jueves, 3 de noviembre de 2016

De la naturaleza hacia el hombre: “SI TANTO ME AMAS...”

Dedicado a todas aquellas personas que dicen “amar” la naturaleza, pero que quizás debieran empezar a plantearse un verdadero examen de conciencia para ver si realmente la respetan.


¡Hola, hombre! Me presento ante ti, hombre, desnuda, tal cual soy...

Soy el agua que te ha dado vida, la tierra que te ha alimentado, el aire que respiras, el fuego que te da calor...

Soy, en definitiva, la naturaleza que tanto dices amar.

Te lo puedo dar todo, y tú dirás que me amas, que me amas de verdad.

Disfrutarás de todas las maravillas que te ofrezco: de mis campos, de mis bosques, de mis montañas, de mis desiertos... Disfrutarás de las aguas de mis ríos, de mis lagos o mis mares... Disfrutarás de la ligera brisa marina y las ráfagas frías y cálidas de mis vientos... ¡Todos tus sentidos podrán sentirme y gozar de mí! Pero si tanto me amas, si tanto dices que me amas...

Si tanto me amas, ¿porqué arrojas impunemente tus plásticos y tu basura a mis campos, mis bosques, mis montañas, mis ríos o mis mares?

Si tanto me amas, ¿porqué lanzas las colillas de tabaco que te acabas de fumar al suelo, sin remordimiento, permitiendo que se acumulen en los suelos de vuestras ciudades, las cunetas de vuestras carreteras, las arenas de mis playas y mis senderos más apartados?

Si tanto me amas, ¿porqué produces y consumes tanta basura que tú, que la has creado, no sabes siquiera como destruir, ni dónde esconderla ni que hacer con ella?

Si tanto me amas, ¿porque perturbas la paz de mis otros hijos en su medio natural, molestando a las bestias o maltratando a las plantas por simple capricho? Ellos, tanto como tú, tienen derecho a la vida.

Si tanto me amas, ¿porqué cazas a mis hijos por simple diversión, o los torturas en absurdas fiestas populares, o juegos y deportes dónde ellos son sólo las víctimas? Si tanto me amas, ¿cómo tienes la osadía de llamar a ese tipo de tortura, arte o cultura? El mismo arte o cultura sería si eso se te aplicase a ti o a los tuyos, no te engañes, otorgándote aires de superioridad.

Si tanto me amas, ¿porqué encierras a mis hijos en zoológicos, simplemente para exponerlos al público, arrancándolos de su medio natural, separándolos de los suyos? ¿Porqué enloqueces a mis hijos es espacios reducidos, salobres, sucios y descuidados, sin los estímulos naturales que realmente los hagan sentir libres o felices?

Si tanto me amas, ¿porqué permites que maten a millones de mis hijos en granjas hacinadas, para convertir su carne, sus huevos o su leche en alimento, para luego permitir que todo ese alimento se pudra o se pierda? Si mis hijos os han de servir de alimento, dadles al menos una vida digna antes de su sacrificio, mostradles al menos un poco de respeto.

Si tanto me amas, ¿porqué al construir tus caminos, tus carreteras, tus industrias o tus ciudades, prefieres cortar, arrancar o quemar los árboles, destruyéndolos, antes que salvar al menos una parte de ellos?

Si tanto me amas, ¿porqué formas parte activa de ese turismo que arrasa e invade mis playas, mis bosques y montañas? ¿Por qué te conviertes en uno de esos turistas qué cada vez que se acerca a mí, más me degrada?

Si tanto me amas, ¿porqué permites y formas parte activa de esta sociedad de consumo que tanto daño me hace y me desangra?

Si tanto me amas, dime, tú, el que ahora me escucha, ¿qué haces en realidad por mí? ¿Qué haces, verdaderamente? No se ama algo sólo por decirlo, no se ama sólo de palabra.

Se ama protegiendo aquello que uno quiere, respetándolo, salvaguardándolo, luchando a su lado, y no contra él. Se ama mostrando igualdad, no imponiendo. Se ama haciendo frente a los que nos dañan. El respeto que no muestres hacia mí, tampoco se lo mostrarás a los demás, ni siquiera a ti mismo, ser egoísta.

Me amas, dices que me amas, pero ¿cuántos de vosotros decís lo mismo y no hacéis nada salvo mirar? Disfrutáis de mi cuerpo, de mi belleza, de los frutos y los bienes que os doy, pero no mostráis ningún cuidado hacia mí ni mis criaturas, mis hijos, tus hermanos. Nada, ni siquiera con un pequeño gesto. ¡Lamento el día que os parí!

Lo siento, pero tú, que dices llamarte “amante de la naturaleza”, tú, que tanto dices que me amas, ¡no sabes amar de verdad!

¿Me amas? ¿Me amas de verdad?

Plantéate esta pregunta, y calcula exactamente cuánto más me quitas, que cuánto más me das...

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