INTRODUCCIÓN
La diferencia de edad en las relaciones de pareja... Hacía tiempo que quería escribir un artículo sobre este tema, básicamente por las diversas percepciones –objetivas y subjetivas- que la gente tiene sobre este asunto, y porque es un tema sobre el que había pensado muchas veces debido a que, desde siempre, siempre he tenido afinidad con gente mucho más joven que yo debido a mi carácter, o en el caso de gente mi edad, con la gente de espíritu más jovial. Sin embargo, como muchas de tantas y tantas cosas como escribo, ésta era una tarea pendiente. Lo que actualmente me ha animado a escribir sobre este asunto es el hecho de poder enfocar el tema desde dos visiones, una más objetiva, y otra más personal.
Actualmente, después de haber pasado por tres relaciones de pareja donde la diferencia de edad no era excesiva (2, 4 y 6 años respectivamente), en la actualidad tengo una relación con una mujer mucho más joven que yo. Yo tengo 43 años, ella, 24. Si la gente me pregunta si creo que mi relación tiene futuro o no, sólo puedo responderles que no puedo decirlo, no soy adivino. Cualquier relación dura lo que tenga que durar, independientemente de la diferencia de edad que haya entre sus miembros. Creo que es una relación que tiene tanto futuro como cualquier otra relación, ya que una relación de pareja no se basa en la diferencia de edad, ni en lo que digan las estadísticas, ni tan solo en lo que diga u opine la gente… No, se basa sobretodo en la afinidad y la complicidad de los dos amantes, y creo que si alguna vez fui afín con alguien, es con ella. No ha sido una relación que se haya iniciado a la ligera ni sin pensarlo o meditar.
Al iniciar esta relación, oí muchas críticas por parte de amigos y conocidos, mucha gente me dijo que lo pensara bien, y mucha gente me dijo que esto no duraría… pero las voces se fueron callando a medida que el tiempo iba pasando y esta relación se veía que cada vez era algo más y más sólido. Creo que dentro de lo que hay, lo hemos tenido fácil, yo parezco mucho más joven de lo que soy en realidad, y ella mucho más madura, y me temo que en este caso, las apariencias si que han ayudado, así como nuestra similitud de carácter.
Así pues, contestando a la pregunta que he hecho hace unos instantes, si creo que mi relación tiene futuro o no, debo contestar: No, no continuaría esa relación si no creyese que tiene futuro. Pero debo dejar claro que tampoco me planteo este asunto desde ese punto de vista tan estrecho, ya que mi percepción actual de lo que es una pareja, de lo que es una relación, es que está durará lo que haya que durar prescindiendo de si uno se lleva más o menos edad de por medio, de la etnia o cultura, o de si un miembro de la pareja sufre de alguna discapacidad, por poner algunos ejemplos. Continuará por que hay afinidad, hay respeto, hay amor… y mientra este no desaparezca, ahí estaremos, intentando superar los baches que aparecen en cualquier relación, y los baches inesperados.
A día de hoy, siento que, de todas mis relaciones, ésta es precisamente la más madura, la más estable y donde más se ha respetado mi propio espacio y yo he intentado actuar consecuentemente y de igual manera. El éxito de una relación nunca está asegurado, y tal y como yo lo veo, si eres feliz y has analizado los pros y los contras, ¿por qué no arriesgarse? Puede que a mayor diferencia de edad, los riesgos de que esta no dure demasiado sean mayores, pero en cualquier relación hay riesgos de que sea así, la diferencia de edad sólo es un bache más en el camino. Pero mal que les pese a algunos, lo cierto es que siempre han existido, existen y existirán muchas parejas que pese a la diferencia de edad, se han amado toda la vida, hasta donde la vida lo ha permitido, y así es como han hallado la felicidad, una felicidad basada en el conocimiento mutuo, el compartir, la experiencia, la madurez personal y el respeto. Otros habrán dejado escapar esa oportunidad por los miedos o las dudas, el que dirán o las estadísticas. Sin embargo, cuando se trata de amor, uno debería olvidarse de los miedos, contestar a sus propias dudas usando la cabeza, evitar los prejuicios y, sobretodo, no hacer demasiado caso a las estadísticas, ya que las estadísticas, como la edad, son sólo números.
A veces, para amar, hay que arriesgar.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR DIFERENCIA DE EDAD EN LAS RELACIONES DE PAREJA?
Al hablar sobre la diferencia de edad en las relaciones de pareja, la primera pregunta que deberíamos plantearnos es precisamente ésa: ¿Qué entendemos por diferencia de edad en una relación de pareja?
La respuesta, evidentemente, es muy subjetiva.
A nivel biológico, la diferencia de edad importa poco; un cuerpo, biológicamente hablando, será compatible con otro, dependiendo de si ha alcanzado la madurez sexual o no. El hecho de llevarse 5, 10 o 30 años importa poco si ya se ha alcanzado la madurez sexual y ambos son aptos para procrear, y nada tiene que ver con el ámbito social ni legal. Es así de simple.
A nivel psicológico, la diferencia de edad depende de la madurez mental de cada miembro de la pareja. No se trata sólo de una cuestión de mentalidad, ni de experiencia, sino de madurez, del modo de entender la vida y de ver las cosas de cada uno, y de ser consecuente con lo que se hace y se piensa. Cuando los médicos y psiquiatras elaboran una psicobiografía, haciendo referencia a las relaciones de pareja, sólo suelen hacer constar la edad como un dato relevante cuando existe una diferencia de edad mayor de 10 años entre los dos miembros de una pareja, utilizando esa edad como un baremo establecido, ya que es en este punto cuando surgen más desavenencias a causa de la edad.
La mayoría de matrimonios tienen éxito cuando la diferencia de edad entre las dos personas que se aman es de aproximadamente 10 años o menos. Cuando la diferencia es mayor a 10 años, la tasa de éxito empieza a declinar (lo que no significa que todas fracasen, claro). En cambio, cuando la diferencia es menor de 10 años, la tasa de éxito tiende a subir. En otras palabras, se podría decir que generalmente es cierto aquello de que a menor diferencia en edad, mayor es la posibilidad de que una relación tenga éxito, aunque evidentemente esto no siempre se cumple. Como en toda relación, si uno quiere seguir adelante, habrá que asumir riesgos según las propias circunstancias, sentimientos y razones.
Sin embargo, cuando se habla de una relación sentimental, evidentemente no se habla exclusivamente de la diferencia de edad, sino de una relación interpersonal por acuerdo mutuo entre dos personas, basada en los sentimientos y emociones, en las aficiones y gustos compartidos, en el pensamiento, la familia... Son estos, temas importantes de ser hablados en cualquier relación que se precie. En ese sentido, para algunas personas, una diferencia de edad superior a 4 o 6 años puede resultar considerable, mientras que para otros no significará nada. Para algunos, una diferencia de 8 a 12 años puede resultar abrumadora, mientras que hay personas para las cuales una diferencia de 30 años no significa impedimento alguno para iniciar y mantener una relación.
Así pues, según quién conteste esta pregunta, la relativizará o no, aunque evidentemente la diferencia de edad entre los miembros de una pareja existe y las diferencias resultantes entre ellos serán mayores según sea mayor la cantidad de años que separan un miembro de la pareja de otro. Ello puede incidir en muchos ámbitos: las vivencias, la experiencia personal, la madurez personal... Pero ¿es la diferencia de edad lo que puede separar a una pareja o es la mentalidad generacional? Sobre esto, contestaré mejor en el siguiente apartado.
¿ES LA DIFERENCIA DE EDAD UN IMPEDIMENTO PARA MANTENER UNA RELACIÓN?
La diferencia de edad en una relación no es un impedimento por sí mismo para establecer o iniciar una relación, pero sí supone o puede suponer una dificultad añadida a la relación. Para entender esto, hay que entender que cualquier relación de pareja pude sufrir alguna dificultad debido a diferentes factores que van más allá de lo que se tiene o no se tiene en común.
Más allá de los sentimientos, factores como la diferencia de edad (que es el caso que nos ocupa), las creencias religiosas, la distancia física que separa a los miembros de una pareja, las diferencias sociales o económicas, de dependencia-independencia, de etnia o culturales, o la existencia de alguna discapacidad o enfermedad física o mental, entre muchos otros factores, pueden influir profundamente en una relación de pareja, aunque eso no siempre deba ser así, o de serlo, pueda superarse también.
¿Impide cualquiera de estas diferencias tener una relación sana y saludable? No, ciertamente no, pero siempre serán un problema añadido a la relación, que pueden superarse o no, en la medida en que la pareja haya hablado de cualquiera de estos puntos, y por lo tanto, en todo ello, el diálogo es muy importante. Sin embargo, hay que entender que la compenetración entre dos personas no ha de estar basada necesariamente en ninguno de estos factores, aunque evidentemente influirán. Según el caso, y en gran medida, solventar cualquiera de estos problemas siempre irá ligado a la complicidad y el grado de entendimiento que haya entre ambos miembros de la pareja.
La edad, claro está, puede incidir en directamente en la sexualidad y por ende, en la actividad sexual, siempre importante en cualquier relación de pareja. La edad puede determinar que haya mayor o menor actividad sexual dentro de la pareja, y que esta suceda con mayor o menor frecuencia, aunque evidentemente en eso también juega un papel importante el deseo y la experiencia de cada uno. Como en toda pareja, la sexualidad será muy importante, pero su interpretación puede ser muy distinta, y en ello jugará un papel muy importante, también, la complicidad. En las parejas donde existe una diferencia de edad importante, suelen priorizarse otras cosas, como el diálogo, las personalidades en común, los gustos…
Es cierto, también, que cuando se habla de diferencia de edad, a menudo existe lo que se ha dado por llamar diferencia generacional, pero en algunos casos esta diferencia no existe por diversos motivos. Cuestiones como el modo de ver o entender la sexualidad, el trabajo, el modo de interpretar a la sociedad, las modas, los gustos, pueden ser muy distintos de una generación a otra, o bien, por ver el mundo de un modo muy personal o particular, pueden ser vistas y vividas de modo muy similar por dos personas de distinta edad. Hay gente que pese a tener una gran edad son de espíritu jovial, y gente joven que es muy madura para su edad; todo ello puede contribuir en gran medida a disminuir esa diferencia generacional. Por otro lado, cada persona, cada pareja siente y piensa de manera distinta y eso es justamente lo que atrae de una posible pareja.
Si la relación es sólida y hay un buen conocimiento mutuo, todos esos factores son poco relevantes, sobre todo si están claras las expectativas acerca de los hijos o formar una familia, la vida en futuro, las cosas que se quieren lograr al vivir juntos, y las que no se desean. El éxito de este tipo de uniones está determinado por la adaptación de ambos mundos a las vivencias, necesidades y experiencias del otro, sin la obligación de perder sus propias libertades. En las relaciones que funcionan, el respeto mutuo suele ser uno de los pilares básicos.
LA MADUREZ
El grado de madurez de una persona, salvo cuando hablamos de madurez sexual, no viene determinado por la edad. La educación, la experiencia vital de la persona, el carácter, la personalidad, el modo de interpretar el mundo y entender cuestiones como el amor, las relaciones, la familia o el sexo, entre muchas otras cosas, conforman el modo de ser de cada uno, así como su madurez psicológica o emocional, y a menudo eso mismo es lo que nos atrae de una persona.
La madurez emocional sólo se alcanza cuando se es capaz de aceptar la realidad de las personas y las cosas tal cual son, sin intentar cambiarlas, ni pretender establecer la realidad del mundo, de las relaciones o de los sentimientos desde un punto de vista egocéntrico. Ello significa cierta objetividad y control emocional, y renunciar al egoísmo propio común a todo humano. Uno sólo alcanza la madurez psicológica en el momento en que adquiere buen juicio y prudencia, lo que implica autonomía, conductas apropiadas a las circunstancias, ponderación y equilibrio, estabilidad, responsabilidad, cercanía afectiva, claridad en objetivos y propósitos, y dominio de sí mismo.
En ese sentido, las relaciones de pareja donde hay una diferencia de edad marcada y que funcionan, suelen tener una relación basada en el respeto mutuo y un gran sentido de la igualdad, el diálogo y en los propios parámetros de creencias -no aquellos que la sociedad impone, sino los suyos propios-, por lo que también son más resistentes a las críticas u opiniones de los demás, ya que su relación viene más determinada por lo que ellos mismos sienten que no por lo que la sociedad les dice que deberían hacer.
MI OPINIÓN Y EXPERIENCIA PERSONAL
Yo me resistí a empezar una relación donde la diferencia de edad venía marcada por 19 años de diferencia. El simple hecho de una diferencia de edad superior a 8 años ya me generaba serias dudas, la verdad. Lo mismo le ocurrió a mi pareja, aunque para ella la edad no era tan determinante. Sin embargo, la confianza, el diálogo y el tiempo pusieron las cosas en su sitio. Que ella relativizará el aspecto de la edad bromeando constantemente sobre ello me ayudó. Continuamos adelante y nunca me he arrepentido sobre ello. Quiero pensar que al decir esto, también hablo por ella.
Tengo que decir que el hecho de trabajar en una clínica forense cuando la conocí también me ayudó mucho a relativizar este tema. A diario muere gente vieja y gente joven, y a menudo del modo más inesperado (una enfermedad, un accidente, un suicidio...). Ver el cuerpo de alguien joven en un depósito de cadáveres, alguien que apenas ha vivido, o bien, el cuerpo de alguien mayor, que ha muerto a causa de su avanzada edad por muerte natural y preguntarse si intentó siquiera vivir lo que podía ser su sueño, independientemente de que lo lograse o no… Bueno, la muerte también da que pensar y relativiza mucho ciertos temas, y entre ellos, la vida. ¿Porqué negarse el derecho a ser feliz mientras vivimos? Que una relación puede ir bien o mal es innegable, pero no será necesariamente a causa de la diferencia de edad. Deberíamos luchar por ser felices, por vivir nuestro sueño, nuestra felicidad… El salto de mis tres relaciones anteriores, a la actual ha sido abrumador, pero la experiencia, a nivel personal ha sido la mejor, ya que he llegado a entenderme con ella como nunca antes lo había hecho, a un nivel de igualdad entre nosotros como no había conocido, respetando nuestro espacio, sin intentar imponer ideas ni criterios, con una actividad sexual sana y saludable. ¿Desmerece eso a mis otras parejas? Para nada. Valoro a cada una de mis parejas anteriores por lo que fueron y significaron para mí en su momento, por lo que las amé y lo que aprendí, por formar parte de una parte de ese camino que es la vida. Ninguna pareja desmerece a la otra ni a las vivencias que compartí. Forman parte de mi historia, forman parte de mí, de lo que me ha convertido en lo que ahora soy. Que una persona entienda que alguien ha tenido un pasado y lo acepte, es importante. Pero es el ahora lo que importa, más allá del pasado o expectativas del futuro. El presente, vivir el momento de un modo seguro y consciente. Evidentemente, hay que pensar en el futuro, pero no hay que dejar que el futuro nos gobierne olvidando el presente a su costa, ni hay que vivir con los fantasmas del pasado.
Iniciar una relación, cualquier relación, no significa necesariamente que ésta finalice con éxito. Las relaciones sólidas necesitan de tiempo, de conocimiento mutuo, de compartir aficiones, objetivos o pensamientos comunes, de diálogo, confianza y respeto. En una relación sana hay que entender que, ante todo, cada miembro de esa relación es una persona, un ser individual con su propia historia, sus sueños, sus deseos, que pese a todo está decidida a compartir parte de su vida con otra persona, pero no una extensión de los deseos de uno mismo.