jueves, 29 de mayo de 2014

TRINXAT DE PATATA Y COL CON BOTIFARRA DE PEROL


Dificultad de preparación: Fácil.
Disponibilidad de los ingredientes: Comunes.
Tiempo: 15 minutos.
Precio: Medio.

Más recetas en: Las recetas del cocinillas.

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INGREDIENTES

  • 4-5 patatas medianas
  • 1 col
  • 2 botifarras de perol
  • 1 trozo de hueso de jamón
  • Aceite de oliva
  • Sal
  • Pimienta

PREPARACIÓN

En una olla llena de agua, poner a hervir durante 10 minutos las patatas y el repollo interior de la col troceados en pequeños trozos, añadiendo un hueso de jamón a todo ello para darle sabor.

Mientras las patatas y la col hierve, en una sartén mediana o grande freír en abundante aceite de oliva las botifarras de perol.

Cuando las patatas y la col hayan hervido, las escurrimos, y acto seguido las ponemos en la misma sartén donde hemos freido las botifarras de perol, sin quitar el aceite, desmenuzando la botifarra  sobre los trozos de patata y col, y aplastando todo el conjunto con un tenedor, aunque este proceso puede hacerse previamente en un plato si queremos evitar rallar la sartén. Ir añadiendo sal y pimienta al gusto hasta que todo quede bien aplastado y desmenuzado, calentándolo y removiéndolo en la sartén.

Servir bien caliente.

Algunos consejos:

  • Si no se dispone de botifarra de perol, siempre podemos sustituir ésta por botifarra negra o por morcilla. Naturalmente el sabor es distinto, pero no menos delicioso.

miércoles, 28 de mayo de 2014

URBEX: MI PRIMER URBEX: LA FÁBRICA POST-APOCALÍPTICA

Texto: Joan Ramon Santasusana Gallardo. Fotografías: Joan Ramon Santasusana Gallardo, David White.
Fecha: 09 de agosto de 2013. Lugar: En algún lugar de la comarca del Gironès, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 127. Total fotografías publicadas: 127 (+11 fotos extra obra de David White).
Si quieres saber qué es el urbex: Urbex: exploración urbana.
Si quieres ver otros archivos urbex: Archivos urbex.


Ya desde mi más tierna infancia había visitado edificios abandonados. Me crié en el campo en una época que ahora ya me resulta lejana, y allí, en el campo, no era extraño visitar casas o granjas abandonadas, meterse en el interior de viejos vehículos oxidados y destrozados que se desintegraban lentamente bajo las inclemencias del tiempo, y deambular entre huertas o el río que recorría la zona. Sin embargo, aquella era una época de niños, y el hecho de meterse dentro de un abandono era un simple juego, una aventura, un misterio que debía ser desvelado, una prueba contra el miedo. No existía, por aquel entonces, la idea de urbex o exploración urbana en nuestras cabezas.


Con la llegada de la adolescencia, y viviendo ya en una ciudad, continúe visitando edificios abandonados cuando tenía la ocasión, aunque en este caso las ocasiones eran menos, y por lo general sólo ocurrían cuando realizaba alguna excursión por el campo o en algún pueblo. Por aquel entonces el sentido de maravilla que tuve de niño había desaparecido en buena parte, más bien siendo sustituido por la curiosidad en que al visitar un abandono uno se preguntaba quién había habitado en cual o tal casa, o que negocios y vidas habían ocupado una nave industrial abandonada. Nunca me planteé fotografiar esos abandonos, claro que también hablo de otra época, cuando aún se usaban máquinas de fotografiar que usaban carretes, y el uso de estos y de la fotografía de papel no era precisamente barato.


Sin embargo, hace relativamente poco en el tiempo –el verano del año 2013, concretamente- tuve conocimiento del urbex o exploración urbana por primera vez, al mencionar a cierto amigo que quería visitar cierta fábrica abandonada. Fue así que de mano de David White, fotógrafo, compositor de música, cínico empedernido y hombre misterioso por igual, y persona metida de lleno en el mundo del urbex, me habló por primera vez de este mundo por entonces desconocido para mí, que engloba cierta filosofía a su alrededor (para más detalles ver el artículo: Urbex: exploración urbana).



Fue él, pues, quién me condujo a la que considero mi primera visita urbex oficial, aconsejándome que llevara una cámara fotográfica conmigo para captar algunas imágenes y pequeños detalles de la zona abandonada que íbamos a visitar: una gran fábrica formada por diversas naves y algunos pequeños edificios. Y fue así como quedé cautivado por esta afición que me ha aportado no sólo emoción, aventura y buenos momentos, y que apareció en un momento de mi vida en el que empezaban a ocurrir grandes cambios, sino que también me ha aportado conocimientos varios, ya sea de búsqueda de viejos edificios y sus historias, así como un intenso aprendizaje fotográfico que he ido haciendo gracias a todo ello, a pesar de utilizar una simple y sencilla pequeña cámara fotográfica digital sin demasiadas prestaciones.


Sea como sea, a continuación dejo algunas de las fotografías de mi primer urbex oficial. Simplemente lamento no poder dejar aquí tantas fotografías como quisiera haber echado, ya que a media visita la batería de mi cámara quedó agotada.

En todo caso, he dejado aquí, también, algunas imágenes extra de esa visita en las que aparezco, obra, del ya mencionado David White. ¡Ahí queda eso!