Texto: Joan Ramon Santasusana Gallardo.
Fotografías: Sandra de Montserrat.
Metal contra metal, se ha convertido ya en tradición de muchas ciudades la moda de colgar un candado en un puente o monumento representativo para después tirar la llave como promesa de amor eterno. Esta costumbre, ciertamente muy reciente, aunque enormemente extendida y popularizada, parece tener su origen en la novela "Tres metros sobre el cielo", de Federico Moccia. Allí, sus protagonistas cuelgan un candado en el puente Milvio de Roma y lanzan su llave al río Tíber en señal de amor eterno. Sea como fuere, atar un candado a las barandillas de los puentes, farolas u otros monumentos para dejar constancia del amor de los amantes, ha pasado de ser una moda a convertirse, prácticamente en una tradición, especialmente en algunos lugares señalados. Entre estos puentes, y hablando concretamente de París, sin duda uno de los más famosos es le pont de l' Archevêché o el puente del Arzobispo (o del Arzobispado), que une la rive gauche de París con la isla de la Cité, justo detrás de la catedral Notre Dame de París.
Aquí se hallan diversos candados de parejas de todos los rincones del mundo que visitan la ciudad y se acercan a este punto para dejar constancia de su amor y su historia, dando un aspecto dorado a buena parte de la barandilla del puente.
A pesar de la tonalidad dorada que toman estas barandillas, en ellas se ven candados de todas las formas, tamaños y colores, con los nombres de los amantes provenientes de distintas culturas y países, observando tipografías de multitud de lenguas distintas.
Siendo mi pareja, Sandra, una romántica irrefrenable ¿como no iba a querer ella visitar este lugar?
Dejar constancia de nuestro paso con unas fotos...
... y un candado para la posteridad: "Sandra + JR"
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