martes, 22 de febrero de 2011

DESESPERACIÓN

Quise batir la roca con mis puños. Quise acabar con todo lo que atrapaba mi mirada. Quise gritar hasta que mi vida escapara... Era la desesperación, que de nuevo me devoraba las entrañas.

Me revolví en mí mismo, atrapado por este cuerpo demasiado limitado como para permitir que pudiera expandir toda mi rabia.

Desesperación.

¿Como te sentistes tú al perderlo todo? ¿Al perder todo aquello que amabas? ¿Aquello que para ti algo significaba? Los campos de mis sueños arrasados, el paisaje que conformaba mi alma, exterminado.

¿Recuerdas como era aquel instante en que creístes haberlo perdido todo? Muerta en vida, viendo como la vida misma, sintiéndote muerta, se te escapaba...

Desesperación.

Trazos rápidos y agresivos de un lápiz garabateados en un folio en blanco, que representa lo vacía que quedó nuestra existencia y nuestra alma. Quizás sólo quede una forma oscura en el papel, o quizás concentre la voluntad en mi mano, y logre dibujar alguno de los monstruos y demonios que de mi imaginación escapan.

Alguien me habla, un susurro... es el diablo de la desesperanza.

Somos los hiijos descastados. Los desengañados. Sin dueño, ni señor, ni seguidores, ni vasallos... Apoyados tan solo en arenas movedizas y en un barro al que no le podemos dar forma, y arena en nuestras manos que se nos escapa. Sueños e ilusiones de cristal hechos cenizas.

Solos, encerrados en nosotros mismos, enfrentándonos con los fantasmas del pasado, y enfrentados a un futuro incierto con el que no nos atrevemos ni tan sólo a pensar.

Desesperación.

Desesperación, puede que así sea. Pero aquí continuamos... y luchamos. Jamás se nos dio muy bien eso de rendirnos. Porque somos los desesperados. Y una vez se ha perdido la esperanza, ¿qué nos queda? ¡Nada! No nos queda nada... Llegados a este punto, incluso el miedo se esfuma y podemos soportarlo todo.

Somos los desesperados.

Ya no nos queda nada que perder. Ya no nos queda esperanza. Sólo tenemos un puñado de nada. Y es ahora, cuando ya no nos queda nada, que sabemos que tenemos el valor para luchar contra todo y todos, pues sólo nos queda la desesperanza.

Nada más que perder, todo un universo que ganar...

Camino de nuevo hacia la roca, donde aguarda mi arma.

Volveré a alzar mi puño y con él sujetaré mi espada.

Dispuesto a empezar batalla.

Ya no importa la derrota. Pero tu victoria, Desesperación, te saldrá cara.

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