Texto:
Joan Ramon Santasusana Gallardo. Fotografías:
Joan Ramon Santasusana Gallardo, Esther Ortega López.
Fecha: 13 de diciembre de 2015. Lugar: En algún lugar de la comarca del Pla de l'Estany, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 90. Total fotografías publicadas: 53.
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Sant Esteve i la torre de Briolf es un conjunto arquitectónico único formado por dos viejos edificios unidos mediante un paso elevado en forma de arco: estos edificios son la vieja fortificación de la torre de Briolf, y la iglesia de Sant Esteve de Briolf, antiguo centro neurálgico de la parroquia de Briolf, situado en una de las más bellas zonas boscosas de la comarca catalana del Pla de l’Estany.
El lugar de Villam Briulfo aparece documentado por primera vez el año 979, cuando el comte (conde) Miró cedió el lugar al monasterio de Sant Pere de Besalú, aunque la primera noticia de la existencia de la iglesia de Sant Esteve de Briolf aparece cuando Francesc de Verntallat fue nombrado vescomte d'Hostoles (vizconde de Hostoles), el año 1474, ya que se encontraba dentro del lote de bienes que le fueron entregados con motivo de su nombramiento. Aún así, parece ser que, en el año 1350, la iglesia de Sant Esteve de Briolf ya aparecía como sufragánea de la iglesia de Sant Miquel de Campmajor.
La iglesia tienen un campanario de una sola pared con dos ojos en su muro lateral sur, que es el mismo lado en el que hallamos la única entrada del templo, cuyo interior fue completamente reformado durante la época barroca. Además de un altar, la nave dispone de un coro elevado de piedra, bajo el cual se hallamos una gran pila bautismal.
Accediendo al exterior, por el lado norte hay unas escaleras derruidas que conducen hacia la parte superior del edificio, que lleva al techo de la iglesia, su campanario y lo que probablemente era la vieja casa rectoral, formada por una única aunque amplia habitación, que dispone incluso de cocina y chimenea.
En la vertiente oeste del templo hallamos la torre o casa fuerte de Briolf, una torre de planta cuadrada de unos ocho metros de altura que está dividida en tres plantas. El interior de esta torre ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de los siglos. En su planta baja, de suelo firme, aún se conserva el hogar y una escalera de piedra que permite el acceso al primer piso, bastante deteriorado, ya que éste y el siguiente se apoyan en un techo o base de madera, actualmente en un estado bastante deteriorado.
A pesar del aspecto abandonado del lugar, uno no puede dejar de entrever la belleza pasada en todo este conjunto arquitectónico que hoy en día parece esconderse en medio del bosque, lejos de miradas curiosas, preguntándose como podría ser vivir, hoy en día, en ese lugar que en cierto modo parece formar parte de otra época. Un pequeño remanso de paz, quizás, lejos de la ajetreada civilización moderna.