lunes, 14 de febrero de 2011

PORQUE NADA SABEMOS EL UNO DEL OTRO...


Nada sabemos el uno del otro.

Cada ser humano, un distinto ser. Cada especie viva siguiendo su propio camino. Cada uno sin llegar a comprender.

Te observo, te miro detenidamente, me devuelves la mirada, siento tu mejilla en mi mano, la suavidad de tu piel...

Nada sé de ti. Nada sabemos el uno del otro... pero podemos intentar conocernos.

Vi en aquella mirada tuya, entre ruido, humo y maquillaje, el brillo de la expectación, la duda y el coraje. No sabría decirte... no sabría explicar lo que pude interpretar. Porque nada te conozco aún, aunque sé que te quisiera descubrir. Vi, en aquel momento, por unos instantes, la persona que eras y a la persona que quisiera llegar a conocer.

Intento desnudar mi alma, pero como en un libro con sus palabras, a lo que digo, hago o muestro se le pueden dar mil interpretaciones, y lo mismo puede suceder contigo. Nada sabemos uno del otro. Sin conocernos, las cosas se pueden malinterpretar.

Y sin embargo, algo sé, y es que con el silencio, aunque a veces lo dice todo, generalmente no se suele decir nada. El silencio sólo se entiende cuando ya se conoce a las personas.

Llegados a este punto, ¿qué es lo que escribo, sino tan sólo pensamientos o razonamientos que en sí mismos no conforman todo mi ser? Soy humano, y por tanto dual y contradictorio. Luces y sombras como las que se proyectan en el suelo a través del ramaje y las hojas de un árbol en un día soleado de verano.

Nada sabemos unos del otro. Eres una sombra en mis pensamientos que de una manera fugaz va de un lado a otro. Y así es, porque nada sabemos el uno del otro...

Yo te quisiera conocer y entregarte mi alma para que tú leyeras en ella y decidieras que hacer. Acompañarte para que pudieras saber como interpretar mis actos y los signos que sin querer te muestro. Las señales y los símbolos que proyecta mi cuerpo involutariamente, incapaz de retener lo que siente mi alma y guardan mis palabras.

Conocerse mutuamente y redescubrir el mundo. Frente a frente. Porque nada sabemos el uno del otro.

Desnudando nuestros cuerpos y nuestras almas.

Soy ese ser vivo que está implorando a la memoria de los tiempos, mientras recuerda aquella caricia y se atreve a esperar de nuevo un primer beso, que nos permita conocernos...

Saber quién eres.

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