Escribí a una amiga algo sobre el amor...
Creo que a veces muchos de nosotros nos hemos lamentado alguna vez, o puede que varias, por alguno de esos amores perdidos que hemos tenido en la vida.
Pocos son los afortunados que han tenido un único amor y han podido convivir con él siempre, mientras la vida los ha mantenido a ambos de pie.
Hablamos, mi amiga y yo, de los amores perdidos:quizás de la persona que nos dio nuestro primer beso, o aquélla con la que por primera vez compartimos una vida en común; la persona que logró llenarnos de una alegría jamás superada y que decidimos que era nuestra alma gemela, no dando a nadie más una nueva oportunidad de conquistarnos, porque se la acabamos otorgando únicamente a alguien que en realidad ya no existe sino en nuestros corazones; una exclusividad que quizás no merecía, cuando un día, inesperadamente, las cosas se empezaron a torcer, y sin saber exactamente como, se creó un abismo y distancia entre los dos, cuyo resultado fue el abandono... o puede que fuéramos nosotros los que las abandonamos a ellas, no dispuestos ya a sufrir más dolor.
El primer beso. Fue al oír estas palabras, saliendo de la letra de una canción que me enviaron, cuando pensé sobre ello.
¿Importa acaso, me pregunto yo, quién nos dio el primer beso, cuando de hecho esa persona ya no está a nuestro lado? ¿Importa tanto, esa persona, cuando ya se apartó de nuestra vida? No pretendo menospreciar de ningún modo aquellos amores que han sido, o son, pero es absurdo desperdiciar nuestro presente con recuerdos que sólo nos hacen daño y ya no nos aportan nada. Tenemos un presente y un futuro por vivir. El resto son las cenizas que nos quedan.
Así, creo y pienso ahora, que el beso más importante, quizás con en el que más deberíamos pensar y reflexionar, no es el primer beso que dimos o recibimos, ni aquéllos que vinieron después, sino el último beso.
El último beso que recibimos o que dimos... el último beso que compartimos.
¿Qué nos hizo sentir ese último beso, el beso más inmediato y cercano que tenemos en el tiempo?
¡Un beso debe hacernos sentir!
Un beso no debe ser una mera rutina. La importancia de un beso no está sólo en el placer, sino en lo que significa. Un beso es como la gran S en el pecho de Superman, un beso es un símbolo. El símbolo de nuestro amor. El símbolo de nuestro afecto. Puede no serlo, claro, como una S no es necesariamente el símbolo de nada, tan sólo una letra más. Pero nuestros besos debieran ser como la gran S en el pecho o la capa de Superman. Un símbolo no sólo de lo que somos, sino de lo que queremos ser. Pero me pierdo, yo ahora hablo de besos y significados, de amor y metáforas. Puede, incluso, que el último no fuera un beso por amor, pero que nos aportara algo, algo importante. Importante, bueno y positivo.
No me hagáis caso, al final todo son palabras.
Pero pensad en el último beso de vuestro pasado más inmediato, y en lo que ha significado en realidad. No comparéis con aquel amor perdido tiempo ha. El ahora. El ahora es lo que importa... Yo aún recuerdo esos labios húmedos y esa mirada, y sé que lo que he recibido no es un beso vacío, del mismo modo que no lo eran sus dientes cuando mordían mis labios.
No me importan tanto los besos anteriores, cuando pienso en ese último beso.
Y miro a un pasado que se junta con este presente, y contemplo el valor de ese beso en su desnudez.
Porque cuando pienso en besos, y hablo del último beso, prefiero no mirar al futuro, porque espero que habrán muchos más besos y mejores aún.
Pero al final de todo, el último beso. El último beso que recibimos es el mismo para todos: el beso de la muerte, que nos roba el último aliento.
Y puede que en esos últimos instantes de nuestra vida, cuando ésta nos abandona lentamente, hagamos un repaso rápido de todo lo que hemos vivido, como a veces sucede, y estando en ello pensemos en eso, precisamente, en el último beso que dimos y en cual fue su significado. Si estuvo teñido de amor o amargura, de cariño, afecto o resignación, de perdón o engaño, o fue tan sólo un gesto vacío.
Y puede ser que ese significado que le demos a ese beso sea el que marque ese instante final que es el cielo o el infierno, antes de que desaparezcamos en la nada más absoluta.
Creo que a veces muchos de nosotros nos hemos lamentado alguna vez, o puede que varias, por alguno de esos amores perdidos que hemos tenido en la vida.
Pocos son los afortunados que han tenido un único amor y han podido convivir con él siempre, mientras la vida los ha mantenido a ambos de pie.
Hablamos, mi amiga y yo, de los amores perdidos:quizás de la persona que nos dio nuestro primer beso, o aquélla con la que por primera vez compartimos una vida en común; la persona que logró llenarnos de una alegría jamás superada y que decidimos que era nuestra alma gemela, no dando a nadie más una nueva oportunidad de conquistarnos, porque se la acabamos otorgando únicamente a alguien que en realidad ya no existe sino en nuestros corazones; una exclusividad que quizás no merecía, cuando un día, inesperadamente, las cosas se empezaron a torcer, y sin saber exactamente como, se creó un abismo y distancia entre los dos, cuyo resultado fue el abandono... o puede que fuéramos nosotros los que las abandonamos a ellas, no dispuestos ya a sufrir más dolor.
El primer beso. Fue al oír estas palabras, saliendo de la letra de una canción que me enviaron, cuando pensé sobre ello.
¿Importa acaso, me pregunto yo, quién nos dio el primer beso, cuando de hecho esa persona ya no está a nuestro lado? ¿Importa tanto, esa persona, cuando ya se apartó de nuestra vida? No pretendo menospreciar de ningún modo aquellos amores que han sido, o son, pero es absurdo desperdiciar nuestro presente con recuerdos que sólo nos hacen daño y ya no nos aportan nada. Tenemos un presente y un futuro por vivir. El resto son las cenizas que nos quedan.
Así, creo y pienso ahora, que el beso más importante, quizás con en el que más deberíamos pensar y reflexionar, no es el primer beso que dimos o recibimos, ni aquéllos que vinieron después, sino el último beso.
El último beso que recibimos o que dimos... el último beso que compartimos.
¿Qué nos hizo sentir ese último beso, el beso más inmediato y cercano que tenemos en el tiempo?
¡Un beso debe hacernos sentir!
Un beso no debe ser una mera rutina. La importancia de un beso no está sólo en el placer, sino en lo que significa. Un beso es como la gran S en el pecho de Superman, un beso es un símbolo. El símbolo de nuestro amor. El símbolo de nuestro afecto. Puede no serlo, claro, como una S no es necesariamente el símbolo de nada, tan sólo una letra más. Pero nuestros besos debieran ser como la gran S en el pecho o la capa de Superman. Un símbolo no sólo de lo que somos, sino de lo que queremos ser. Pero me pierdo, yo ahora hablo de besos y significados, de amor y metáforas. Puede, incluso, que el último no fuera un beso por amor, pero que nos aportara algo, algo importante. Importante, bueno y positivo.
No me hagáis caso, al final todo son palabras.
Pero pensad en el último beso de vuestro pasado más inmediato, y en lo que ha significado en realidad. No comparéis con aquel amor perdido tiempo ha. El ahora. El ahora es lo que importa... Yo aún recuerdo esos labios húmedos y esa mirada, y sé que lo que he recibido no es un beso vacío, del mismo modo que no lo eran sus dientes cuando mordían mis labios.
No me importan tanto los besos anteriores, cuando pienso en ese último beso.
Y miro a un pasado que se junta con este presente, y contemplo el valor de ese beso en su desnudez.
Porque cuando pienso en besos, y hablo del último beso, prefiero no mirar al futuro, porque espero que habrán muchos más besos y mejores aún.
Pero al final de todo, el último beso. El último beso que recibimos es el mismo para todos: el beso de la muerte, que nos roba el último aliento.
Y puede que en esos últimos instantes de nuestra vida, cuando ésta nos abandona lentamente, hagamos un repaso rápido de todo lo que hemos vivido, como a veces sucede, y estando en ello pensemos en eso, precisamente, en el último beso que dimos y en cual fue su significado. Si estuvo teñido de amor o amargura, de cariño, afecto o resignación, de perdón o engaño, o fue tan sólo un gesto vacío.
Y puede ser que ese significado que le demos a ese beso sea el que marque ese instante final que es el cielo o el infierno, antes de que desaparezcamos en la nada más absoluta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario