miércoles, 9 de marzo de 2011

CADA DÍA ME AVERGÜENZO MÁS DE VIVIR EN ESTE PAÍS...

Cada día me avergüenzo más de vivir este país.

En mi caso, entiendo por mi país España y Cataluña, porque tanto España como Cataluña, en mi mente, son países a los que me han atado con las costumbres, tradiciones o su lengua, aunque no me sienta ligado a ellos de ningún otro modo... ¡País! No deja de ser una idea vaga, borrosa y abstracta a la que no me siento unido para nada. ¿Como podría hacerlo, cuando difícilmente me siento apenas unido a la raza del hombre, pese a que en mi fragilidad me siento muy humano? No dejo de vernos como simples animales que, en nuestro narcisismo, creemos que tenemos que hacer algo importante en este mundo, cuando en realidad, con el tiempo no seremos nada más que polvo, y nuestro recuerdo desaparecerá o simplemente será alterado por los que nos sigan, según su conveniencia, perdiendo toda la esencia de lo que somos o hemos sido, tanto como especie, como individuos. Y sin embargo no digo que cada acto que hagamos, como individuo único o como sociedad, no sea importante, al contrario. Son nuestros actos los que, en realidad, nos definen.

Vivir en este país... ¿Qué significa país? No, la historia no me sirve.

La historia para mí no tiene mucha lógica cuando se trata de conseguir un concepto de país. El pasado pocas veces tiene que ver con nada lo que nos dicen, especialmente cuando intentan meter en nuestro corazón la idea de patria, y vendernos historias de la grandeza del pasado, o de unión de sus ciudadanos, como si todos fuéramos hermanos que eligimos de mutuo acuerdo esto, cuando en realidad lo hicieron gobernantes sedientos de poder y ambición. La historia real de todo país es un gran número expolios, negociaciones, crímenes, robos, pactos, violaciones, descubrimientos, atrocidades, logros, asesinatos.. Lo bueno y lo malo se juntan, pero siempre que se habla de país se nos intenta vender la cara limpia de la moneda, escondiendo la parte sucia, o en todo caso, evitando hablar demasiado de ella. En ese sentido entiendo más a los estadounidenses. Para ellos esa idea de nación se basa más en el presente. Nosotros casi siempre acudimos al pasado. Estamos muertos. Aunque es cierto que tanto en presente o en pasado, todos tienen algo que cubrir o tapar.

País. Concepto al que, en nuestro delirio humano de medirlo y clasificarlo todo, intentamos imponerle medidas y otras características a un pequeño espacio, aunque los países, en sí mismos, trascienden sus propias fronteras o política, porque sólo son ideas alrededor de las cuales nos movemos, como lo hacen otras ideas abstractas, como pueden ser la idea de belleza o las modas en el vestir, comer o modo de entender el mundo.

En ese sentido, comprendo mucho más la idea de amor, de felicidad, de ira o de tristeza, porque las siento como algo vivo, como una auténtica fuerza. Pero el resto... Algo que de algún modo puedo llevar dentro de mí. Pero país... ¿Quién decidió, cuando nací, que por nacer dentro de unos límites impuesto por los hombres, debía ser uno de ellos?

¡En fin, ya deliro, como casi siempre cuando pienso!

¿El porqué de este rollo?

Me avergüenza vivir en un país donde el nivel de los salarios es tan bajo, respecto a otros países europeos, y sin embargo comprar un DVD te sale más caro aquí, que comprándolo en Alemania o el Reino Unido, incluyendo gastos de envío. Donde pagar el precio de un paquete según su peso te sale ocho veces más caro, que recibiéndolo en Canadá. Donde se habla de reducir la velocidad de circulación de los vehículos en nombre del ahorro energético y la seguridad vial, cuando en realidad todo esto no es más que una vil excusa de recaudar más fondos para tapar la deuda nacional. Donde se cierran numerosos puestos de trabajo en la base de la pirámide de la administración pública alegando falta de dinero, mientras, en su cúspide, se mantienen los mismos que deciden eliminar esos puestos de trabajo, revolcándose en las cifras de sus sueldos inflados. De una sociedad donde cada vez se exige más de nosotros como individuos, pero menos del mismo poder que exige, sea gobierno, sea empresa, o sea sociedad.

Y luego, encima,  algunos se quejan de que la gente haga piratería y se descargue películas, canciones o libros. Estos últimos los que menos, ¡claro!, lo que ya dice algo más a favor de nuestro "gran" nivel cultural. Y lo digo sin intentar desmerecer a las películas o la música, ¡cuidado!, que según como no dejan de ser cultura. Aunque últimamente incluso eso empiezo a dudarlo, ya que en la mayoría de casos se están convirtiendo en un instrumento más para decirnos como debemos ser, que debemos comprar y a que debemos aspirar, olvidando los valores más fundamentales del hombre. Son la fábrica, no ya que nos hace soñar, sino la que nos dice lo que debemos soñar. Una industria que unida a la ambición de otros negocios ayuda a crear los patéticos seres huecos que están atados a las modas y el negocio de la universalización de las ideas que sirve para convertir todo en una simple mercancía de consumo.

Me avergüenza vivir en este país porque muchos negocios que están en esta misma tierra, logran abaratar sus gastos de fabricación comprando, no ya en países del tercer mundo, como suele ser lo habitual, sino en países mucho más ricos y desarrollados que nosotros, como Alemania, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Estados Unidos o Canadá, porque hacerlo aquí, donde el coste de vida, misteriosamente es más barato, y no hay tantos gastos de transporte, resulta mucho más caro debido al mal uso que se hace de la inflación de los precios de productos, con la idea de obtener más beneficios. A la larga, todos saldremos perdiendo por la avaricia excesiva de unos pocos.

Un país donde la mayoría de las veces las deudas entre empresas no se cobran hasta que el otro ha vendido aquello que fabricó con las materias primas que compró sin pagar, alegando que lo hará cuandohaya vendido el producto que el ha fabricado, creando de este modo constantes deudas, que repercuten a otras muchas empresas, como si fuera el efecto de un dominó. Y me horroriza, cuando sé que la mayoría de países europeos pagan por adelantado sus pedidos. Si una empresa se arruina, no arrastra a muchas otras detrás. No me extraña que en esos países aún nos vean como unos simples oportunistas, algo cegados por la avaricia personal, y con poco espíritu de empresa y, aún, nos consideren la tierra de la picaresca.

Un país donde los dueños de la mayoría de negocios creen que todo lo que ganan es suyo, y consideran que si reparten sus migajas a los trabajadores, éstos, además, tienen que estarles agradecidos por tener un trabajo que en la mayoría de los casos está mal pagado. Un país donde muchos de estos mismos empresarios no entienden el concepto de innovación y creen que todo lo que ganan es suyo y les pertenece, y son incapaces de invertir gran parte del dinero que ganan en modernizar su negocio, quedando, a la larga, obsoletos y dejando de ser competitivos, sembrando la propia ruina con su avaricia.

En mi corazón me siento un ácrata y apátrida, pero algo debe haber aún que me ata a mis dos países, para que, cuando los miro y analizo, algo en mi interior me duela y haga que sienta vergüenza por pertenecer a ellos.

Bueno, pese a todo diré que al menos aún confío en la raza de los hombres, pese a sentirme tan desligado de ellos. Ya es algo… Aunque creo que, antes de que realmente abramos los ojos, haremos mucho daño a este mundo, hasta que un día nos falte algo que ya no podamos recuperar nunca, y entonces nos adapatemos de algún modo con lo que nos queda. Es así como a menudo el hombre y la naturaleza recuperan el equilibrio.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con lo que dices, Joan. Yo tampoco me siento perteneciente a este país, en el que, además de todas esas cosas que has señalado con tanto acierto, la mayoría de la población es incapaz de mirar más allá de su ombligo, en el que nunca actuamos por mucho que nos machaquen... porque, al fin y al cabo, el mundo nos envidia: ganamos el mundial de fútbol :(

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