viernes, 18 de marzo de 2011

SOLEDAD, UNA VEZ MÁS

A menudo te busco.

Otra veces, intentando evitarte, te sufro.

Tan necesaria, pero a menudo molesta cuando te encuentro.

Soledad que me atrapas, igual que atrapas a otros muchos en tu telaraña tejida de desengaños, tristezas, frustraciones o sentimientos que nos superan.

Caigo en tu red. No sólo yo sufro en silencio. Hay muchos otros conmigo...

Un engaño, una muerte, un amor, un enfermo, un silencio...

Y sin embargo te necesito. Tú me permites reflexionar, pensar, aprender. Tu mano me cura, tu abrazo me envuelve y protege. Pones muros a mis penas, diques a mis penurias, y sim embargo abres las puertas a mis sueños y mis ideas. Gracias a ti contruyo mundos que lleno de vida con las criaturas y seres que pueblan mis sueños.

Sé que me muevo en el mismo mundo que otros humanos, pero siento que estoy en una distinta longitud de onda. Y somos muchos. Existen muchas frecuencias distintas que se salen de las que la gente normalmente sintoniza. Nuestras ondas se cruzan, pero sin interferir unas con otras. Quizás, si lo hiciéramos, crearíamos un nuevo y más hermoso lenguaje. Sin embargo, incapaces de encontrar la paz, nuestra falta de comunicación, de conexión, de hallar un punto de encuentro, nos separa.

Somos pequeñas sinapsis desconectadas, como las imágenes que aparecen en un inconexo sueño provocado por la ingestión de LSD o cornezuelo del centeno.

Pequeños locos perdidos en un mar de cacofonías tan graves, que somos incapaces de escucharlas.

Soledad para reflexionar.

Soledad para sufrir.

Soledad para soñar.

Una lágrima escapa.

La paz me embarga.

Soledad, una vez más.

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