¡Cuarenta y cuatro años! Cuarenta y cuatro años ya. A algunos los años les pesan. No es mi caso, eso puedo decirlo, siempre me he sentido joven, excepto cuando noto mi espalda dolorida, pero ése ya es otro cantar. No, soy algo perezoso, pero nunca me ha parecido notar el peso de la edad.
Ayer estaba tremendamente cansado. Fue un día intenso después de una semana intensa debido a varios nuevos cambios en mi trabajo y muchos cambios que todavía aguardan. Si buenos o malos, ya se verá. Bueno, con problemas o sin ellos, llegó el sábado y, con él, un nuevo cumpleaños. Sábado; pasé la mayor parte del día fuera de casa: ir a las típicas compras de fin de semana, celebrar mi aniversario en familia, volver de nuevo de compras y finalmente dar una vuelta por la ciudad visitando tiendas frikis.
A lo largo del día había recibido algunas llamadas y algunos SMS de felicitación, pero fue al llegar a casa, conectar el ordenador y echar una ojeada al Facebook, cuando vi la gran cantidad de mensajes que había recibido de verdad. ¡Fue una gran alegría! Pero para entonces ya era hora de preparar una buena cena, sentarse al sofá para descansar y ver alguna peliculilla junto a mi pareja. Tras esto, pasada ya la medianoche, quise ponerme a escribir un texto –este texto, precisamente- pero me faltaba la inspiración porque mi mente divagaba, prácticamente ya, en el mundo de los sueños.
Bueno, hoy es ya domingo por la noche, y confieso que ahora mismo, cuando escribo esto, aún me tengo que leer la mayoría de esos mensajes, aunque ya les tengo ganas. En parte porque me hace ilusión, y en parte porque sé que algunos de esos mensajes a veces pueden sorprenderme, o bien por lo que se dice, o bien por la persona que los ha enviado. Supongo que leérmelos me llevará su tiempo, me tomo estas cosas con calma. Pero la verdad es que sé que cada una de las pocas palabras que me haya dedicado cada uno de vosotros me llenarán de alegría y por ello quiero agradecéroslo a mí modo, ya sea mediante un simple “¡Felicidades!”, una buena parrafada, una divertida imagen o una llamada telefónica. Por eso, gracias de nuevo.
¡Cuarenta y cuatro años ya! Y creo que me voy a cenar ya, porque ya estoy divagando de nuevo. ¡Saludos!
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