Por fin despierto.
Liberado de las ataduras de la carne y la vida.
Mi aliento extinguido.
Mi alma disgregada.
Mi yo destruído.
Desaparecido.
La nada.
Río, río y río...
Bailo al compás de un mundo sin música, ni ritmo, donde nadie puede juzgar mis movimientos sincopados, que ya ni siquiera existen.
Un fuego extinguido, una llama en el vacío.
¿Comprendes la broma?
No importa lo que hagas...
No hay premio ni castigo.
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