miércoles, 31 de octubre de 2012

EL ORIGEN Y LA LEYENDA DE JACK-O'-LANTERN.


Jack-o’-Lantern es uno de los nombres más populares con el que se designa una de las figuras simbólicas más emblemáticas de Halloween, las famosas calabazas de trético rostro en cuyo interior arde una vela que le hace brillar siniestramente los ojos. Tradicionalmente ahuecadas y talladas a mano, estas calabazas actúan como un fanal. Sin embargo, más allá de eso, detrás de ese nombre –Jack-o’-Lantern-, existen una gran cantidad de leyendas populares que nos hablan de misteriosos fuegos fatuos dotados de vida propia, y de ciertos personajes más concretos: almas condenadas, todas ellas, a vagar sobre la tierra, pues su entrada ha sido negada tanto en los cielos como en los infiernos. Descubramos parte de la leyenda...


LOS FUEGOS FATUOS

Un fuego fatuo (del latín ignis fatuus) es un fenómeno natural consistente en la aparente inflamación del aire a partir de la materia orgánica en descomposición. Esta inflamación se debe, principalmente, a la oxidación espontánea del fósforo desprendido de los vegetales y animales muertos que, al descomponerse, liberan el fósforo contenido en la materia orgánica; éste, al tomar contacto con el oxígeno atmosférico, se oxida rápidamente emitiendo una pálida luz semejante a una pequeña y pálida llama en el proceso, que pueden variar de color, forma y duración según las condiciones reinantes, pudiéndose incluso desplazarse, generalmente a una corta distancia del suelo o de las aguas donde aparece.


La aparición de  fuegos fatuos es habitual en zonas pantanosas o cementerios, donde la materia orgánica en descomposición abunda, y posiblemente por ese motivo se los tenía por las almas de personas fallecidas, dando origen a diversos mitos y leyendas alrededor de la  mayor parte del mundo.

En las Islas Británicas, los fuegos fatuos son conocidos tradicionalmente por diversos nombres: will-o’-the-wisp, hinkypunk, hobby lantern… o jack-o’-lantern, - que es el nombre, precisamente, del personaje que hablaremos en este artículo-; a todos ellos se les atribuía un carácter sobrenatural.

STINGY JACK: LA LEYENDA DEL ORIGEN DE JACK-O’-LANTERN

Cuenta la leyenda –una de las muchas que circulan-, que muchos años atrás, en una lejana Noche de Brujas (la noche que transcurre durante el 31 de octubre y el 1 dde noviembre), cierto borracho irlandés con fama de timador, tramposo y embaucador al que la gente llamaba Stingy Jack (Jack el Tacaño) –y al que también se le conoce como Jack the Smith (Jack el Herrero), Drunk Jack (Jack el Borracho) y Jack of the Lantern (Jack del Farol) según quién cuente la historia-  tuvo la mala fortuna de encontrarse con el Diablo.

Parece ser que el Diablo, una noche fatídica, escuchó la historia de las malas acciones de Jack y su lengua de plata, capaz de embaucar al más listo. Envidioso de que alguien pudiese superarlo en ese aspecto, y no convencido de la veracidad de esos rumores, el Diablo fue a averiguar por sí mismo si Jack estaba a la altura de su infame reputación y, si así fuese, llevarse su oscura alma al Infierno.

Aquella noche, Jack estaba borracho y vagando por el campo, cuando topó con una misteriosa figura en medio del empedrado camino por el que deambulaba. Aquel ser, que tenía una mueca extraña en su cara, resultó ser el Diablo. Jack se dio cuenta rápidamente de que era su sombrío final, y que el Diablo había venido a recoger su malograda alma.


Jack, viéndose atrapado, pidió un último deseo al Diablo a cambio de su alma, y éste fue que pudiese hacer un último trago de cerveza en una taberna.

No viendo ningún motivo para negarse a su demanda, el Diablo llevó a Jack a una taberna para que bebiese tanta cerveza como quisiera. Llegado el momento de pagar, para sorpresa del Diablo, Jack le dijo que él pagase la cuenta, y como éste no llevaba dinero encima, lo convenció para que se convirtiera en una moneda de plata con la que pagar el camarero. Cuando el Diablo así lo hizo, transformándose en una moneda; Jack, harto tacaño como era, metió rápidamente la moneda en su bolsa, monedero o bolsillo (según quién lo cuente), donde llevaba grabada una cruz o en cuyo interior guardaba un crucifijo. Y la presencia de esa sagrada forma impidió que el Diablo pudiese recuperar su aspecto original, ni salir de la bolsa, monedero o bolsillo (según sea el caso). Jack decidió no dejarlo escapar hasta que el Diablo le prometiera no pedirle su alma en los diez siguientes años, a término de cuyo plazo accedería. El Diablo no tuvo más remedio que concederle su reclamación.

Pasado el plazo de los diez años, Jack se reunió nuevamente con el Diablo en el campo. El Diablo iba preparado para llevarse su alma pero Jack, viendo un manzano allí cerca, pensó muy rápido y dijo: “Iré de buena gana (al Infierno), pero antes de hacerlo, ¿me traerías la manzana que está en ese árbol por favor?”

El Diablo pensó que no tenía nada que perder, y decidió concederle un último deseo al condenado, y de un salto subió a la copa del árbol, pero antes que se diese cuenta, Jack había tallado una cruz en el tronco (o dispuso diversos crucifijos alrededor del árbol, según otra versión), de modo que el Diablo no podía bajar, y estando en éstas Jack le obligó a prometer que jamás le pediría su alma nuevamente.

Al Diablo, una vez más, no le quedó más remedio que aceptar.

Años más tarde, Jack murió, pero al subir al Cielo, San Pedro le negó la entrada, pues durante su vida había sido golfo, borracho, estafador y pendenciero, así que acudió al Infierno.

Sin embargo, cuando intentó entrar en el Infierno, el Diablo tuvo que enviarlo de vuelta, puesto que como le había prometido, no podía tomar su alma. “¿A dónde iré ahora?”, se preguntó Jack, y el Diablo le contestó: “Vuelve por donde viniste.”

El camino de regreso era oscuro y se levantó un terrible viento no le dejaba ver nada. El Diablo le lanzó a Jack entonces un carbón encendido directamente del Infierno, para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en el interior de un nabo (o calabaza, según las versiones más tardías) que llevaba con él, para que no se apagara con el viento. Y este nabo (o calabaza) es el tenebroso candil, farol o linterna de Jack.


Otra versión de la historia cuenta que Jack estaba siendo perseguido por algunos aldeanos a quienes había robado cuando se encontró con el Diablo, quien le dijo que había llegado el momento de su muerte. Sin embargo, el ladrón retrasó su suerte tentando al Diablo a castigar a los aldeanos que lo perseguían alegando que eran fieles a Dios. Jack le dijo al Diablo -que como es bien sabido puede transformarse en cualquier cosa- que se convirtiera en una moneda con la cual pagaría por los bienes robados; así, cuando la moneda (o sea, el Diablo) desapareciese, los aldeanos se pelearían entre sí creyendo que se la habrían robado uno a otro. El Diablo accedió a la propuesta: se convirtió en una moneda de plata y saltó al saco que Jack llevaba, solo para encontrarse junto a una cruz que el ladrón había también robado en la aldea. Jack cerró bien el bolso y la cruz privando al Diablo de sus poderes; y así lo atrapó. En ambos mitos, Jack solo deja ir al Diablo cuando éste accede a no llevarse jamás su alma. Después de un tiempo Jack muere, como cualquier otro ser viviente. Por supuesto, su vida había sido demasiado pecaminosa como para poder entrar al Cielo; no obstante, el Diablo había prometido no llevarse su alma, y así queda también fuera del infierno. Ahora Jack no tenía adonde ir. Se preguntó cómo podría ver a donde iba, ya que no tenía luz alguna, y el Diablo le arrojó, a modo de burla, una brasa que nunca dejaría de arder con el fuego del infierno. Jack ahuecó uno de sus nabos (su comida favorita), puso la brasa en su interior y comenzó a vagar eternamente y sin rumbo por todo el mundo para encontrar un lugar donde finalmente descansar. Entonces pasó a ser conocido como Jack of the Lantern, abreviado como Jack-o’-Lantern (“Jack del candil”, “Jack de la linterna” o “Jack del farol”). La linterna de Jack en Irlanda y Escocia era un nabo tallado con la supuesta cara tenebrosa de Jack, que solían colocar en las ventanas para ahuyentar al Diablo y a todo espíritu maligno de sus hogares, y estaba asociado a los fuegos fatuos (tal como sucede con Will-o’-Wisp)

Las leyendas de Jack-o’-Lantern tiene muchas otras versiones y variantes; algunas incluyen un “hombre sabio y bueno”, o incluso a Dios mismo ayudando a Jack a prevalecer sobre el Diablo. Otras variantes del acuerdo entre Jack y el Diablo dicen que el trato era solo temporal pero el Diablo, avergonzado y vengativo, niega la entrada de Jack al Infierno después de que este muera. En unas pocas, Jack es considerado un hombre codicioso y es rechazado tanto en el Cielo como en el Infierno, sin que el Diablo aparezca siquiera en la historia. En otras versiones, Dios le da a Jack el nabo con el que fábrica su candil. Por último, una variante afroamericana sostiene que Jack, llamado Gran Dieciséis, consigue matar al Diablo, siendo posteriormente rechazado en el infierno por la viuda del mismo.


Finalmente, con el paso del tiempo, el farol de Jack-o’-Lantern a pasado en convertirse en su propia cabeza, y en la imaginería popular actual, así como en la mayoría de ilustraciones que vemos de él hoy en día, se lo presenta como un espíritu con una calabaza de ojos llameantes por cabeza.

LAS CALABAZAS (Y NABOS) DE HALLOWEEN

Ya desde la antigüedad, los nabos eran una hortaliza de gran importancia para la alimentación humana de los antiguos pobladores de Europa, y era uno de los productos de consumo diario más frecuentes, y así fue hasta la llegada de la patata. Entre los pueblos célticos, y la antigua Gran Bretaña e Irlanda, existía la costumbre de ahuecar nabos y remolachas para construir faroles en cuyo interior introducían velas o brasas que, de este modo, quedaban resguardadas del viento. No existen pruebas fehacientes, sin embargo, que indiquen que estos faroles estuviesen ligados o fuesen usados en tradición religiosa ninguna. Aunque de lo que no cabe duda es que, originalmente, el farolillo de Jack-o’-lantern consistía en un nabo hueco en cuyo interior el Diablo (o Dios) introducía una vela o unas brasas, y así lo confirman diferentes variedades de la leyenda.


En el siglo XVI las calabazas se introdujeron en Europa, pero tardaron mucho en popularizarse, siendo, debido a la facilidad de su cultivo, utilizadas, principalmente, como alimento para los animales. Tampoco existe constancia alguna que es esos tiempos se utilizasen calabazas a modo de farol.

A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a llegar a América llevando con ellos buena parte de su cultura, su folklore y sus tradiciones. Durante las celebraciones de Todos los Santos empiezan a usar calabazas para hacer faroles, ya que éstas son mucho más grandes y fáciles de ahuecar que los nabos, y, con diferencia, mucho más abundantes. De hecho, parece ser que cuando esta tradición fue transmitida a Estados Unidos, no existía una abundante plantación de nabos o remolachas, pero en cambio sí que había un exceso de calabazas, por lo que los Norteamericanos decidieron tomar esta hortaliza para hacer las jack-o’-lantern (que aún no recibían este nombre).

En un primer momento la fiesta sufre una fuerte represión por parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana, pero no desaparece ni se puede erradicar, debido a la constante llegada de irlandeses procedentes de Europa.

No sería hasta 1837, sin embargo, que el término jack-o’-lantern se aplicaría a los faroles hechos con vegetales, comenzando éstos a asociarse específicamente a Halloween a partir de 1866. Y sería precisamente en Norteamérica donde se originaría la conexión entre el jack-o’-lantern y Halloween.


A finales del siglo XIX, los Estados Unidos reciben una nueva oleada de inmigrantes irlandeses. La fiesta irlandesa, entonces, se mezcla con otras creencias nativas y en la secuela colonial, el Halloween incluye entre sus tradiciones la conocida leyenda de Jack-o-lantern, bautizando a la calabaza como “Jack el que vive en la lámpara” o, como se conoce actualmente, “Jack-O’-Lantern”. Esta leyenda tiene su origen un irlandés taciturno y pendenciero llamado Jack, quien una noche de 31 de Octubre se tropezó con el mismísimo Diablo. Desde entonces comenzó a extenderse la leyenda negra de Jack-o’-Lantern y, con ella, el tenebroso candil de Jack.

MÁS ALLÁ DE LAS LEYENDAS

Más allá de lo pintoresco de estas leyendas, el uso del término “jack-o’-lantern” ya era conocido a mediados del siglo XVIII y, originalmente, con esta palabra, se refiría a los vigilantes nocturnos o serenos que iban equipados con un farol. Más tarde, esta palabra se aplicaría al fenómeno de los fuegos fatuos (conocidos como will-o’-the-wisp en la mayoría de tierras británicas), para convertirse en productos de leyenda y, posiblemente, a partir de aquí, aparecerían personajes más concretos que recibirían este nombre.

A partir de aquí, Jack-o’-Lantern (que podríamos traducir como “Jack del Candil”, “Jack del Farol” o “Jack de la Linterna”) pasa a convertirse en una de las figuras simbólicas más emblemáticas de la fiesta de Halloween, representada por la famosa calabaza de rostro trético y ojos brillantes tallada a mano, que representa a un fuego fatuo en su versión más folklorica, esto es, como un ser fantasmal dotado de vida, o bien, directamente a Stingy Jack, un alma condenada legendaria.



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