EL FILOHIDRO SEGÚN SANTA, MI OTRO YO.
Ya muy entrada la noche, pasadas las tres de la madrugada, cuando suelo acostarme, oigo los leves rumores, por el pasillo de mi casa, de pequeños pasos acolchados. Al principio pensé que todo era imaginación mía.
Sin embargo ya está cronometrado; después de unos minutos metido en la cama y con la luz apagada, oigo unos suaves sonidos quejumbrosos y roncos, y a ratos plañideros. Ahora sé que el filohidro ronda por mi piso.
Debí haber sospechado eso ya hace tiempo, pero no caí en la cuenta hasta ayer.
Me extrañaba encontrar a menudo la tapa del retrete levantada.
Sé que dicen que los hombres, especialmente los que vivimos solos, la dejamos levantada por costumbre, pero no es mi caso. Una vez, puede, pero no siempre. Me gusta causar buena impresión cuando alguien visita mi casa, y sé que dejar la tapa del baño levantada no es buena idea, pues siempre puede aparecer alguien por sorpresa.
Sin embargo, sospeché, al principio, que si hallaba levantadas las tapas de mis excusados, ya fuera la del lavabo del pasillo o la del inodoro de mi dormitorio, podía ser por la ocasional visita de algún amigo. Era un pensamiento razonable, especialmente por lo que se refiere al lavabo del pasillo. No es raro que, cuando alguien me visita, me pida de ir al baño. Lo habitual es que vayan al del pasillo. Más raro es que vayan al del dormitorio. Pero la mente humana a veces nos juega estas malas pasadas; en un absurdo intento de convertir el mundo en un lugar razonable, nos montamos una visión de las cosas donde todo encaja y es correcto. Por lo tanto no me extrañó que este misterioso movimiento de las tapas sucediera en uno y otro baño. En un mundo razonable, no hay lugar para el filohidro.
Me percaté, pasado algún tiempo, que el nivel del agua en la taza del inodoro era mucho más bajo por las mañanas. Este hecho me llamó la atención en su momento, lo recuerdo, pero después de un tiempo me olvidé del asunto sin darle la más mínima importancia. Debí haberme percatado de ello, y darme cuenta que esto sucedía cada día, excepto los miércoles, que, como es bien sabido, es el día en que el filohidro descansa, excepto los años bisiestos, en que decide hacerlo los jueves.
También me parecía recordar que cuando dejaba los platos o la vajilla en remojo en el fregadero de la cocina por la noche, al día siguiente el nivel del agua había descendido considerablemente; eso, si no había desaparecido toda. Achaqué este descenso del agua a defectos del tapón del fregadero. Debí haberme preguntado como era posible que también desapareciera el agua del interior de las ollas o platos que permanecían de pie. Es evidente que el agua podía filtrarse del fregadero por algún defecto del tapón, pero no el agua que estaba dentro de la oquedad de cualquier cuenco que permaneciera en pie.
Y más sospechoso aún me pareció el hecho de que desapareciera el agua de la regadera de las plantas por las noches.
El filohidro tenía la culpa.
No es que el filohidro sea un animal peligroso, claro. Como todos sabemos, es un animal de costumbres nocturnas y más bien tímido. Con sus pies de pato acolchados, sus ojos saltones y su trompa, que más que una trompa recuerda el morro de un oso hormiguero, es un pequeño animal orondo del tamaño de una sandía. Va recubierto de un pelaje siempre mojado y húmedo que recuerda mucho al de una nutria, y su cuerpo está rematado con una larga cola que suele llevar alzada cuando camina.
También posee un par de pequeños brazos terminados en pequeñas manitas de simio, semejantes a los de un hombre. Hay quién dice que son más bien como las manos de una ardilla o de ratón. El caso es que se apaña muy bien con ellas.
Es un animal curioso, porque ensucia más bien poco. Sólo se alimenta de agua, aunque hay quién dice que no desdeña un ocasional vaso de vino tinto. Sea como fuere, retiene muy bien los líquidos, de tal modo que, aunque su pelaje siempre está mojado y húmedo, no cae de él ni una sola gota de agua, ni mancha las paredes o las telas sobre las que descansa, y si alguien lo acaricia, da la sensación de que se acaricia pelo seco.
Sus excrementos están formados de aire, por lo que no ensucia demasiado, y el pelo que le cae rápidamente se convierte en agua que al instante se evapora. Tengo entendido que a veces sueltan algo de materia sólida, pero en forma de una leve nube de polvo que se retira flotando, como suele hacer el polvo más fino.
Más preocupante me parece que estos animales siempre luzcan una enorme corbata roja, y que parezcan carecer de sexo. Eso es lo que verdaderamente me inquieta. He oído decir, también, que los ejemplares más viejos llevan sombrero de hongo, pero éste es un punto que aún no he podido confirmar.
Curioso todo ello, digo, porque no tengo ninguna duda, y me parece que nadie la tiene, de que los filohidros son unos animales irracionales, no más listos que un perro. Inquietante, porque uno se pregunta porque un animal aparentemente irracional usa corbatas de color rojo chillón fabricadas por ellos mismos (y éste es un hecho científicamente demostrado). Parece ser que el tamaño de estas corbatas marcan el rango, categoría y edad de cada individuo.
Me cuesta mucho dormir con todos estos pensamientos rondándome por la cabeza, sabiendo que hay un filohidro rondando por casa que podría tener una corbata más grande que algunas de las mías.
He buscado por todos los rincones: en los armarios, debajo de la cama, del sofá, dentro de los muebles, en el interior de las cisternas del lavabo, en los cajones de todos los muebles de la casa... ¡Ni rastro de su nido o su escondrijo! No sé donde vive mi filohidro...
Últimamente duermo inquieto...
Me preocupa que lo que dicen sea cierto. Que los filohidros también tienen gusto para el vino tinto. No quisiera ver desaparecer mis botellas de buen vino de reserva.
Eso haría un poco difícil nuestra convivencia.
No sé por qué, lo primero que hice al entrar en tu blog fué mirar si estaba "El Filohidro", y está!!, me encanta!!!.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog, sé que será un espacio ameno y divertido en el que perderse un buen rato.
Que lo disfrutes mucho, y nosotros contigo!.
Biquiños.