedo fabricarlo o elaborarlo con mis propias manos, lo elaboro. No compro si puedo fabricármelo yo mismo. Desde que lo hago así, mis gastos han disminuido notablemente, pero, sobretodo, he aprendido y me he enriquecido mucho. He conocido a gente que me ha aportado conocimiento, tiempo y experiencia, pero sobretodo humanidad en su sentido positivo, en el sentido de compartir. Cuando, en estos tres últimos años, me han recortado más del 15% de mi sueldo y me han quitado algunas pagas, es cuando estoy ahorrando más que nunca. He aprendido a coger aire antes de que me falte.

Espero que los gobiernos no esperen que suelte aire cuando éste vuelva, porque si vuelve, no creo que sea gracias a ellos.

“No consumo”. Ésa es mi nueva filosofía. Menos es más. Reparar, reciclar, recolectar... y sobretodo, prescindir cada vez más de lo que no necesito, aunque a día de hoy aún me permita algún lujo de vez en cuando. Aprender, antes que comprar. Saber lo que realmente me es útil, que es susceptible de ser reutilizado y en que medida puede ser modificado aquello que creemos que ya no tiene utilidad alguna. Aprender a no necesitar tanto. Aprender a ser autónomo. Aprender a buscar múltiples usos y alternativas a lo que ya tenemos.

Y quiero insistir que entre lo que menos necesito están las malas políticas, las malas gestiones económicas y los rescates de bancos y empresas que jamás lo han merecido. Con vuestros trapicheos, sólo estáis llamando a la revolución. La mía es una revolución pacífica, incluso pasiva en ciertos aspectos, pero aún así, si la gente se suma al “No consumo”, pueden lograrse grandes cambios no sólo en mentalidad de la gente, y especialmente de uno mismo, sino también un respeto que el mundo y el planeta merecen desde hace tiempo, que con el consumismo y mercado desbocado se le está negando.

No consumo, porque mientras menos lo hago, más libre soy.

Si te interesa, pasa la voz...

2 comentarios: