miércoles, 1 de mayo de 2019

EL FIN DEL MUNDO EN UNA JARRA DE CERVEZA

Y así, sentado frente aquella vacía mesa en una esquina de aquel vacío bar, contempló con sus fríos ojos grises la espumeante jarra de cerveza que acababa de llenar, dio un largo sorbo, cogió la pistola, y se voló la cabeza sin remordimientos, arrepentimiento ni tristeza. Lo había perdido todo, y ya no le quedaba ninguna razón para continuar. Fuera, las calles estaban vacías, desoladas: en menos de 57 horas una mortal virus había asolado a todos los pájaros y mamíferos de la Tierra y había acabado con la humanidad. Todos ellos llevaban más de cinco meses incubándolo, invisible, indetectable, simplemente esperando el momento adecuado para actuar.

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