DESCRIPCIÓN
La esparraguera triguera o esparraguera silvestre es una planta verde vivaz, perenne, de crecimiento rápido, típica de la zona mediterránea, y que resulta especialmente prolífica y abundante en la Península Ibérica -exceptuando algunas zonas atlánticas- y las Baleares, donde puede ser hallada fácilmente en lugares secos y soleados, o en zonas frescas y sombrías de clima mediterráneo propiamente dicho y en algunas zonas templadas.
La esparraguera silvestre o triguera se diferencia de las otras esparragueras por la gran cantidad de pequeños cladodios (ramas aplastadas que hacen la función de hoja) de color verde oscuro que cubren casi toda la planta. Estos cladodios suelen ser finos y suaves cuando son jóvenes, pero con su crecimiento adquieren un tacto más áspero y espinoso. La mata florece hacia finales del verano con unas pequeñas flores blancas o amarillentas que posteriormente se convertirán en unos pequeños frutos o bayas de un color verdoso.
Los brotes jóvenes de esta planta son lo que comúnmente conocemos como espárragos trigueros, que no son otra cosa que la yema y el tallo blando comestibles, mucho más delgados que las variedades típicas de espárrago cultivado que se venden en los supermercados, los conocidos espárragos verdes o espárragos blancos (asparagus officinalis).
USOS Y PROPIEDADES
Los espárragos trigueros son los brotes comestibles, tiernos, verdes y alargados, de la esparraguera silvestre, que se utilizan como alimento hasta su parte leñosa. Estos tallos, llamados turiones, nacen del rizoma basal y cuando tienen sus hojas y espinas aún tiernas, constituyen un plato exquisito para ciertos paladares (lo que incluyen el mío). Son amargos, aunque no en exceso, y pueden ser un aperitivo genial para comerlos tanto crudos, como asados, en tortilla o en un buen plato de pasta, siempre dependiendo de la gastronomía que cada lugar o los gustos propios de cada uno.
En este mismo blog podréis encontrar algunas sencillas recetas que lo emplean como uno de los ingredientes principales, como la Tortilla de espárragos trigueros y guindilla o los Tallarines revueltos con salsa de huevo y espárragos trigueros, sólo por poner unos ejemplos.
En todo caso, las propiedades del espárrago triguero son múltiples: son ricos en oligoelementos, una fuente rica en vitaminas (A, C, E y K), bajos en calorías, no contienen grasa ni colesterol y su contenido en sal es muy bajo, y son un fabuloso diurético natural. Además, son una fuente rica de ácido fólico, potasio, fibra natural, rutina y una gran cantidad de asparagina; éstos últimos elementos, junto a sus propiedades diuréticas, son los que hacen que la orina, tras su ingesta, tenga un característico y fuerte olor distintivo.
Se dice, también, que el consumo de los espárragos ayuda a prolongar la juventud, ya que son un fabuloso antioxidante que brinda una gran protección contra enfermedades degenerativas como el cáncer. Su alto contenido de antioxidantes ayuda activamente a desintoxicar el organismo, liberándolo de toxinas, radicales libres y líquidos, mientras que el ácido fólico contribuye a la creación de células nuevas y también, junto con el hierro, en la producción de glóbulos rojos.
“CAZANDO” ESPÁRRAGOS TRIGUEROS
Aunque sin duda yo disfruto mucho de su sabor, uno de los mayores placeres de los espárragos trigueros no es sólo comerlos, sino “cazarlos” o buscarlos llegada su época, que como ya se ha dicho se inicia hacia finales de febrero o principios de marzo, pudiéndose alargar hasta mediados de junio si el clima es propicio (en ocasiones he llegado a encontrarlos incluso en agosto si los veranos son especialmente frescos).
Los espárragos trigueros pueden ser hallados fácilmente en lugares secos y soleados, especialmente en zonas despejadas como puede ser al lado de márgenes y caminos o bosques desbrozados, o en zonas frescas y sombrías, donde su tallo o brotes comestibles suelen ser más largos y estilizados, pudiendo llegar a enroscarse a otras plantas y trepar por ellas como si de una pequeña liana se tratase, en su búsqueda de luz. Por el contrario, los espárragos que nacen en las zonas claras suelen emerger con fuerza, aunque no suelen ser tan largos como los que nacen en zonas más sombrías, y su tono suele ser de un verde más oscuro, frecuentemente mezclados con tonalidades moradas.
A la hora de recoger espárragos trigueros hay que tener en cuenta que ante todo tenemos que respetar a la planta madre, por ello, nunca los arrancaremos, sino que los cortaremos por su parte blanda o ligeramente leñosa, cosa que puede hacerse fácilmente con los dedos o ayudados de una pequeña navaja, respetando de este modo el resto de la planta. Hay que decir que cuando se corta un brote o espárrago de este modo, se incentiva a que la planta, en respuesta, cree nuevos brotes, cosa que no sucederá si el espárrago es arrancado.
Para los neófitos, buscar espárragos trigueros puede parecer una tarea ardua y difícil, especialmente si ve que una persona más veterana los encuentra a manojos, mientras que uno apenas es capaz dar con uno. No hay que decepcionarse ni desistir. A poco que uno se dedique a esta tarea, comprobará que la vista y el cerebro pronto se adaptan a buscarlos activamente entre la vegetación y hallarlos sin ningún tipo de problema.
De hecho, es habitual que esta adaptación visual para cazar espárragos suceda en cada nueva temporada: antes de encontrar espárragos, la vista y el cerebro necesitan adaptarse para hallarlos y localizarlos con más facilidad.
Con todo, poco más me queda que añadir a este breve artículo, salvo decir que si disfrutáis con las salidas por el campo y la buena comida, tengáis suerte en su búsqueda.
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